RELATO 1.-Me fugue de allá y ahora que estoy aquí, sucede algo similar.
Decidí retornar a mi terruño y los de aquí ya nada le envidian a los de allá.
Y es que desde los años ochenta el Distrito Federal conserva el mismo rostro de la miseria, de la desesperación y de la tristeza.
Los de allá luchan por vivir al día y los de acá, ahora también.
Porque aquí, en Ciudad Victoria, capital de Tamaulipas, basta con echarle un vistazo al de al lado para comprobar que la gente no es feliz y que su preocupación es palpable por la ausencia de recursos económicos, por el desempleo y por el temor a la rapiña.
Observar como se reproducen como hormigas los merolicos, los payasitos, los traga fuego, los limpiavidrios y los vendedores ambulantes en los cruceros de las avenidas de Ciudad Victoria despierta un amargo sentimiento.
Leer en los periódicos que las autoridades se encuentran en alerta frente a la proliferación de los robos domiciliarios, a los bancos y comercios y por los asaltos contra los ciudadanos a mano armada, también provoca un tremendo escozor.
Cuidarse en las calles de esta capital de que los raterillos no metan mano es el pan de cada día y todo esto es algo que se le debe atribuir solamente a la crisis.
A ese fenómeno que se siente y se lamenta porque cala hondo en los bolsillos de los ciudadanos, quienes sospechan que todo esto es consecuencia de la mala administración del gobierno federal.
Y cómo no, si desde que inició su régimen Felipe Calderón Hinojosa los recortes presupuestales a las entidades federativas de todo el país no cesan, por ello los municipios de Tamaulipas están atados de mano.
Hacen, ellos, los alcaldes, desesperados malabares para tratar de evitar un paso al precipicio, he ingratamente son a veces juzgados por los ciudadanos, como si ellos fueran los verdugos de la película.
Tal es el caso de Reynosa, Mante, Tampico, Ciudad Victoria y otros, donde obligadas medidas de austeridad han empujado a los alcaldes a paralizar todo movimiento económico, a reducirse el sueldo y al despido masivo de trabajadores que ahora se suman a las filas del desempleo y que se pueden transformar en potenciales delincuentes.
Y es que ya lo dijo fuerte y quedito el gobernador de Tamaulipas, Eugenio Hernández Flores, que para el 2010 la federación habrá mutilado a esta entidad con 5 mil millones de pesos por concepto de participaciones a las que tiene derecho y, eso, es de sumo cuidado.
Porque tan solo en el primer semestre de este 2009 el recorte fue de mil 400 millones de pesos y, eso, está cañón, porque ahogó a los municipios de Tamaulipas, donde los programas para la construcción de obra pública y otros que son esenciales para el bienestar ciudadano ya quedaron estrangulados.
Es como un castigo injusto que aplica la federación a Tamaulipas y no hay de otra más que soportar el porrazo hasta que el señor de Los Pinos recapacite.
A él todos aquellos de aquí que miran ya igual que los de allá, del D.F. le deben el haber cruzado tan rápido la línea que divide la estabilidad económica y la miseria.
Y a él le cobraran la factura en el 2010, como ya lo hicieron en el 2009.
Porque hirió de un balazo a los tamaulipecos.
Y fulminó sus sueños he ilusiones.
RELATO 2.-Fue como un bálsamo para esto que sucede.
Porque por unas horas el gremio reporteril disfrutó en grande de la sana convivencia que siempre procura el Presidente del Congreso de Tamaulipas, Felipe Garza Narváez.
Y es que invito a una cena en la que hubo de todo y en la que demostró que sentarse en la mesa con quienes aun dudan de su amistad no rebaja su estatura.
Este grato encuentro entre el líder congresal y los reporteros fue un éxito, el que se logro gracias a la convocatoria de su vocero Paty Castro y del buen amigo Desiderio García, quienes se pulen para intentar que las relaciones públicas no pierdan su buen nombre.
El doc está cuerpeado por buenos colaboradores, por eso su lista de amigos crece.
A la velocidad de un búlgaro.
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