No podemos negar que hay aspectos positivos en nuestra ciudad, municipio, estado y país, como tampoco podemos dejar de reconocer que muchos son aspectos que deben mejorarse, porque los resultados no son los que desea la gente.
En las calles vemos el resultado de un enorme trabajo que no se ha realizado y que ocasiona baches por doquier, sin embargo, vemos los privilegios de algunas personas que sin saber quienes son, gozan de algunas concesiones, como es el que se les ponga pavimento hidráulico fuera de su casa, cuando todo el barrio es baches y asfalto de la peor calidad, esa que nunca se revisó y que hizo que los contratistas amigos del poder se hicieran millonarios sin hacer su trabajo.
Dos son los graves problemas que plantearíamos a usted, señor candidato, y tienen que ver con lo que se podría hacer para establecer una verdadera auditoría social, en la que los ciudadanos vigilásemos la calidad de los trabajos, para que esos pillos disfrazados de contratistas o constructores no sigan robando nuestro dinero.
Y el otro aspecto, mucho más importante quizá, es que en todas las campañas dejemos a un lado el populismo y nos centremos en reconocer, ofrecer y luego cumplir lo que la gente quiere y necesita. Los carros chocolates, los ilegales, los fraudulentos son un verdadero problema que nadie ha querido enfrentar porque, a decir de un importante funcionario: “desataríamos una revuelta e inconformidad social”.
No entendemos, la verdad, que se quiera hacer algo dentro del marco de la ley y se critique. Los que se enojarán con estas medidas son los ilegales, los marginados legalmente, los que gustan de no reconocer que hay una ley.
No debiera permitirse circular a vehículos con placas apócrifas de la UCD y esas asociaciones fantasma que les quitan su dinero prometiendo que les regularizarán sus vehículos, cuando son contrabando, ilegales, y circulan, a veces con esas placas que insultan la legalidad, y otras, sin ellas. Y los automóviles uevos y nacionales que circulan sin placas.
Debe exigirse que no puedan salir de la agencia sin placas ya instaladas y sin seguro, como sucede en países desarrollados, y así evitaríamos muchos problemas legales y sociales.
La ley, estimado candidato, es la ley, y hay que pedir que todos la cumplamos, y si no, que se nos castigue con todo el rigor.
Es necesario que quien maneje lo haga en la legalidad; no se conoce el reglamento y se infringe en todo momento: circulamos por el carril izquierdo, paramos donde se nos antoja y solo atendemos las direccionales –muy pocas veces- como si eso quisiera decir que podemos entorpecer el tráfico de todos solo por un antojo o necesidad personal.
Nos estacionamos en donde queremos, violando la ley, nos pasamos luces de semáforo, no respetamos los limites de velocidad, y es cuando pensamos: ¿en donde está la ley?
¿Por qué no se observa y castiga a quien la infrinja?
Entendemos que es tiempo electoral, que hay que quedar bien con la mayoría, pero a decir de muchos, si entráramos en la legalidad todos, sería más reconocible por la ciudadanía, y seguramente, quien logre esa titánica acción se llevará la mayoría del voto popular.
Cierto, los renegados, los ilegales, los tramposos no estarán de acuerdo, pero es necesario que, si hay leyes, hagamos que se cumplan.
Y esa es una labor del próximo alcalde, para que usted, señor candidato, tome nota y nos cumpla a los que queremos vivir tranquilos y dentro de las leyes que hoy nos rigen.
Y si no nos gustan, propiciar un cambio mediante los conductos legales.
Así de sencillo es.
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