Cd.Victoria, Tamaulipas.-El acecho que se maneja en redes sociales debe castigarse como el delito que es, sobre todo en el caso de las mujeres que llegan a estar en riesgo al estar en sujetas al acoso en redes sociales.
En propuesta legislativa se propone tipificar en el Código Penal de Tamaulipas el delito de acecho, a fin de contar con esta figura en el marco jurídico como un delito autónomo y diferenciado al acoso
.Se comparte que el acecho o “stalking” es un fenómeno, frecuentemente ignorado por la sociedad, lo podemos definir como seguir, vigilar o comunicarse persistentemente con alguien en contra de su voluntad, atentando contra su seguridad, libertad e intimidad.
Este se convierte en un patrón de atención repetida e indeseada, siendo importante precisar que se presenta como acoso no sexual, contacto o cualquier otra conducta dirigida a una persona específica, que causaría que una persona razonable sienta miedo o temor.
Esta conducta, comúnmente, es la antesala para que se cometan crímenes de alto impacto como homicidios, feminicidios, así como la trata y desaparición de personas, por lo que vulnera de forma alarmante los derechos humanos, principalmente en las mujeres.
Por ello, debemos dejar de normalizar esta modalidad de violencia que deja secuelas psicológicas muy severas en las víctimas, pues viven constantemente con angustia, temor y un estrés que no les deja vivir en paz y si bien no deja marcas físicas, el daño emocional provocado es de consecuencias brutales, por eso se le conoce como un delito silencioso.
Las víctimas de acecho suelen ser mayormente mujeres, quienes sufren formas extremas de violencia psicológica y física.
La actividad de acechar, asediar o perseguir a alguien, son actos legítimos que le dan a la víctima motivos para temer por su seguridad personal.
Cabe señalar que el acecho puede venir de algún familiar o amigo cercano, de una vecina o vecino, de alguien que nos llama sin cesar o de desconocidos que nos persiguen continuamente en la calle o nos toma fotografías; estas conductas de ninguna manera deben ser normalizadas, ni pasadas por alto.
Es oportuno y necesario mandar un mensaje fuerte y claro a las nuevas generaciones que lo que ellos conocen como “stalkear”, cuando se cae en el exceso y dándole la justa dimensión, puede convertirse en un delito y es un peligro para ellas y ellos, pero también, es un mensaje a las mujeres y hombres, de que esta por ningún motivo es una actividad normal o inofensiva.
