La inteligencia y el riesgo al corazón

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La evidencia científica ha mostrado que entre más privilegiado el nivel socio-económico, menor el riesgo de contraer varias enfermedades, incluidas las cardiovasculares (derrames cerebrales, infartos y otros trastornos del corazón).

Ahora, una nueva investigación encontró otro factor a tener en cuenta: el coeficiente intelectual de la persona.

Según el estudio -publicado en European Heart Journal (Revista Europea del Corazón)- la inteligencia de un individuo desempeña un papel en sus posibilidades de morir a causa de estos males.

Los científicos de las universidades de Glasgow y Edimburgo, en Escocia, compararon los historiales clínicos, el nivel socio-económico, educativo y profesional de 4.289 soldados retirados (un grupo seleccionado porque ya se disponía de la información).

Descubrieron que, independientemente de los factores de riesgo conocidos -como tabaquismo, dieta pobre y falta de actividad física- y del nivel socio-económico de los participantes, aquellos con un coeficiente intelectual más alto mostraron 20% menos riesgo de morir por enfermedades cardiovasculares.
Mayor intelecto, más conocimiento

La clave, creen los investigadores, es que “entre más inteligente una persona, mayor su capacidad de conocimiento y su capacidad para involucrarse en conductas saludables”.

El hallazgo, dicen los científicos, ofrece información importante para el diseño de estrategias dirigidas a atacar las desigualdades en la salud de las poblaciones.

Según los autores, entender las condiciones en las que la gente nace, crece, vive y trabaja es fundamental para combatir el problema de las desigualdades en salud.

Los resultados del estudio demuestran que quizás es hora de simplificar los mensajes de las campañas de salud pública en aspectos como dieta, ejercicio y tabaquismo. Muchos de estos mensajes, dicen los autores de la investigación, son muy complicados e incluso contradictorios y poco claros.

Y también es necesario, agregan, “establecer nuevas estrategias de salud dirigidas a mejorar los estándares de vida y de educación de las familias más desfavorecidas para que los niños de esas familias puedan potencialmente realizar cambios en su salud y bienestar más tarde en su vida”.

El doctor David Batty, quien dirigió el estudio, dice que “el coeficiente intelectual no es la panacea universal, pero esta variable psicológica puede explicarnos parcialmente, junto con las variables clásicas como el tabaquismo, la hipertensión y la obesidad, las diferencias en la mortalidad por enfermedades cardiovasculares”.

“Este estudio sobre funciones cognitivas deja en claro que lo que sucede en la mente, ya sea por influencia del mundo material o del social, tiene que ser tomado en cuenta si queremos entender de qué forma las circunstancias socio-económicas en que vive una persona tienen una influencia en su salud y bienestar”, expresa el doctor Batty.

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