LUCIANO CAMPOS GARZA/México, el “Bangkok” de Latinoamérica

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PROCESO.COM.

MONTERREY., N.L., 24 de julio (apro).- En México, por lo menos unas 10 mil mujeres son víctimas de redes internacionales dedicadas a la trata con fines de explotación sexual y laboral, afirma el antropólogo de origen hindú, Arun Kumar Acharya, quien lleva varios años dedicado al estudio de ese fenómeno social, considerado el tercer negocio ilegal más rentable en el mundo después del tráfico de armas y drogas.

En entrevista con este corresponsal, sostiene que sólo a Monterrey llegan mensualmente de 300 a 400 mujeres como parte de una cadena de migración forzada. De ellas, dice, algunas viajan luego a otras ciudades y otras se quedan en esta capital, donde son forzadas a prostituirse por lo general.

Cuando las mujeres ya no les son útiles, prosigue, las abandonan a su suerte y en ese proceso surge otro problema porque, dice, a una buena parte de ellas les cuesta mucho trabajo reintegrarse a la sociedad. “Se sienten sucias, no saben cómo llegar a sus lugares de origen. La gran mayoría enfrentan traumas sicológicos y una percepción de que no pueden vivir en familia”, menciona.

Kumar Acharya llegó a México en 2002 para continuar sus estudios profesionales en la UNAM, donde hizo un doctorado en Antropología con la tesis “Una nueva forma de esclavitud humana. El tráfico de mujeres en México”.

Esa investigación lo obligó a meterse en las entrañas de ese sórdido mundo de la esclavitud humana en México. Por ejemplo, entrevistó a decenas de mujeres forzadas a prostituirse en diversas ciudades, principalmente Tapachula (Chiapas), Distrito Federal y Monterrey.

En su opinión, si el problema de la migración con fines de explotación no se atiende de inmediato advierte que se avecina un “desastre de salud” por las consecuencias sanitarias y sicológica que implica para las víctimas, la prostitución forzada.

A pesar de las recientes reformas legales para frenar la trata de mujeres con fines de explotación sexual y laboral, el experto hindú apunta que es necesario profundizar en conocer las razones de por qué las mujeres migran. “Seguramente les falta algo, Qué bueno que haya leyes para evitar el tráfico de mujeres, pero hay qué hacer un programa para evitar esto.

“Hay que ver cómo podemos erradicar la pobreza, dar empleo, bajar la discriminación de género, cerrar la brecha entre pobres y ricos. Luego hay que darle educación a las mujeres porque vemos que las que llegan a Monterrey son mujeres completamente ignorantes”.

Según se desprende de su investigación, al menos cuatro millones de personas son víctimas de trata en todo el mundo, la mayoría de ellas mujeres y niños. Por es razón, subraya, esa actividad ilegal es la tercera más lucrativa, después del trasiego de armas y droga, al dejar una derrama de 4 a 6 mil millones de dólares, según estimaciones de organismos internacionales.

Una vez concluido su doctorado, Kumar Acharya siguió metido en el tema de la trata de mujeres y en 2008 consiguió que el CONACYT financiara una investigación sobre el tema que concluirá en 2011. El trabajo se titula “Mujeres Invisibles y Victimización Sexual: un estudio exploratorio sobre el Tráfico de Mujeres en la Zona Metropolitana de Monterrey.

Con la información acumulada hasta ahora, asegura que la realidad que vive México en esa materia es similar a la de cualquier país: pobreza, desempleo e inequidad entre las zonas urbana y rural; violencia intrafamiliar y violencia por discriminación de género.

En México, dice, menudean los casos de mujeres jóvenes que, mediante engaños, son llevadas a otras ciudades. Lo más común es, apunta, les digan que van a llevarlas a trabajar en algunas casas como empleadas domésticas, pero lo cierto es que las obligan a prostituirse.

De acuerdo con el investigador, las organizaciones que se dedican a esa actividad se mueven prácticamente por toda la geografía nacional, aunque reconoce que existen seis polos identificados como destinos de explotación sexual: Monterrey, Cancún, Tijuana, Distrito Federal, Ciudad Juárez y Acapulco.

Por ello, indica, no resulta extraño que México sea identificado ya como “el Bangkok de Latinoamérica”.

Detalla:

“Hoy en día, muchos hombres viajan a la Ciudad de México, Cancún, Acapulco, Bangkok, Bali, Mumbai, Goa, para satisfacer sus fantasías sexuales. Para muchos países, la industria turística se ha constituido en la puerta trasera del comercio sexual”.

El profesor investigador de Instituto de Investigaciones Sociales de la Universidad Autónoma de Nuevo León sostiene que de cada 10 mujeres víctimas de trata tres son llevadas a Estados Unidos y el resto circulan por el territorio nacional.

Con base en su propia investigación, la mayoría de ellas son originarias de los estados de Michoacán, Oaxaca, Guerrero, Veracruz y Chiapas.

El tráfico y sus efectos

Como parte de su investigación, Kumar Acharya tuvo que acudir personalmente a los centros de prostitución, donde se hizo pasar como cliente y contrató los servicios de varias mujeres a quienes, ya solos, les confesaba que su intención no era tener relaciones sexuales, sino conocer los motivos que las llevaron a prostituirse.

Cuenta que hubo quien lo rechazó, pero que 70% de las chicas con quienes se entrevistó accedieron a contar sus historias. Fue así como el investigador logró obtener información valiosa. Otra cosa, dice, fue con los proxenetas. Ningún lenón, refiere, quiere ser identificado como tal.

Kumar entrevistó en la Ciudad de México a 73 mujeres; en Tapachula a 40 y en Monterrey ha conversado hasta ahora con 20. Dice que todas ellas fueron víctima de violencia migratoria y explotación sexual.

De esas conversaciones, cuenta que encontró dos variantes: una, el engaño como vehículo para introducirlas en el mundo de la prostitución y, dos, la venta de mujeres por sus propios padres o familiares.

También encontró que los trayectos están marcados por la violencia, es decir, explica, que si la mujer rechaza someterse, el traficante las viola y las golpea hasta obligarlas a ejercer la prostitución y el caso más extremo es el asesinato.

Es común, así mismo, dice, que los traficantes graben películas pornográficas con las mujeres.

Resume:

“Estas mujeres han sufrido una violencia terrible, física, sexual, sicológica. Siguen sufriendo y tienen problemas serios de salud, algunas tienen sida, otras, problemas reproductivos. Todo esto nos lleva a una consecuencia de salud grave porque estas mujeres, enfermas, ya tienen relaciones con otros y esto aumenta el sida. Esto nos va a llevar a un desastre de salud si no lo controlamos”.

Además, dice, cuando los proxenetas las desechan las mujeres arrastran consigo graves problemas sicológicos.

“Sufren traumas, se aislan, se vuelven adictas a alguna droga o terminan suicidándose. Otras, regresan al mismo lugar pero trabajando como madrotas (madamas). Como nuestra sociedad es muy conservadora, ellas mismas sienten que trabajando como sexoservidoras tienen un cuerpo sucio.

“Sienten que ya no son personas decentes, que ya perdieron todo, hasta su cuerpo y ya no se pueden mezclar con gente decente. Hay mujeres que quieren regresar a la sociedad para vivir normalmente, pero lo que nos han dicho es que ha sido difícil, pero ya no se sienten normales porque se sienten mal por dentro”.

En su estudio, Kumar considera que la explotación de los migrantes debe ser considerado un problema de salud pública y una violación grave a los derechos humanos más elementales.

Afirma: “A pesar de que nuestro estudio puede no ser representativo en términos cuantitativos, sí lo es en el aspecto cualitativo. Porque el análisis es evidencia de la gravedad de un problema que existe en nuestra sociedad, donde podemos detectar como los migrantes continúan viviendo en una situación predominantemente hostil, desarrollando sus propias estrategias de sobrevivencia.

“Las mujeres migrantes figuran entre las personas más vulnerables a la conculcación de sus derechos humanos por su doble condición. El arduo trabajo que realizan amerita proteger sus derechos humanos. Debemos señalar que la problemática amerita una intervención del estado”.

La respuesta, al problema, parece encontrarse en la educación y en programas para reducir la pobreza.

El antropólogo reflexiona sobre la posibilidad de que la policía aprese a todos los traficantes. En ese caso, el problema persistirá, con variables diferentes.

“Si mañana el gobierno dice que va a poner en la cárcel a todas las personas involucradas en las redes de tráfico de personas, ¿qué va a pasar con las mujeres que trabajan en eso? Vuelvo a lo mismo: tenemos qué hacer un esfuerzo para que disminuya la migración, para combatir la pobreza, dar empleos y que haya más equidad social cultural y económica”.

Considera que la trata de mujeres es un fenómeno social que ha existido siempre y existirá en el futuro, por lo que es necesario mejorar las políticas públicas para promover mejores condiciones de vida y disminuir el fenómeno de la explotación de las migrantes.

“Qué bueno que haya leyes y que se sigan haciendo mejores, pero no creo que sea el camino”.

El caso Monterrey

Una parte de su trabajo se centra, específicamente, en Monterrey donde, dice, llegan hasta 400 mujeres migrantes al mes, la mayoría de las cuales son forzadas a prostituirse.

“Llegan a trabajar en table dance, burdeles, centros de masajes, otras trabajan en servicio doméstico. Con esto dejamos en claro que las mujeres traficadas no solamente son usadas para prostitución, también tienen otros empleos, como camareras, o dan limpieza en hoteles.

“Cuando trabajan en una casa ganan, por decir algo, 500 pesos al día y le dan 400 a su patrón y se queda con 100 pesos. Eso es una explotación laboral, diferente a la sexual”.

En abril del 2009 elaboró el estudio titulado: “Tráfico de mujeres hacia la Zona metropolitana de Monterrey: una perspectiva analítica”. Se centra en la prostitución de mujeres asociada con el fenómeno migratorio.

El caso de esta localidad norteña es muy similar a la del resto del país.

En su investigación encontró que la capital de Nuevo León es el segundo mercado sexual más grande del país, después de la Ciudad de México.

Afirma que la presencia de prostitutas ha aumentado en Monterrey por las dificultades cada vez mayores de llevar de contrabando mujeres a Estados Unidos. Contribuye también, añade, el crecimiento de la ciudad, considerada la capital industrial de México, que se ha vuelto un destino atractivo para las migrantes.

El crecimiento de la ciudad, ha incrementado la demanda por servicios sexuales y un aumento en casas de citas, bares, centros nocturnos, salas de masajes y hoteles con servicios exóticos.

Un factor en el incremento de actividad sexual fue el Forum Universal de las Culturas Monterrey 2007, dice el estudio, pues aumentó el turismo hacia Monterrey e incrementó el número de establecimientos en el que eran ofrecidos servicios y relaciones sexuales.

Para venir a esta metrópoli, las mujeres son, con frecuencia, engañadas por traficantes que les dan falsas promesas de trabajo doméstico y en fábricas. Los reclutadores son hombres y mujeres que viajan a lugares donde hay pobreza extrema y donde las esperanzas de un futuro mejor son casi nulas por la falta de educación y empleo.

Kumar Acharya menciona en su estudio que para muchas mujeres la emigración formal es prácticamente imposible y el sueño de una vida mejor en la ciudad las hace altamente vulnerables. El espejismo las hace caer ingenuamente en manos de los traficantes.

Dice que la edad promedio de las mujeres que viajan a Monterrey es de entre 15 y 25 años, razón por la cual los patrones creen que entre más jóvenes se reduce el riesgo de que porten sida.

Cuando se le pregunta por qué eligió México, para hacer su doctorado y explorar la migración y explotación de mujeres, responde:

“Cuando vine a hacer mi tesis doctoral hice un estudio comparativo entre el fenómeno de tráfico de mujeres en la India y en México y me pregunta inicial fue: ¿existe un patrón diferente de migración entre los dos países?

“Luego me hice otra pregunta: ¿existe un patrón diferente de la violencia entre la violencia que sufren las mujeres de la India y las mexicanas? Lo que encontré es que no hay diferencias. La violencia no tiene fronteras”.

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