Entre Nos/Carlos Santamaría Ochoa *Los “chocolates” y la impunidad

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Todos los días, cuando salimos a la calle en cualquier ciudad de la entidad, vemos cientos de automóviles de procedencia extranjera cuya estancia en México no está legalmente sustentada, pero sí está solapada por quienes se encargan de hacer cumplir la ley.

El tema de los autos “chuecos”, “chocolates”, ilegales y demás es y ha sido tema de enojo entre los fabricantes y armadores de vehículos que legalmente están en nuestro país pagando impuestos, generando empleos y propiciando que la economía tenga circulante para todos… o casi todos.

En la capital del estado mucha gente se queja de la dureza con que actúa la dirección de Tránsito local en el sentido de que ocupan grúas para llevar decenas de automóviles a diario que, según ellos, están infringiendo la ley al estacionarse en lugares no autorizados. Las multas han incrementado el ingreso de las autoridades de manera sustancial, sin embargo, hay algo que se ha dejado a un lado: la impunidad y la falta de equidad en la aplicación de la ley.

Decimos lo anterior, porque muchos ciudadanos se quejan de los altos pagos de la tenencia por uso de automóviles, placas, engomado y todo lo que se requiere para tener un vehículo dentro de la legalidad, y ven con sorpresa que miles de automóviles circulan en la ilegalidad, y no solamente hay “chocolates”, como se conoce a los autos americanos o de procedencia norteamericana, y que los hay también fabricados por armadoras orientales.

No se hace justo para quienes han desembolsado varios miles de pesos el hecho de que hay automóviles que tienen placas viejas, que no pagan tenencia, y una realidad en la capital es que cientos de carros circulan sin placas, lo que pone de manifiesto la poca atención que se da al cumplimiento de la ley, aunque se diga que será justa y pareja para todos.

Es muy común ver vehículos de lujo sin placas, conducidos por gente pudiente que tiene amigos o forma de no ser sujetos a las exigencias legales. No es justo para nadie que circulen así, y además, cuando participan en algún accidente, nada hay que permita identificarlos, lo que constituye también una violación a las leyes y al buen sentido ciudadano.

¿Qué pasa con la autoridad? Es la pregunta del millón de dólares que se hace la gente. La respuesta, obviamente, no está accesible a la opinión pública, aunque de todos es sabido lo que sucede.

Ahora que entraron los “levanta multas” por tema de los parquímetros, la gente sigue preguntándose si es legal que haya circulando la cantidad de carros ilegales, sin placas, sin impuestos a tiempo, y que la autoridad haga caso omiso a los reclamos justos de la ciudadanía. No se vale, la verdad, que usted haya dejado de salir de vacaciones para pagar su tenencia y demás, y que el vecino traiga placas de hace cinco o seis años y no se preocupe por su pago de derechos que, ilegales o no, son una obligación tributaria de cualquier ciudadano.

Nada enoja más que circular por la calle Francisco I. Madero, la tradicional avenida del paseo victorense, y ver los muchos automóviles sin placas o con placas americanas, o simplemente, con placas viejas, que pasean frente a las autoridades como burlándose de ellos… y de nosotros, los que sí pagamos impuestos.

Es importante recordar que los gobiernos se deben a los ciudadanos y no al revés, que los que gobiernan llegaron por el voto de confianza depositado en ellos por la mayoría de gente que sí asumió la responsabilidad de elegir. Hay que recordar lo que ha sucedido con la administración federal, por ejemplo, que luego de los yerros gigantescos cometidos durante casi una década están pagando con el desaire ciudadano, propiciando que el PRI vuelva a ser el partido mayoritario en el país.

Nada hay más grave que someterse al juicio de la ciudadanía y no haberles cumplido, porque en ese pequeño espacio blanco, el día de las elecciones, la gente se cobra estos desaires y faltas de tacto.

No podemos dejar de hablar del tema porque enoja mucho ver a los cientos de personas que no tienen idea de lo que es pagar impuestos por su sus automóviles y ver que la autoridad no hace mucho por eso.

La gente se queja, se molesta y mira con profunda tristeza la manera en que las grúas pasean, acompañadas de un sujeto de tránsito, buscando a qué carro llevarse, cuando frente a ellos circulan cientos de coches sin placas o que son simplemente, mercancía de contrabando al no tener legalizada su estancia en el país.

O qué, ¿Hay ciudadanos de primera y de segunda?

En este sentido, si hubiera un buen criterio de justicia y equidad, ya el cabildo hubiera exigido a las personas encargadas de la vialidad el ajuste de la ley para todos, y hubieran, por principio de cuentas, retirado de la circulación a los de placas americanas, de placas vencidas, los que andan sin placas, y ya de paso, que checaran por qué Victoria se ha convertido en la ciudad donde más cajones exclusivos para discapacitados hay.

Obviamente, no es porque los victorenses necesitemos ese trato, sino porque un grupo de malos ciudadanos –cada vez mayor- utiliza ese argumento para tener exclusividad frente a su casa o negocio. Prueba palpable, el notario que a un costado de la Presidencia Municipal presume inclusive el número de oficio con que le otorgan el “cajón azul”, cuando la ley de tránsito del estado prohíbe la exclusividad y castiga el engaño. ¡Y eso que es notario!

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