Entre Nos/Carlos Santamaría Ochoa *No todos son malos

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Una persona que se identifica inclusive como reportero de conocido periódico matamorense nos hace llegar una queja sobre los comentarios que hicimos respecto a los trabajadores de la Comisión Federal de Electricidad. No es el estilo ni la costumbre, por considerar que no se debe hacer, pero en este caso hemos de contestar algunas cosas al mensaje que recibimos, y el que agradecemos en lo que vale.
En primer término, nunca nos hemos dedicado a burlarnos o denigrar el trabajo de los demás: cualquier actividad que permita ganar dinero para llevar a casa o para los gustos y superficialidades personales, es honorable, respetable y, probablemente no coincidamos en el hecho de que sea lo mejor o lo más atinado, pero de ahí a que denigremos, hay un mundo de distancia.
Cierto es que Tamaulipas es una zona con intensos calores en el verano y temperaturas que superan los 40 grados, sin embargo, no hemos dicho nunca que los trabajadores de la CFE no sean eficientes.
Si algo hay que caracteriza a la paraestatal es la eficiencia de sus cuadrillas: en cuanto existe un inconveniente, están prestos a solucionarlo, sin importar si hay vientos, lluvia o alguna otra inclemencia natural que pudiera impedir el componer el desperfecto.
Dice la persona que considera que no podemos entender que los empleados de la paraestatal tengan prestaciones; hay ciertos beneficios que han logrado líderes sindicales o autoridades laborales en bien de los trabajadores que pudieran ser incongruentes con lo que vivimos ahora, sin embargo, tenemos una postura igual de respetable que la que no está de acuerdo con nosotros.
Cuando decimos que hay un grupo de malos servidores de la CFE que tienen lámparas todo el día y emplean la luz hasta para bañarse, es porque conocemos a esos individuos cuya inconsciencia es tal que no tienen idea mínima del coste que implica que “su” empresa tenga luz para repartir.
No son conscientes, no son congruentes, son un grupo de personas cuya percepción del bienestar social y comunitario no existe.
La CFE tiene dos tipos de trabajadores: los que día a día se juegan la vida con los cables de alta tensión, que en época de lluvias no paran de hacer su trabajo y cuando se requiere, por emergencias, están ahí, para restablecer el servicio y lograr que usted y yo tengamos forma de prender un foco… o ver la tele.
Son esos héroes anónimos que a diario salen a más de 40 grados en la entidad y arreglan lo que les han reportado. Esos no tienen un comentario que no sea de admiración de parte de nosotros.
Esa gente es admirable en la forma de hacer su trabajo, porque son eficientes y no tienen peros para lograrlo. Dice nuestro amigo de la frontera que un liniero gana 3 mil 500 a la quincena, y qué bueno que les paguen eso y merecen más, pero si no se los dan, es, o porque no lo merecen, o porque no hay tanto dinero en México.
Todos tenemos salarios mal asignados y eso es una realidad, porque ha sido ocasionado por una enorme recesión que nos ahoga a todos.
Nuestro amigo está muy enojado porque considera que nos hemos burlado de los trabajadores de la CFE, y no es así el comentario: nos avergonzamos de aquellos que tienen cargos administrativos y no tienen idea de cómo se usa el casco, pero todo el día tienen sus aparatos prendidos sin importar el gasto que no les será cobrado.
Eso no es tener prestaciones, mi estimado amigo, es no tener… vergüenza, porque están gastando la luz de todos, y por irresponsables como éste, la Nación está inundad y requiere de un convenio ante tal tontería.
Habría que considerar el riesgo de los albañiles: todo el día expuestos al golpe de calor, y todo el día, en el inclemente sol de Tamaulipas, trabajan sin tener que pensar en crema para broncear o algo similar. Aquí todos sabemos que hay oficios y trabajos de alto riesgo, pero, insistimos, nadie nos obliga a tomar estos empleos.
Y si es vergonzoso que la CFE tenga a ese grupo de vividores que gastan la luz de todos nosotros, que hacen sus trafiques como hay en todas las paraestatales.
Que hagan lo que hacen sin merecer consideración ciudadana alguna, nos parece una falta de madurez cívica, un golpe a los valores de cada uno de nosotros.
Y también nos llama la atención en el escrito de don Alfredo Beltrán, que ostenta un título universitario, sin embargo, la redacción y ortografía son tan cuestionables como un billete de 4.50 dólares, es decir, no coincide una cosa con otra.
Y no se vale ostentarse como lo que uno no es: si cometimos el error, lo pagaremos y caro. Si no, hay que pensar en lo que haremos en esta semana, cuando el calor está prácticamente insoportable.
Así que, ya lo sabe: la queja es contra esos vividores que, inclusive, luego de jubilados, buscan otro empleo dentro del aparato gubernamental. Casos así los conocemos, y podemos demostrarlo. No es hablar por hablar, sino hablar con conocimiento de causa.
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