MUCHO se ha comentado respecto a la construcción del llamado boulevard costero en la playa Bagdad, generando criterios encontrados a la hora de someter la obra a la balanza que determina el costo-beneficio.
Detonante para el desarrollo turístico, seguridad y rapidez para el desplazamiento de los visitantes, vía rápida en caso de situaciones de emergencia, vista agradable a los ojos de propios y extraños, etc., etc., son argumentos que esgrimen quienes comulgan con esa obra ejecutada por los gobiernos estatal y municipal.
Inversión costosa e innecesaria, mala planeación, vulnerable al acoso de huracanes o fuertes vientos del norte, falta de mantenimiento adecuado por la relativa lejanía del balneario, etc., etc., son, por el contrario, criterios que anteponen quienes no ven con buenos ojos esa inversión bipartita.
Por supuesto que debe existir un punto medio que equilibre ambas posturas que juzgan de manera optimista y pesimista la construcción de la primera etapa del boulevard costero.
Si la ejecución técnica fue la adecuada y si los materiales utilizados fueron de la calidad requerida, son dudas que habrán de disiparse en cuanto se presente en la región el primer ciclón o depresión tropical de la actual temporada.
Sería inexacto precisar que ese tipo de obra pública, aún y cuando reúna todos los elementos que la ingeniería civil exige, deba ser invulnerable a la descomunal fuerza que en muchas ocasiones traen consigo los meteoros.
Es decir, con todo y el rompe olas que cubre la plataforma central en la entrada al máximo paseo turístico en este puerto fronterizo, en determinado momento el flamante tramo costero podría sufrir, al menos, el levantamiento de la carpeta asfáltica.
Pero dejemos que el tiempo y las circunstancias otorguen la razón a quien la tiene y que los criterios encontrados ocupen el lugar que cada uno merece.
Aún en plena temporada de vacaciones escolares, con altas temperaturas cuya sensación térmica supera los 40 grados centígrados y con la playa muy solicitada por visitantes locales y fuereños, nadie ha reparado en la imperiosa necesidad de dar solución definitiva al problema que genera el mal estado de los accesos de la plataforma central al área de bañistas.
El acceso norte, por ejemplo, se ha convertido en una verdadera trampa para los vacacionistas, pues lo suelto de la arena ocasiona que sus unidades motrices quedan varadas y embancadas.
Además del contratiempo que enrarece el ambiente de sano esparcimiento, los daños, principalmente a los automóviles, son de consideración cuando se pretende desatascarlos haciendo uso de los caballos de fuerza de sus motores.
Lo peor del caso es que, a pesar de que se trata de una problemática añeja, el personal municipal asignado al balneario comúnmente brilla por su ausencia, dejando a su suerte a quienes tienen la mala fortuna de caer en esa trampa.
Por lógica simple resulta de mayor prioridad solucionar ese problema al que se enfrentan a diario, durante la temporada veraniega, miles y miles de visitantes, quienes, además, se ven obligados a aportar los 20 pesos que establece la cuota de entrada al balneario.
Resulta desesperante observar como numerosas familias ven disminuido su ánimo al quedar atascados sobre la arena suelta sin ningún tipo de auxilio y encomendados solamente a la buena voluntad de otros paseantes o conductores de vehículos automotrices con tracción doble.
Accesos seguros a la zona de bañistas que requerirían de mínima inversión, comparado con los millones de pesos que costó el boulevard costero, sería de mayor beneficio directo para quienes viajan 37 kilómetros en plan de disfrutar del esparcimiento familiar.
Tampoco se trata de minimizar los beneficios que cualquier tipo de obra urbanística trae consigo, sino simple y sencillamente establecer prioridades a la hora de la planeación.
Bastaría el traslado y compactación de algunas decenas de metros cúbico de sulfato de calcio para ofrecer a miles y miles de asistentes al balneario, durante la temporada de verano, de un servicio que les brindará un acceso seguro a la playa y ahorro en su economía en caso de desperfectos en sus vehículos como consecuencia de las trampas de arena.
Por cierto, eso de las obras urbanas nos trae a la memoria las penurias que, a lo largo de poco más de tres meses, han pasado los vecinos residentes en la calle Tercera entre Solernou y J. S. Elcano.
Los habitantes de ese populoso sector están pagando la factura correspondiente a la modernidad y beneficios que traerá consigo la reposición de redes subterráneas y la carpeta asfáltica.
Con recursos de un programa gubernamental, la actual administración municipal que preside ERICK SILVA SANTOS está dando seguimiento a la obra iniciada en el pasado trienio.
El plan urbanizador contempla reponer las redes de drenaje, sanitario, pluvial, descargas y tomas domiciliarias a lo largo de la calle Tercera desde la avenida Manuel Cavazos Lerma a Canales.
Se trata de integrar al plano urbanístico de la ciudad lo que se denomina un par vial, con el objeto de desfogar el tráfico vehicular de la Sexta Avenida, aprovechando la ventaja que representa la calle Tercera que corre paralela y que desemboca, al sur de la ciudad, en la avenida Pedro Cárdenas.
Aunque sólo sirva de consuelo a los ahora habitantes inconformes, vale la pena recordar que los residentes al sur de esa rúa sufrieron las de Caín a lo largo de 18 largos meses.
Ánimo, ya falta menos,
Y hasta la próxima.
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