Sangre perdida: Hemofilia

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Eduardo González

MONTERREY.- Mientras en otros países, incluidos los latinoamericanos como Venezuela, Panamá y Argentina se utilizan tratamientos basados en ingeniería genética para tratar la hemofilia, en México se recurre a técnicas que han dejado de emplearse por ser de alto riesgo ya que pueden transmitir enfermedades incurables como la hepatitis C o el sida.

La hemofilia es un padecimiento hereditario que presentan los hombres y que es transmitido por las mujeres –que lo heredan de otro varón en la familia–, consiste en la falla parcial o total de los factores de coagulación, sustancias encargadas de detener las hemorragias, en particular el número VIII y IX Por ello, quienes la padecen pueden sufrir graves sangrados internos o externos debido a golpes o pequeñas cortaduras, aunque también ocurren de manera espontánea, explica Carlos Martínez-Murillo, profesor de posgrado en Hematología de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).

Existen dos tipos de ella; la primera se conoce como la A, cuando la deficiencia es por el factor VIII. En cambio la B, es donde la alteración se presenta en el factor IX; en México la más común es la primera y se calcula que son entre cinco y seis mil los afectados, indica Martínez Murillo.

Pero el desangramiento no es el único riesgo, una consecuencia de las continuas hemorragias es el daño progresivo a los músculos y estructuras óseas (hemartrosis), entre otras.

Y es que la acumulación del líquido sanguíneo eleva la presión interna en la articulación y, posteriormente, deja acumulaciones de hierro que llevan a la incapacidad parcial o total del paciente, explica Federico Fernández Palazzi, especialista en ortopedia y miembro asesor del comité de músculo-esquelético de la Federación Mundial de Hemofilia.

El avance del tratamiento A mediados de 1960 se logró el primer tratamiento de la hemofilia con los crioprecipitado o plasma fresco extraído de la sangre humana, posteriormente a principios de los 80 se desarrollaron los concentrados plasmáticos, también con derivados humanos y luego a inicio de los 90 arribó el factor recombinante VIII, éste último es el más seguro y efectivo del que se puede disponer y está basado en métodos de biotecnología e ingeniería genética, señala Martínez Murillo.

“El crioprecipitado y plasma fresco están en desuso en buena parte del mundo por el riesgo de trasmitir virus como la hepatitis C y el de la Inmuno Deficiencia Humana, no obstante en México es el tratamiento estándar, y cada vez que se emplean en un paciente estamos ante la posibilidad de contagiarlo”, indica el catedrático de la UNAM.

Pero un tratamiento anticuado no es el único problema de aquellos con las deficiencias en su coagulación; la cantidad de unidades de plasma disponible es otro factor; la Federación Mundial de Hemofilia establece que en promedio un país debe tener dos de ellas por habitante.

Así, España dispone de hasta cuatro unidades, en cambio México apenas alcanza aproximadamente el .40, y además también figura en el último lugar de atención a las personas con hemofilia de la Organización para la Cooperación y el Crecimiento Económico (OCDE), señala César Garrido vicepresidente de las Organizaciones Nacionales Miembro de dicha federación mundial.

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