40 años de una pesadilla llamada Charles Manson

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Por LINDA DEUTSCH
The Associated Press

LOS ANGELES — Cuarenta años atrás eran casi niños. Vulnerables, alienados, le escapaban a un mundo desgarrado por la guerra y la rebelión. Decidieron seguir al líder de un culto en busca de amor y terminaron enredados en una madeja diabólica.

Eran parte de la “familia” de Charles Manson y hoy, ya casi ancianos, varios de ellos no pueden con la culpa.

“No pasa un día sin que piense en ello, especialmente en las víctimas”, declaró Barbara Hoyt, quien tenía 17 años cuando se produjeron las matanzas en la casa de Sharon Tate y las del matrimonio LaBianca. “Hace tiempo me hice a la idea de que esto nunca me dejará”.

Quienes no están presos, se encuentran dispersos por todo el país. Algunos se cambiaron de nombre para evitar ser identificados. Otros se sometieron a operaciones para borrar las “X” que Manson les hizo grabar en sus frentes, que supuestamente indicaban que habían sido marginados de la sociedad. Varios sufren pensando en lo que hicieron.

Aquellos miembros de la “familia” que no llegaron a participar en una serie de actos horribles en los que murieron nueve personas pueden parecer afortunados. Pero sus vidas también han sido asociadas para siempre con una de las matanzas más extrañas de la historia.

“Manson dejó muchas víctimas, además de las que mató”, expresó Catherine Share, quien vivió alguna vez con la “familia”, usando el nombre de “Gypsy”, o Gitana. “Destruyó muchas vidas. Hay gente en la cárcel que no estaría allí de no haber sido por él. Acabó con nuestras vidas”.

Todo sucedió en 1969, el año en que llegó el hombre a la Luna. La guerra de Vietnam estaba en su apogeo. Había hippies en las calles de San Francisco, el último bastión de un movimiento contracultural que se desvanecía.

En el verano del 69 se produjeron las matanzas perpetradas por la gente de Manson en Los Angeles. Cuarenta años después, la sola mención del asesinato de Sharon Tate o del nombre de Manson sigue produciendo escozores.

En la mañana del 9 de agosto, una sirvienta salió gritando de una casa del barrio residencial de Benedict Canyon. Acababa de ver una carnicería horrible. En la casa había cinco cadáveres ensangrentados.

Incluido el de la actriz Sharon Tate, de 26 años, esposa del director de cine Roman Polanski y quien tenía un embarazo avanzado. Había sido apuñalada varias veces. Ese mismo día fueron asesinadas otras cuatro personas en su casa, y al día siguiente dos más en la de los LaBianca. Otra de las víctimas de estos ataques murió posteriormente a raíz de las heridas.

Junto con Sharon Tate aparecieron muertos a puñaladas Abigail Folger, de 25, heredera de una fortuna; Jay Sebring, de 35, peluquera de la farándula; el cineasta polaco Voyteck Frykowski, de 32, y Steven Parent, de 18 años, un amigo que cuidaba la casa.

En la puerta de la residencia los asesinos habían escrito con sangre de las víctimas “Muerte a los Cerdos”.

En la ciudad cundió el pánico, sobre todo tras el asesinato de otras dos personas al día siguiente.

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