Entre Nos/Carlos Santamaría Ochoa *La fiebre del “Tri”

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No podemos negar la trascendencia que tiene para muchos el resultado del pasado día 12 que logró la selección mexicana de fútbol: ganar a los Estados unidos 2 a 1 ha sido ahora una hazaña; hace 30 años era una costumbre.
El deporte de las patadas levanta pasiones hasta en los que no gustan de ver lo que sucede en el terreno de juego: carreras, lanzamientos, pateo a la pelota, simulación de faltas y una impresionante cadena de trampas, aunado todo ello a la emoción del gol.
Llama la atención, por ejemplo, ver en medios electrónicos la “noticia” de que algunos victorenses fueron al partido que tuvo lugar en el Estadio Azteca, y que entre éstos había algunos funcionarios.
A veces los periodistas pecamos de exagerados y nos parece mal todo lo que nos rodea; una clara muestra es lo que han vivido por ejemplo, Belinda y Giovanni Dos Santos, quienes no acaban de acostumbrarse a la falta de respeto a su intimidad por parte de pseudo-comunicadores que viven del chisme y la intriga, metiéndose en la vida de otros.
El miércoles el país estaba prácticamente paralizado: Victoria vivió en sus restaurantes, bares, centros nocturnos y cantinas una gran euforia, porque todos estábamos en algún lugar disfrutando –o sufriendo- el encuentro que tuvo su dosis de estrés para los que nos apasionamos realmente con el balompié.
Y pensamos cuando se viven estas cosas, en la trascendencia que tiene el hecho que comentamos hace días, y que tiene que ver con el sentido de pertenencia.
Vivir una experiencia en el Azteca –a través de otros ojos- es interesante: ver a la gente pelear un aplauso, gritar eufórica al “Cuau” o a Neri Castillo, angustiarse con el gol del contrario y apasionadamente gritar y brincar con el de nuestra escuadra nacional es algo que no se vive todos los días, menos en un inmueble histórico con más de 100 mil almas dentro: el Estadio Azteca es un ícono del fútbol mundial, no hay duda.
Sin embargo, hay cosas que no deben vivirse aunque se tenga una imperiosa necesidad de hacerlo: las mentiras de medios llaman la atención sobremanera: en primera instancia, el señor Bermúdez y otros comentaristas condenaron una reacción lógica de quienes tuvieron la maravillosa oportunidad de tener esta vivencia: la rechifla originada por todos no se puede ocultar aunque digan en la empresa Televisa que fue un pequeño sector del público el que lo hizo: todos escuchamos los chiflidos y no el himno.
Cierto es que no constituye una acción adecuada, pero es una respuesta ante la andanada de declaraciones de los jugadores de la selección americana, así como todo lo que nos hacen pasar cuando vamos al “otro lado” y somos sujetos a veces a revisiones indignantes, solamente porque se le ocurre a uno u otro de ellos.
Cansados estamos los que amamos el fútbol y vemos, en primer lugar, miles de faltas simuladas y clavados para buscar tiros penales; esto constituye, sin lugar a dudas, una acción fraudulenta, pero bueno, hoy estamos contentos por el triunfo del “Tri” y no hablaremos de esos que están matando al balompié.
El fenómeno social que constituye el fútbol ha sido motivo de diversos estudios. Recientemente, un estudiante de la Universidad de Santiago de Compostela, en Galicia, España, hizo un Trabajo de Investigación Tutelado para obtener la suficiencia investigadora –previo al grado de Doctor- un trabajo muy interesante que se refiere al “derby” español: el partido entre el equipo Real Madrid y su eterno rival: Barcelona.
Dentro de los estudios de doctorado en periodismo se hizo este trabajo interesante, que habla de lo que es el fenómeno social de este deporte – espectáculo, pero lo hace desde diversos puntos de vista muy interesantes.
Hoy, luego de haber disfrutado el triunfo de la selección, vemos que mucha pero mucha gente está feliz por el resultado y lo vivido, pero tenemos que pensar en que este día 12 los 11 muchachos que estaban en el campo de juego, así como los más de 100 mil espectadores tuvieron algo en común: la entrega y pasión hacia el México que todos queremos.
Es justamente lo que nos hace ser lo que somos: no importa lo que pase, pero somos gente que ama a su nación. Llama la atención, como dijo Carlos Marín, que los héroes de México sean deportistas, porque quienes se dedican a la política, la verdad, no tienen mucho qué hacer.
Probablemente en alguno de esos “cafecitos” que hay en ciertos lugares de la ciudad, puedan hacer algo por subsistir, porque no es fácil enfrentar estas situaciones.
¿Qué cabe decir ahora? Que es tiempo de ganar, que es el tiempo para agradecer lo que vivimos y ponerle más entusiasmo para que el país cambie en todos sentidos, de actitud. Es hora de pensarnos mexicanos, de entendernos mexicanos, de sabernos mexicanos y, haciendo un muy breve recuerdo, vemos que nuestros atletas nos regalan momentos inolvidables. Esperemos que quienes se dedican a la administración pública y los que son representantes populares, solamente en alguna ocasión por lo menos, nos regalaran la satisfacción de poder decir: “qué orgullo siento por tal o cual persona”.
En este sentido, el columnista es afortunado, porque se siente muy orgulloso de ser una parte de esta maravillosa nación, y también, por lo que se presenta cada día.
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