Los niños salvajes

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El caso de Natashenka, una niña rusa de cinco años, cuyas habilidades sociales y lingüísticas no se desarrollaron debido a que pasó un par de años encerrada en una sucia habitación junto con perros y gatos hasta hace un par de meses, conmocionó no sólo a los habitantes de Chitá, su ciudad natal en Siberia, sino al resto del mundo.

Pero lejos de ser el primer caso, el de esta pequeña se une a la larga lista de los llamados niños salvajes, de los cuales pueden hallarse abundantes ejemplos en la mitología y la literatura, con ejemplos como Rómulo y Remo, Mowgli, Tarzán, entre otros.

Hay quienes afirman que la convivencia de la infante con los animales le hizo imitarlos y establecer lazos emocionales tan fuertes con ellos como los que tendría hacia su familia. Hace poco un cable de noticias anunciaba, sin fuentes claras ni pruebas, que un niño había salido de la selva, en algún apartado lugar de Asia, junto con una manada de perros salvajes para robar comida y luego volver a desaparecer entre la maleza.

“Las historias sobre niños salvajes nos intrigan precisamente porque ocupan un espacio en la frontera borrosa entre humanos y animales”, dijo a Excélsior el profesor Paul Steeves, del Departamento de Filosofía de la Universidad De Paul, en Chicago, quien ha abordado el tema en varios de sus ensayos.

“Estos casos nos obligan a confrontar el hecho de que el mundo no está organizado como pensamos y que nuestra propia humanidad siempre está en cuestión”, agregó el catedrático, entrevistado vía correo electrónico por este diario.

El sitio www.FeralChildren.com ofrece un listado de los casos más documentados y hace una división entre los infantes hacinados por sus propias familias y aquellos que aparentemente fueron criados por animales de otras especies.

La mayoría de la evidencia está concentrada en aquellos que crecieron aislados. Genie, una niña incomunicada que tenía 13 años al momento de ser rescatada de su casa en Los Ángeles, fue la fuente de inspiración para un documental televisivo elaborado por la BBC, transmitido en 1994.

Pero también hay indicios de la existencia de niños criados por animales. Uno de los mejores documentados es el de Amala y Kamala, dos niñas que Los casos de humanos que son criados por animales siguen vivos en pleno siglo XXI

El caso de Natashenka, una niña rusa de cinco años, cuyas habilidades sociales y lingüísticas no se desarrollaron debido a que pasó un par de años encerrada en una sucia habitación junto con perros y gatos hasta hace un par de meses, conmocionó no sólo a los habitantes de Chitá, su ciudad natal en Siberia, sino al resto del mundo.

Pero lejos de ser el primer caso, el de esta pequeña se une a la larga lista de los llamados niños salvajes, de los cuales pueden hallarse abundantes ejemplos en la mitología y la literatura, con ejemplos como Rómulo y Remo, Mowgli, Tarzán, entre otros.

Hay quienes afirman que la convivencia de la infante con los animales le hizo imitarlos y establecer lazos emocionales tan fuertes con ellos como los que tendría hacia su familia. Hace poco un cable de noticias anunciaba, sin fuentes claras ni pruebas, que un niño había salido de la selva, en algún apartado lugar de Asia, junto con una manada de perros salvajes para robar comida y luego volver a desaparecer entre la maleza.

“Las historias sobre niños salvajes nos intrigan precisamente porque ocupan un espacio en la frontera borrosa entre humanos y animales”, dijo a Excélsior el profesor Paul Steeves, del Departamento de Filosofía de la Universidad De Paul, en Chicago, quien ha abordado el tema en varios de sus ensayos.

“Estos casos nos obligan a confrontar el hecho de que el mundo no está organizado como pensamos y que nuestra propia humanidad siempre está en cuestión”, agregó el catedrático, entrevistado vía correo electrónico por este diario.

El sitio www.FeralChildren.com ofrece un listado de los casos más documentados y hace una división entre los infantes hacinados por sus propias familias y aquellos que aparentemente fueron criados por animales de otras especies.

La mayoría de la evidencia está concentrada en aquellos que crecieron aislados. Genie, una niña incomunicada que tenía 13 años al momento de ser rescatada de su casa en Los Ángeles, fue la fuente de inspiración para un documental televisivo elaborado por la BBC, transmitido en 1994.

Pero también hay indicios de la existencia de niños criados por animales. Uno de los mejores documentados es el de Amala y Kamala, dos niñas que aparentemente vivían con una manada de lobos cerca de la ciudad de Mindapore, en India, y que fueron descubiertas por el Reverendo J. A. L. Singh en la década de los 20.

“Desafortunadamente, mucha de la evidencia de niños criados por animales proviene de anécdotas. Sin embargo, hay teorías que señalan que estos niños salvajes no podrían haber sobrevivido solos, si no hubieran sido criados por animales”, señala Steeves.

En The Wolf Girls at the Door: Feral Children and the Ends of Humanity (Las niñas lobo a la puerta: los niños salvajes y los fines de la humanidad), un ensayo elaborado hace un par de años, el profesor Steeves argumenta que una conexión tan íntima entre animales y seres humanos es posible por dos razones.

La primera es que todos los niños desarrollan un sentido de identidad propia, que es afectado por la forma en que se relaciona con los otros, especialmente con lo que el académico llama “el Otro Significativo”, que casi siempre es la madre.

“Todo lo que necesitamos es ser tratados como algo. Es este acto de ser tratado como miembro de una comunidad lo que constituye nuestra identidad fundamental. Si ese Otro que nos cuida no es humano, entonces nos convertimos en lo que sea necesario”, explicó.

Existe una gran cantidad de animales, sobre todo en cautiverio, que han cuidado a cachorros de otras especies sin tomar en cuenta las diferencias: perros criando a gatos, ardillas, cerdos… Para entender la integración y la comunicación que podría darse entre animales y humanos, sólo hace falta echar un vistazo a algunas mascotas que, al ser tratadas como un miembro más de la familia, actúan como tal y desarrollan la capacidad de entender instrucciones y comunicar sus necesidades, dijo el experto.

“La identidad siempre es maleable y un animal ciertamente podría ocupar la figura de un padre, de un hijo, de un amigo”, agregó Steeves. La comunicación, indicó, no representa un problema, puesto que a una temprana edad, los humanos están preparados para aprender otros códigos no verbales

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