Tampico, Tamps. Uno de los recursos naturales más deliciosos del sur de Tamaulipas es, sin duda alguna, Miramar, la playa que, curiosamente se encuentra en el municipio de Madero, y prácticamente todos los visitantes decimos “vamos a Tampico, a la playa”. Miramar constituye un paraíso para muchos de nosotros por diversas razones.
Enclavada en el sur de Tamaulipas, la playa constituye una perfecta comunión con la naturaleza: los cuatro elementos básicos –fuego, aire, agua y tierra- se conjugan en una parte de la geografía tamaulipeca para deleitarnos. Ahí, justamente en sus arenas calientes y húmedas, Miramar nos regala tranquilidad, diversión, y a muchos otros, ingresos diversos.
La economía de la zona sur tiene mucho que ver con este recurso turístico, independientemente de lo que le significa tener uno de los puertos más importantes del país como lo es Tampico, famoso por sus bodegas y el intenso movimiento comercial. Altamira se ha unido a esta trilogía de municipios que ahora son punto de conversación en los cafés de diversas partes del país, luego de que aquí se celebró la Reunión Nacional de Funcionarios de Turismo, encabezada por el secretario del ramo a nivel federal, así como por el gobernador de Tamaulipas Eugenio Hernández Flores.
Miramar es ese paraíso que permitió que hubiera ingresos diversos en tiempos de crisis y enfermedad. Recordemos que cuando la contingencia sanitaria de mayo pasado, México entero tuvo una caída drástica en sus ingresos por concepto de aspectos que tienen que ver con el turismo. La playa se alzó como uno de los más importantes destinos para el turismo local, el doméstico, o como muchos lo califican: “el jodido”, porque es el que practicamos quienes no tenemos oportunidad de ir a grandes lugares y optamos por los destinos nacionales que, a fuerza de ser honestos, nada tienen que envidiar a los puntos de le geografía europea o americana. El Golfo de México tiene muchos puntos semejantes al paraíso turístico y Miramar es uno de ellos.
Bañarse en sus aguas significa tener la oportunidad, como dijera alguna persona, de estar “en el mayor jacuzzi del mundo, y gratis”, porque el vaivén de sus olas nos frota la piel una y otra vez, para relajarnos como si hubiéramos recibido un buen masaje en el mejor SPA del mundo. La calidez de sus aguas es envidiada por miles de turistas. Recordemos que España tiene hermosísimas playas, pero con aguas cuya temperatura aleja al paseante que opta únicamente por los “otros” baños: los de sol.
Recorrer metro a metro la playa de Madero significa ver vendedores ambulantes que lo mismo ofrecen tatuajes de henna o jaibas rellenas, calientitas, con salsa y tortillas. Las raspas y trolelotes también se dejan ver en este litoral tamaulipeco, lo mismo que artesanías o las típicas playeras que rezan: “Vinieron a Tampico y todo lo que me trajeron fue esta mugre playera”.
El abrasador sol llega desde temprana hora, asomando por el profundo azul de las aguas del Golfo, para subir lentamente, paso a paso, hora a hora, hasta llegar a lo más alto y vertical, para luego comenzar su movimiento en torno a un merecido descanso; es cuando entonces se pueden iluminar las aguas de Miramar con diversos tonos que contrastan con lo blanco de las gaviotas que, en parvada, vuelan en pos del alimento, o de los pelícanos que con tu grisáceo tono también hacen lo propio.
De repente, a lo lejos se divisa un barco carguero que sale de las escolleras que separan al Pánuco del mar y se juntan en ese punto turístico. Poco a poco, lentamente se alejan en busca de su destino que, por lo general, tiene que ver con puntos de la geografía del Viejo continente: Europa, a donde los porta-contenedores llevan importantes cargas de toda índole.
Llama la atención ver la cantidad de gente que vive de Miramar, de ahí la importancia que tiene en el contexto estatal y actual, ya que, gracias a que la entidad –repetimos- se ha clasificado como el tercer destino carretero del país, permitió que la ocupación hotelera subiera, de un 20 por ciento que se registró en el mes de mayo, hasta un 65 por ciento en el presente agosto, lo que se un signo de la recuperación paulatina que se ha sentido en la localidad.
La gente comienza a tener esperanzas, y con la celebración de la reunión de turismo a nivel nacional hay más expectativas: ahora la Federación ha reconocido el esfuerzo que hace el gobernador Eugenio Hernández Flores por promover esta actividad llamada también “industria sin chimeneas”, y que, seguramente, con el concurso de todos, se convertirá en algo más que un simple paseo.
Caminar por las cálidas arenas, bañar los pies en su tibia agua salada, cargada de minerales propios para una buena medicina naturista, o sentarse en una de las muchas palapas para disfrutar del intenso calor que ofrece el sol y también su gente, es algo que los tamaulipecos podemos disfrutar periódicamente, tal y como lo hacen –de vez en cuando- esos visitantes del Distrito Federal, San Luis Potosí, Coahuila, Aguascalientes u otros estados a donde ha llegado ahora la promoción turística.
Sinceramente, podemos decir que somos una entidad privilegiada por tener más de 400 kilómetros de litoral, pero más cuando tenemos en Miramar un buen pretexto para sentir que existe Dios, y su rúbrica se encuentra entre la arena y el agua, el sol y el viento. Miramar es algo nuestro, cuidémoslo y promovámoslo.
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Entre Nos/Carlos Santamaría Ochoa *Miramar
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