Interiores/CARLOS LÓPEZ ARRIAGA *Aspirar, suspirar, conspirar…

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Cd. Victoria, Tam.- Dirigencias y partidos ajustan sus maquinarias para la nueva etapa de actividad política que simbólicamente arranca por estos días, coincidiendo con el fin de la temporada vacacional, el regreso a clases y el inminente cambio de estafeta en las 500 curules que componen el Congreso de la Unión.
En Tamaulipas, dicho espíritu de cambio se empalma con el último “sprint” de la carrera por la sucesión gubernamental. Sabrá usted que ya entramos en la recta final.
Período que se extenderá desde este lunes 24 de agosto hasta los días finales de enero próximo, cuando (según creo) ya estará muy perfilado hacia la nominación alguno de los aspirantes actuales.
Necesario es decir que no todos los que aspiran son prospectos. Ello, aunque a menudo las palabras se confundan y manejen en forma descuidada, como si fueran sinónimos. Que en algunos casos se apliquen ambas, no significa que representen lo mismo.
El primer término viene de una raíz latina muy interesante (“ad-spirare”) y originalmente se refiere a la inhalación del aire.
Pero mire usted como esta acción automática meramente biológica en algún momento de la historia humana aparecerá ligada a la ambición (apetito, afán, interés) por conseguir algo más que una buena bocanada de oxígeno.
Así tenemos que existen aspiraciones económicas, románticas (algunas más generosas que otras) y también la pretensión simple y llana del poder, así con todas sus letras.
Es el aire, desde luego, el núcleo de esta palabra. Elemento ligado íntimamente a la vida, presente en el gesto de llenar los pulmones para expresar un deseo cuya satisfacción (ojo) no se encuentra del todo en manos del interesado.
Por eso la duda estremece al aspirante. Porque la ilusión ahí está, aunque el soñador todavía no sepa si podrá alcanzarla o si, en el último minuto, alguna mano más diestra (acaso mejor ubicada) le ganará la partida.
También ocurre que cuando el interfecto aspira (inhala) y expira (exhala), realiza el proceso de respiración completo.
Aquí es donde aparece el suspiro, cuya raíz también latina (“sub-spirare”) alude al acto de respirar desde abajo (“sub”) y desde muy adentro, de una manera especial, tan sonora, prolongada y profunda que es imposible de ocultar.
¿Por quien suspiras?, le pregunta la gente a los enamorados, aunque también se aplica a los individuos que cultivan una ilusión, a quienes marchan cansados o, incluso, preocupados por el golpe de calor y el riesgo de una deshidratación fatal.
Sin duda por ello, los colegas de la pluma suelen aplicar de manera implacable el adjetivo de “suspirante”, al cuál definiríamos (en calidad de mientras) como:
-“Aquel individuo cuya ambición altera su actividad cardiorespiratoria de manera tan ostensible que todo mundo se da cuenta.”
Y me permití incluir eso del “cardio” porque, en efecto, el corazón también participa. El músculo mayor ameniza con su tamborileo la mágica danza del anhelo, acelerando el pulso y sonrojando mejillas para dejar constancia de una frase coloquial, muy frecuente en estos casos.
Que el personaje aludido… “¡También tiene su corazoncito”!”…
Ahora bien. Cuando dos que suspiran juntos deciden sumar sus fuerzas y prestarse ayuda mutua, observamos entonces el acto de conspirar (“co-inspirare”).
Lo cuál en ciertos niveles alcanza un grado tal de exquisitez que merecería ser clasificado entre las bellas artes.
Responda el lector tamaulipeco si a estas alturas del “Handicap 2010” sería factible ubicar algún ejemplo del fenómeno mencionado líneas arriba.
¿De dos que conspiran bien, con uno que gobierne basta?…
Lo cierto es que no todos los que dicen “señor, señor” alcanzarán la gloria pues la aspiración no es sinónimo de tener posibilidades. Necesario es recordar que en la silla nomás cabe uno.
Será por ello que en los análisis más rigurosos se prefiere el término de “prospecto”, palabreja un tanto más moderna que viene de prospectiva (“prospectus”, aspecto o “panorama futuro”) y por lo tanto se basa en una observación real.
Finalmente, la diferencia es clara. Mientras el aspirante se define por sus deseos personales, el prospecto, en cambio, se mide en función de un hecho empírico como es el encontrarse en el lugar y el momento adecuados para la consecución de sus fines.
Lo cuál equivale a eso que los politólogos del siglo pasado describían como estar “en tesitura”, es decir, bien ubicado en el ánimo de quien toma las decisión final.
Estar en la jugada, pues…

BUZON: [email protected]
WEB: http://vivatamaulipas.blogspot.com

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