El aumento en la obesidad infantil en el mundo ya ha alcanzado niveles alarmantes, incluso en los países en desarrollo.
Y según una nueva investigación este incremento no sólo está teniendo consecuencias enormes en diabetes y trastornos ortopédicos en los niños, sino está causando también daños en las arterias similares a los que se ven en los adultos.
Se calcula que actualmente hay más de 1.000 millones de personas obesas y con sobrepeso en el mundo, y 22 millones de éstas son menores de cinco años.
Según el estudio presentado en el Congreso de la Sociedad Europea de Cardiología, que se celebra en Barcelona, España, hasta 50% de esos niños podrían estar sufriendo ateroesclerosis -la acumulación de placas de grasa en las arterias.
Se sabe que una de las principales causas del aumento en el sobrepeso y la obesidad infantil es el alto consumo de grasas y calorías, aunado a una reducción en los niveles de actividad física.
Hasta ahora, el sobrepeso y obesidad en los niños ha estado asociado al desarrollo de enfermedades cardiovasculares como diabetes, hipertensión y altos niveles de colesterol, trastornos que juntos contribuyen al llamado “síndrome metabolico”.
Pero en el nuevo estudio los científicos de la Universidad de Leipzig, Alemania, encontraron que hasta 50% de los niños obesos podrían también tener daños en las arterias similares a la ateroesclerosis que se ve en los adultos.
Disfunción arterial
La función normal de las arterias depende del equilibrio entre los factores de relajación y contracción que produce el endotelio, el recubrimiento interno de los vasos sanguíneos.
Pero este equilibrio -que permite el intercambio de nutrientes y desechos- se ve alterado cuando existen otras enfermedades como diabetes o hipertensión.
Y el mal funcionamiento del endotelio puede conducir a la formación de depósitos de grasa en las arterias, la ateroesclerosis.
Los expertos de la Universidad de Leipzig querían investigar si la obesidad infantil está asociada al mal funcionamiento del endotelio y por lo tanto a los riesgos de sufrir las primeras etapas de ateroesclerosis.
Los investigadores estudiaron a 80 niños obesos y con sobrepeso de una edad promedio de 12 años y a 60 niños de peso normal.
Les tomaron muestras de sangre para determinar sus niveles de colesterol y llevaron a cabo una prueba de “tolerancia de glucosa” para medir sus niveles de glucosa en la sangre tras el consumo de azúcar, una prueba que detecta alteraciones de diabetes.
Posteriormente llevaron a cabo mediciones no invasivas de la capacidad de relajación del endotelio en el antebrazo.
Glucosa y colesterol
Los investigadores descubrieron que en promedio los niños obesos y con sobrepeso padecían síntomas de “prediabetes”, con niveles de glucosa más altos que lo normal pero que todavía no alcanzan niveles diabéticos.
Además, tenían una alta concentración de colesterol LDL (colesterol malo) y su colesterol “bueno” o HDL era mucho más baja que la de los niños de peso normal.
“Descubrimos que casi todos los componentes del síndrome metábolico eran evidentes en la población de niños obesos”, dicen los autores.
“Pero el resultado más importante de nuestro estudio fue que la función del endotelio en las arterias del antebrazo mostraba las mismas deficiencias que se ven en adultos con insuficiencia cardíaca crónica”.
“¡Y esto en niños obesos de 12 años! Encontramos una clara relación entre el grado de obesidad y las deficiencias de la función endotelial: entre más alto el peso corporal, peor la función de la arteria”, expresan los científicos.
Según ellos, no es de sorprender que estas “alteraciones desastrosas” en las arterias de los niños obesos resulten en ateroesclerosis que a su vez está conduciendo a infartos al miocardio y derrames cerebrales en adultos cada vez más jóvenes.
“Por eso -afirman los investigadores- es urgente comenzar las estrategias de prevención de obesidad en los primeros años de la niñez para revertir las actuales tendencias”.
“Estas estrategias deben incluir, los factores medioambientales, la actividad física y la dieta y deben iniciarse en el hogar y en las instituciones preescolares, escuelas y guarderías para poder influir en toda la población infantil”.
La Organización Mundial de la Salud calcula que para el año 2015 habrá en el mundo 2.300 millones de adultos con sobrepeso y obesidad.