Solo bastó para que se dijera que existía la posibilidad de que hubiera más impuestos para que todo mundo brincara, que la gente se manifestara en contra en forma individual y a través de grupos, organizaciones y asociaciones. Nadie quiere pagar más tributo, sabedores de que es el destino de estos recursos incierto a todas luces.
El ver servidores públicos insultantemente ricos nos hace pensar a la mayoría de los mexicanos que los impuestos no son bien aplicados, y eso lo sabe todo mundo desde siempre.
Si bien es cierto que somos injustos en nuestra crítica, muchas veces caminamos bajo el adagio que reza: “piensa mal y acertarás”, porque entendemos que alguien anda mal en sus valores y honestidad, y al tiempo, sale fino para el recurso ajeno.
Tal es el caso, por ejemplo, el diputado local Francisco Javier García Cabeza de Vaca, quien resultó bastante hábil en eso de traspasar responsabilidades de obra y servicios a sus familiares cuando fue alcalde de Reynosa, y desde ese cargo, hacer mil y una peripecias para enriquecerse a grado tal que requiere guardaespaldas, probablemente, o por el dinero que obtuvo en forma ligera durante tres años, o porque, de plano, no tiene muy limpia la conciencia que digamos.
Dice José Ángel Páez que quien nada debe nada teme, y la gente que no se mete en problemas difícilmente los tiene, y eso es una verdad popular llena de sabiduría.
Recuérdese a aquellos que al amparo del poder han obtenido estatus social en forma automática, cuando los integrantes de la élite siempre han sido gente que con el trabajo de años ha logrado escalar posiciones. Hoy no es así, y esos malos ejemplos nos hacen pensar en que no hay que pagar impuestos.
En este sentido, Juan Carlos González Salum, dirigente de la Cámara Nacional de Comercio y Servicios Turísticos en Victoria levanta la mano y pide que no se incrementen los tributos que difícilmente se sabe a dónde van a parar.
Por el contrario, dice que hay que incrementar las medidas tendientes a que todos paguemos lo justo.
No somos de la idea de que quien tiene más pague más en el sentido de que los porcentajes deben ser iguales y no subir en puntos porcentuales según el ingreso.
Es bien sencillo: si usted gana 100 pesos, pague uno de impuesto; si gana mil, pague 10, y si gana un millón, pague 10,000. No se vale que quien gana más tenga más tributo, porque entonces estaremos desalentando el crecimiento industrial, comercial y demás, y la economía lo sufrirá en buena forma.
Lo que sí debe ser parejo es el pago de impuestos; en ese sentido, González Salum coincide con nuestra forma de pensar sobre la necesidad de que todos paguemos lo que nos corresponde. ¿Se imagina el lector? Hay millones de mexicanos que ni siquiera están dados de alta en el padrón del Servicio de Administración Tributaria –SAT-, encargado de quitarnos parte del ingreso por concepto de impuestos.
Pero vemos a grandes evasores en el comercio, la industria, la política y la productividad en general; educadores que hablan de honestidad en su cátedra y no tienen idea de qué es pagar impuestos, o actores que tampoco lo hacen bajo el pretexto de que el arte es universal y propiedad de todos.
Pamplinas, como dijera aquel cómico de historieta.
Todos debemos pagar lo que corresponde, para poder exigir lo que se debe.
Pero volviendo con Juan Carlos González Salum, aparte de solicitar que todos estemos en las listas de pago tributario, también exige que el gobierno haga una nueva ley hacendaria, es decir, que se deje de parchar la miscelánea fiscal, que nos quitemos de esas tontas acciones que son muy mexicanas y llevan a solucionar uno de muchos puntos, dejando a un lado otras alternativas.
Posteriormente, tratar de atender otro punto, y así sucesivamente, sin acabar de tener un documento acorde a los tiempos que vivimos y las necesidades de la Nación, que son primordiales.
Pide dos cosas básicas: que todos paguemos, y que el gobierno haga su parte con una ley completa, justa, bien hecha. Que nos quitemos de cochinadas y hagamos las cosas bien.
Que la ley considere sanciones para quien no cumpla de ambas partes, y también, que se administre mejor el dinero del pueblo, porque hay dependencias que pareciera que son iguales y permiten una duplicidad criminal de funciones.
Eficientar el trabajo de la autoridad, simplificar la manera de pagar y hacer que todo mundo lo haga.
En este sentido, muchos contribuyentes nos espantamos por la forma tan enredosa que hay para el pago del tributo hacendario. Podríamos tener una ley más justa, más eficiente y estricta, pero cuyos requisitos sean más sencillos y que, probablemente, con un click del ordenador, pudiéramos trasladar el importe del pago correspondiente, de nuestra cuenta a la del gobierno para su aplicación.
Hacer impuestos nuevos nos matará a todos, exigir el cumplimiento de los ya existentes nos hará más fuertes, y aquí, los nuevos diputados tendrán trabajo extra, no como los más de 40 que ya faltaron a la primera sesión, es decir, los primeros cuarenta holgazanes.
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Entre Nos/Carlos Santamaría Ochoa *No más impuestos
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