El tema de la renuncia de diputados federales, -en su mayoría mujeres- al día siguiente de haber tomado posesión, parecía que no tenía mayor trascendencia para muchos medios de comunicación, ese tema estaba destinado a dejarse en el cajón de los olvido. Pero al paso de los días este asunto esta cobrando cada vez más interés, debido a que poco a poco vamos descubriendo cosas muy interesantes como las artimañas de las que se valen algunos partidos políticos para continuar cubriendo las apariencias.
Para nadie es desconocido que “en política todo es estrategia” y que los partidos políticos se valen de todo para lograr su objetivo, justificando que el fin justifica los medios, solo hay que ver hasta donde pueden llegar. Ya a nadie le sorprende lo que ocurre en ese ámbito, pero si debemos comentar aspectos que lastiman y dañas a la sociedad, por la forma burda en que se vulneran los derechos ciudadanos, ya que como vimos primero en los medios nacionales con el caso de “Juanito” es que Andrés Manuel López Obrador hizo candidato tratándole de cobrar la factura una vez que fuera electo, para dar paso a quien gobernaría en realidad como candidato del PRD.
Hasta ahí muchos consideramos que no fue un engaño total, pues López Obrador hizo público una serie de compromisos con “Juanito”, pero que una vez que llegó al Poder parece que ya no quiere renunciar al cargo y si lo hace la factura será bastante cara para el perredismo de aquel lugar, incluyendo a los intereses de AMLO.
En el caso que nos ocupa en este análisis y en relación a las renuncias de 10 diputadas federales que llegaron al Congreso de la Unión por la vía del voto directo de los ciudadanos, si debe considerarse un fraude total, debido a que ellas solicitaron al pueblo su confianza para legislar, con lo cual no estaría cumpliendo, porque con su renuncia buscan ellas y los líderes de los partidos políticos que sus curules sean ocupados por esposos, hermanos, cuñados, etc, que en definitiva tiene dos lecturas:
Primero, se está rompiendo con un principio básico de equidad de género, con lo cual no se cumpliría con la proporción de mujeres al frente de la responsabilidad para la cual fueron electas el 5 de julio.
Segundo, se está vulnerando al derecho de los electores, pues nadie les confío a los suplentes las tareas legislativas, ya que en algunos casos, ellos ni siquiera figuraban en la publicidad de las campañas políticas.
Me queda muy claro que a pesar de los muchos candados que se pongan a la Ley electoral siempre se buscará la forma de burlar la voluntad popular y por cierto, en la rueda de prensa que se realiza de manera cotidiana en el PRI estatal, el líder de los priístas Ricardo Gamundi Rosas defendió lo indefendible, con un toque de cinismo consideró el engaño que se hace a los electores como una estrategia más, y a pregunta expresa de los reporteros señaló que no puede ser inmoral debido a que es legal que un suplente cubra la ausencia del titular ante su renuncia.
Gamundi nuevamente confunde la gimnasia con la magnesia, pues nada tiene que ver las normas jurídicas con las morales, y tal vez no sea ilegal lo que están haciendo, pero mentir, engañar, burlar, manipular y lucrar con la necesidad de creer en algo o en alguien de la ciudadanía no solo es inmoral, sino hasta vergonzoso, por lo ventajista y sucio que representa jugar con el único derecho ciudadano que creíamos podía respetarse por la autoridad, lo cual ha resultado una falacia más de todo este engranaje llamado política.
En este escenario bien vale la pena pensar en la seriedad de los partidos políticos, de los candidatos, de la autoridad electoral y de los propios ciudadanos en buscar compromisos firmes de cada una de las partes para hacer respetar la voluntad popular y que quienes llegar a un puesto por voto directo cumplan con sus compromisos y sean los suplentes los que tengan que ejercer una responsabilidad que el pueblo jamás les confirió.
De nueva cuenta recurro a la misma frase de siempre “quien podrá ayudarnos” para que los políticos y las políticas no se presten a continuar con todas esas apariencias y fraudes electorales que tanto daño han causado, porque no es la política la que está fallando, son hombres y mujeres los que están al frente de las organizaciones, quienes están aferrados a perpetuarse en el Poder a como de lugar, no importa cómo. Al final justifica Gamundi, “en política todo es estrategia”; asi que lo que piensen y sientan los ciudadanos pueden ser daños colaterales.
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