Las tradiciones religiosas y concepciones históricas ya no aplican en la sociedad actual, según los especialistas
Lunes 21 de septiembre de 2009
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Érika ha provocado con las yemas de sus dedos que sus pezones se pongan erectos. Con una de sus manos ha decidido frotar también suavemente su clítoris; y alcanza a penetrarse con dos dedos, mientras los movimientos que provoca en su cadera la hacen gemir y minutos después estallar en un grito que al final se convierte en llanto.
¿Llanto por un orgasmo? Llanto porque una vez más le ha fallado a Dios, se ha alejado de su palabra y ha utilizado su cuerpo como un objeto para obtener de manera egoísta satisfacción sexual.
Érika sabe que la palabra de Dios, contenida en La Biblia, condena la masturbación (inmundicia) y ella, al igual que muchos otros católicos practicantes, y cristianos devotos en general, intenta ser congruente.
En una revisión de los preceptos judeo-cristianos contenidos en este libro histórico, también de manera literal prohíben y castigan los pecados sexuales o actos impuros como la lascivia (propensión a los deleites carnales), fornicar (tener relaciones sexuales fuera del matrimonio), las orgías, la prostitución, el adulterio, el incesto, el homosexualismo, la zoofilia y la falta de pudor.
“Como Sodoma y Gomorra y las ciudades vecinas, las cuales de la misma manera que aquéllos, habiendo fornicado e ido en pos de vicios contra naturaleza, fueron puestas por ejemplo, sufriendo el castigo del fuego eterno” (Judas,7).
A decir de ministros de culto, estas ciudades antiguas, condenadas por designio divino como consecuencia de los actos impuros que ahí se cometían, tienen hoy sus versiones remasterizadas. Podría ser la ciudad de México, donde el 90% de la población se declara católica. Y por qué no, también Berlín, Amsterdam, Nueva York, entre muchas otras.
El relajamiento moral
“Si utilizamos un termómetro que mida la inmoralidad, muchas ciudades serían blanco de Dios. Por ello, quien se diga inspirado en principios judeo-cristianos debe acudir a su palabra. Desafortunadamente, en las sociedades existe un relajamiento moral, donde los extremos predominan, hay escasez de principios y nada se percibe como malo hasta permitir actos verdaderamente graves”, advierte Óscar Contreras Luna, ministro pastor cristiano.
Sin embargo, a decir del antropólogo Elio Masferrer Kan y del sexólogo José de Jesús González Salazar, este conjunto de revelaciones de tradición oral con citas aisladas y concepciones históricas de aquel entonces ya no aplican para el bienestar de la sociedad actual.
“No codiciarás la casa de tu prójimo, no codiciarás la mujer de tu prójimo, ni su siervo, ni su criada, ni su buey, ni su asno, ni cosa alguna de tu prójimo” (Éxodo 20,17). “Huid de la fornicación, cualquier otro pecado, que el hombre cometa, está fuera del cuerpo; mas el que fornica, contra su propio cuerpo peca”. (1a. Corintios 6,18). “Estos son los que causan divisiones; los sensuales, que no tienen al Espíritu” (Judas 1,19).
Para González Salazar sería terrible asirnos de manera literal a un texto donde parecía que la mujer valía dos centavos, donde se limita la libertad de ejercer una sexualidad plena y donde se asegura que los que no siguen estos preceptos carecen de espiritualidad.
“Mantener una vida sexual congruente con mis principios, aunque estos estén alejados de los dogmas doctrinales religiosos, no me aleja de la espiritualidad, pues se mantiene una comunicación personal con Dios. Lo cierto es que si las prácticas sexuales provocan una sensación de incomodidad, el individuo debe revisar si es su creencia o su práctica la que está mal”, opina.
Una encuesta realizada por el Instituto Mexicano de Sexología (Imesex) a 157 personas que tienen prácticas swingers, reveló que 73% de ellos se declaraba católico, con una asistencia ocasional a servicios religiosos.
Preceptos sujetos a interpretación
El padre Pedro Agustín Rivera, rector de la Antigua Basílica de Guadalupe, asegura que Dios no creó a la sexualidad como fuente de pecado, sino como de fecundidad, la iglesia no tiene una visión sucia, “es tan bella que invita a que se viva en la plenitud del matrimonio”.
“No vestirá la mujer traje de hombre, ni el hombre vestirá ropa de mujer; porque abominación es a Jehová tu Dios cualquiera que esto hace”. (Deuteronomio 22,5).
Rivera señala que Dios creó al hombre y a la mujer para unirse en matrimonio, pero con la invención de “ideología de género” se niega la naturaleza humana, “hay macho y hembra y no hay término medio”, dice.
Sin duda, los preceptos de la Biblia están sujetos a las interpretaciones de los ministros de culto con ligeros matices. Por ello, dentro de la Iglesia católica pueden existir lecturas menos rígidas que en otras corrientes cristianas (protestantes), según el historiador de la UNAM Jorge Traslosheros, quien asegura que en temas como el de la familia y la defensa de la vida no están a negociación.
“Dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y serán una sola carne” (Génesis 2,24).
La concepción de la monogamia, según los especialistas, tuvo su origen en el control de los bienes, por lo que hoy “las prácticas swingers o las del poliamor representan esos intentos por volver al origen de la naturaleza humana que es la poligamia”, señala Juan Luis Álvarez-Gayou, director del Imesex.
Traslosheros explica que el hecho de que las personas se digan cristianas no quiere decir que sean santos. “En antropología profunda el ser humano es ángel caído con vocación a la divinidad, pero con fallas a las que llama pecado”, dice.
Señala que un cristiano consecuente con su fe se cae y se levanta, sin medirse puritanamente, sino con la voluntad de perfeccionar la vida. “Parte de la gente trata de ser buena persona. No estamos en un mundo pagano formalmente cristiano, eso sería hipocresía”, dice.
Hace un año, recuerda, Consulta Mitofsky aplicó una encuesta donde 93% de los ciudadanos consideraron a la familia, valor altamente cristiano, como la primera institución en la que confían; seguida, con 72% de la Iglesia.
Lo seguro es que siempre existirán, como en el Apocalipsis (9,21), los que nunca se arrepintieron de sus homicidios, ni de sus hechicerías, ni de su fornicación, ni de sus hurtos.