Entre Nos/Carlos Santamaría Ochoa *Paraísos turísticos

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Pensará el lector que nuestro ámbito de recreación se circunscribe al sur de la entidad, y la verdad, tiene una parte de cierto: viajar al es “sólido sur” implica muchas cosas y nos hace reflexionar acerca de la importancia que tiene para la llamada “industria sin chimeneas”.
No cabe la menor duda que una de las mejores cosas que nos pueden suceder en fin de semana es disfrutar de las cálidas aguas del Golfo de México, y qué mejor que se haga a través de un punto geográfico que tiene mucho de progresista, aunque no podemos dejar de reconocer que errores del pasado convirtieron a Miramar en un coto de poder del sindicato petrolero y uno que otro poderoso de la zona.
Hemos escrito muchas veces que la importancia de estos sitios en el contexto nacional debiera hacer cumplir las leyes federales que prohíben que haya propiedades privadas en la zona de arena y agua de mar.
Miramar es un ejemplo de lo que no debió hacerse, sin embargo, un cambio radical implicaría muchos problemas para la gente que hoy vive en esta zona conurbada cuya economía tiene una gran colaboración en Tamaulipas.
Hay hoteles y casas, moteles y casas de huéspedes, restaurantes y sitios que se dedican a la comercialización de recuerdos. Miramar sigue siendo uno de los grandes regalos que el Ser Supremo depositó en una entidad como Tamaulipas, y que disfruta a través de sus habitantes de estas maravillas naturales que, afectadas un poco por la irresponsabilidad del ser humano, sigue su curso en el desarrollo integral.
Hay proyectos como el de La Pesca, en el municipio de Soto la Marina, como nos ha explicado el secretario de Turismo Javier Villarreal Terán, pero no podemos dejar de pensar en lo increíble que es estar sentado en la tibia arena de Miramar disfrutando de las olas templadas del Golfo de México, en tiempos en que la temperatura del agua es simplemente deliciosa.
Poco nublado el día, pero suficientemente claro como para poder compartir con otras personas las maravillas de Miramar: gente de San Luis Potosí y Veracruz, de Nuevo León o Coahuila están, como nosotros, disfrutando como pequeños de las delicias de un paseo en la playa.
¿Qué nos falta?
Indudablemente que para ser un paraíso turístico mundial todavía está lejana la posibilidad de tener la infraestructura necesaria, sin embargo, hemos de reconocer que se avanza en cuestión de fomento al turismo, actividad que deja, luego de los recursos de los indocumentados que dejan parte de su vida en los Estados Unidos, una gran cantidad de divisas.
Recordamos aquellos paseos con los profesores de la Universidad de Santiago de Compostela y la forma en que algunos de ellos se maravillaron por la temperatura del agua de Miramar.
Es un regalo de la naturaleza el poder admirar el sol cuando sale o se oculta, ya sea en la misma playa o en las escolleras, donde el Pánuco asoma curioso con unos cuantos barcos cargueros que llegan al Puerto de Tampico a dejar mercancía o recoger mucho de lo que acá se produce y que ha convertido a este destino en uno de los más importantes puertos del país.
Decía el secretario Villarreal Terán que se sigue promocionando a Tampico y la zona conurbada, y en ese tenor hay que destacar que el puerto ha dedicado esfuerzos muy importantes: hay patronatos conformados por la misma ciudadanía que siempre pone de manifiesto el inmenso amor a su tierra para promover su arreglo y fomento.
Ya vemos la plaza con sus hermosos y remodelados edificios, de telégrafos, el edificio luz, el de correos y unos más que, al anochecer nos regalan una hermosísima iluminación que nos transporta a la vieja Nueva Orleans o al Paris del siglo XIX.
También abundan los que fomentan a través de excursiones el que vayamos a visitar este sitio. Hoy, la promoción turística ha crecido considerablemente y eso lo tenemos que agradecer a: un gobierno municipal que se ha preocupado por conformar un grupo entre los ediles de Madero, Altamira y Tampico, un gobierno estatal que tiene importantísima participación, la participación del gobierno federal a través de SECTUR, hoy, amenazada con desaparecer por una decisión que hemos considerado inadecuada e irreflexiblemente dispuesta, y también, quizá lo más importante, por su gente, la gente de esta zona que ama su terruño y sigue promocionando sus lugares, remodelando a través de acciones que dejan el recurso para hacerlo, que tienen la presión necesaria para que los tres niveles de gobierno no les olviden, para que sea la zona del sur de Tamaulipas lo que conocemos todos: un paraíso turístico.
Bueno es que tengamos intención de hacer las cosas bien, y sobre todo, que la gente pueda disfrutar de estos sitios que, en medio de un México sumido en acciones que tienen motivos para preocuparnos por la poca estabilidad social, tiene todavía el recurso para ir a la playa, disfrutar de sus arenas y sus aguas templadas, de su gente y sus vendedores, que puede dejar algo de sus recursos económicos para reactivar la economía de la zona.
Si todos los puntos geográficos de la entidad tuviéramos el amor por la tierra que profesan los tampiqueños, los maderenses o los de Altamira, entonces podríamos disponer de más recursos naturales que se convertirán, sin duda alguna, en punto de generación de dinero, de recursos para todos y obviamente, en pretexto ideal para tener un mejor desarrollo en todas partes.
Por lo pronto, hay que ir a la playa, disfrutar de sus encantos y dar gracias porque podemos vivir esta maravillosa oportunidad.
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