Entre Nos/Carlos Santamaría Ochoa *El tapabocas

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Antes, eran productos que veíamos en los hospitales, aunque no en cualquier área: los tapabocas hoy se han convertido en parte del paisaje urbano y cotidiano, aunque en la mayoría de las veces, para ser honestos, son producto de la exageración de muchos.
Recordamos perfectamente aquel mes de abril, cuando en todo el mundo los cubrebocas (tapabocas o como les quiera llamar) eran artículo de lujo: como fue natural, los farmacéuticos hicieron su agosto y subieron el precio del producto, que se podía adquirir en prácticamente cualquier parte, pero a precios poco lógicos.
En cualquier crisis de toda índole hay gente que gusta de abusar, así como la que piensa que no se debe practicar el comercio poco ético, donde se abusa de las necesidades de la sociedad.
El caso es que los tapabocas eran pan de todos los días: los veíamos en las calles inclusive, “sufriendo” el ingenio mexicano que hizo de éstos unos perfectos lienzos para plasmar dibujos adecuados, cómicos, románticos y de todo tipo, lo que quedó plasmado en las muchas fotografías que se exhibieron en portales y diarios electrónicos.
Los tapabocas siempre han existido, y por lo general se emplean para que no haya infecciones producto de los microbios y seres vivos que emanan de la boca, sea por consecuencia de un diálogo común y corriente, o porque padecemos alguna de esas enfermedades que requieren medidas de sanidad emergentes y un poco mayores a las cotidianas.
Por ejemplo, el odontólogo siempre se cubre la boca cuando está con un paciente para evitar conflictos con la salud de cualquiera de los dos. Muchos profesionales lo emplean, e inclusive existen algunas “versiones” industriales que son empleadas por cierto tipo de obreros.
Hoy, los tapabocas o cubrebocas están e boga, aunque el secretario de Salud José Ángel Córdoba dijo que no se necesitarán, pero la verdad es que la mayoría de los ciudadanos estamos ya asustados con un probable contagio de la llamada Gripe AH1N1 (Ojo, Elba Esther); las declaraciones del máximo responsable de salud en el país nos dejan dudas al respecto, ya que por lo que hemos escuchado en los últimos días, no se puede tener certidumbre de sus palabras.
Recuerde el lector que prometió y aseguró 30 millones de vacunas, que inclusive fueron motivo de comentarios por su origen chino, y ahora nos ha dicho que son 20 millones los que se han garantizado, y que los otros diez están “apalabrados”, mas no seguros para los mexicano.
Otra cosa muy interesante del doctor es el que haya dicho que las famosas vacunas llegarán allá por los últimos días del año, es decir, nos vacunarán contra algo que ya está dentro de la población con toda su fuerza.
Es algo similar a enviar lanchas salvavidas y botiquines a una zona donde ya entró el huracán o el ciclón, donde el tsunami ha causado ay estragos, y entonces decidimos enviar camiones para desalojar.
Una de las cosas que la gente aprecia enormemente del gobierno de Tamaulipas es precisamente su capacidad para prevenir desgracias: cuando viene un huracán –que no se puede evitar ni los manda partido político alguno- los sistemas de Protección Civil funcionan a grado tal que se puede evacuar a los posibles damnificados, propiciando que, si bien es cierto, se registran pérdidas, éstas se circunscriben a aspectos materiales. La vida humana se garantiza con acciones que todos aplaudimos y que están ahí.
Córdoba podría haber aprendido algo en sus múltiples visitas a la entidad, y mire usted que los secretarios a nivel federal tienen un presupuesto mucho mayor que los estados.
Y es cuando pensamos que, lejos de procurar el uso del tapabocas para no enfermar de la Gripe, antes llamada porcina, podríamos considerar su uso en un mejor empleo: para evitar que ese peligroso virus salga y contagie, que acabe considerándose una epidemia o inclusive, una pandemia: el virus del rumor y la mentira.
No estamos ahora para escuchar mentiras y cosas que no nos favorecen para nada. Los mexicanos ya no queremos saber de todo eso que se dice por allá, de lo que se comenta en cualquier parte y constituye una oportunidad para hacer crecer el contenido del mensaje, exagerando o incluyendo aspectos producto de la fantasía, para magnificar las cosas.
Cierto, México debe sentirse orgulloso de los comentarios a nivel mundial por su acción cuando la Gripe AH1N1 de mayo pasado: la verdad, tuvimos una buena reacción como nación a pesar de que sabíamos que nos costaría muchos millones de pesos en pérdidas. Asumimos el costo económico para garantizar la salud.
¿Qué trabajo nos cuesta no decir mentiras?
No interesa saber todo, sino estrictamente lo necesario, y en materia de salud, lo menos que podemos exigir es la verdad. Imagine el lector que nos oculten, por ejemplo, que en época lluviosa haya dengue, o que en las temporadas del calor tan insoportable nos digan que no hay peligro de enfermedades gastrointestinales.
No se vale, honestamente, que una dependencia tan importante como la que dirige Córdoba nos diga ahora que no hay la cantidad de vacunas, y sobre todo, que no nos hablen con la verdad: ¿Sabe usted que aproximadamente al 15 por ciento de los que se vacunan contra la influenza les ocasiona reacción y caen enfermos de ese padecimiento, que, a decir verdad, es terriblemente molesto?
Ese dato, lo tienen especialistas y quienes manejan la salud, pero José Ángel prefirió, probablemente, no decir nada, y hacer uso de un modesto y precautorio tapabocas.
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Atentamente: Mtro. Carlos David Santamaría Ochoa ¡Ten un buen día!

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