CARLOS LÓPEZ ARRIAGA/INTERIORES *Premio a la intención

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* De ideas felices se pavimenta el abismo.
* Garrote panista al sindicalismo enemigo.

Cd. Victoria, Tam.- Avanzado el otoño de 1976, último día de noviembre, en la jornada previa al relevo presidencial, JULIO SCHERER cuenta haber comido con su primo segundo JOSE LOPEZ PORTILLO en el restaurante del Lago, en Chapultepec, Distrito Federal.

Fresco el ambiente y esperanzadores los ánimos (carne, huisquis y un flan exquisito de postre) el inminente primer mandatario le hizo aquella confesión, palabras más, palabras menos, al periodista…

-Toda mi vida he querido ser valorado por mis intenciones, ahora seré juzgado básicamente por mis resultados.

Disculpe usted, pero me acordé de esta charla cuando supe que la fundación NOBEL había otorgado el premio de la paz al señor OBAMA.

Esto se supo el viernes pasado, cuando el caballero ni siquiera ha cumplido nueve meses en el poder y no hay resultados tangibles que presumir en la urgente asignatura de la pacificación universal.

Las tropas estadounidenses siguen en Irak y las amenazas de agresión menudean contra los pueblos de Irán, Afganistán y Corea del Sur.

Se diría que los jurados del Nobel premian su intención y aplauden sus buenos propósitos con un galardón que incluye 10 millones de coronas suecas.

Como cuando los propios americanos certifican que determinado gobierno del subcontinente “va en la dirección correcta”, sin esperar hechos tangibles, reconociendo tan sólo los buenos pasos, por chiquitos o simbólicos que sean.

Y mire usted, cuando un adicto se resiste un día (dos, tres) a inmolar la voluntad en aras de su estupefaciente favorito, diríamos que ha tomado el “camino correcto”, aunque unas cuantas horas no regeneran una vida entera consagrada al vicio.

Lo mismo podríamos decir de una nación militarista donde se cuentan con los dedos de una mano los presidentes ajenos al negocio de la guerra, en 233 años de vida independiente.

Algunos meses de buenos propósitos difícilmente borran los expedientes de Irak, Afganistán, Panamá, Grenada, Nicaragua, Vietnam, Camboya o Hiroshima, por mencionar los primeros ejemplos que se me ocurren, entre medio centenar.

Del dicho al hecho, solía aconsejar don MANUEL BUENDIA a sus alumnos de periodismo. Y del hecho al dicho, añadía puntualmente.

En el mundillo político mexicano, todavía hasta hace pocos años solían valorarse con perversa desmesura los “pronunciamientos” del presidente en turno.

Y los discursos eran citados, incluso, en la lejanía de los meses y aún años, con la veneración intelectual que un académico emplea cuando evoca a los clásicos.

Olvidaban con ello que los jefes de gobierno rara vez escriben (pergeñan, crean, idean) la fraseología estentórea que con calculada elocuencia pronuncian en la tribuna.

Si premiáramos únicamente el deseo, el propósito o la intención, tendríamos que otorgar el pase automático a todos los muchachos que se inscriben en la escuela, de primaria al doctorado.

Si el caso fuera, todos seríamos honestos por decreto y no habría necesidad de inspectores sanitarios, auditores fiscales o supervisores de calidad en las líneas de producción.

De buenas intenciones, reza el dicho popular, está empedrado el camino del infierno.

Empedrado, ojo, adoquinado, revestido, asfaltado, pavimentado y recapeado, cubierto y recubierto por incontables generaciones de individuos que actuaron con precisión milimétrica, en el sentido inverso de sus palabras.

¿Prometimos como nunca, fallamos como siempre?…

ZIGZAG

*** AL MOMENTO de escribir estas líneas se esperaba un discurso (21 horas, minutos más o menos) del presidente FELIPE CALDERON donde anunciaría la extinción de la compañía Luz y Fuerza del Centro, cuyo polémico líder MARTÍN ESPARZA poco o nada tiene que envidiar a los engendros más ilustres del viejo charrismo mexicano. *** LO CUAL no impide señalar que FELIPE emplea de manera por demás ostensible un doble rasero para distinguir al sindicalismo aliado del enemigo. *** Y EN ESTO, mire usted, no cuenta ni la catadura moral de los líderes, ni detallitos como sus fortunas cuantiosas o el método de elección (abierto o autocrático) empleado en el sucesivo proceso de encumbramiento y perpetuación. *** SOLO importa saber si son cómplices o adversarios, lo cual no hace diferencia en términos de moral pública o ética política. *** NO SE ESTÁ premiando ni castigando con ello el buen o mal ejercicio del liderazgo sindical. *** SÓLO se aplica el garrote a quien profesa afinidades partidistas diferentes y otorgando impunidad a quienes llevan votos a la urna blanquiazul. *** EN FIN, gracias al amable lector (jurisconsulto, doctor de la ley) que amablemente hizo contacto con el autor de estas líneas para opinar acerca del comentario publicado la semana pasada donde destaqué el extraño caso de un gobernador priísta (RIGO MEDINA, de Nuevo León) quien colocó en su despacho la imagen del jerarca porfiriano BERNARDO REYES, cuyas virtudes de eficaz administrador no le impidieron participar en la conjura que derrocó y asesinó al Presidente MADERO en febrero de 1913. *** NOS recuerda el lector (craso olvido) que quien detuvo a REYES en su intentona por tomar Palacio Nacional fue el general tamaulipeco (matamorense, para más señas) LAURO VILLAR, militar de carrera destacado en la intervención francesa, quien además sirvió con lealtad a media docena de gobiernos, de BENITO JUAREZ en adelante. *** ARREGLADO Matamoros. ***

BUZON: [email protected]

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