Los que somos padres de familia sabemos lo que significa tener un buen o mal maestro para nuestros hijos; el padecer a alguien que no cumple, que no enseña o que se ensaña con los pequeños es un viacrucis que vivimos muchos pero muchos individuos.
No todos los maestros son buenos, y eso lo sabe todo mundo. El resultado recientemente anunciado de la prueba ENLACE nos deja mal parados como entidad, y la verdad, habría que analizar qué está sucediendo en ese sentido, aunque hay quien considera que la culpa es de los padres, por no tomar en serio el examen, y de los estudiantes, por su “chiflazón” que les hace evitar la formalidad del mismo, es decir, la culpa de ambos es por el mismo motivo.
Dice el director de educación básica de la Secretaría de Educación en Tamaulipas, Mario Vargas, que la educación es de calidad no deseable porque los padres no tomamos en serio las cosas, porque los muchachos se ríen de las pruebas que no son “oficiales” de su ciclo escolar, por la nutrición y problemas emocionales; bueno, la faltó decir que por culpa del impuesto al 2 por ciento para la pobreza también tenemos mal aprovechamiento.
La verdad es que las instituciones se miden por sus resultados; no hay nada mejor que tener una buena calificación para considerar que la institución sirve, que tiene calidad y que merece ser nominada, como sucede en casos tipo Instituto Tecnológico de Monterrey u otros similares.
No podemos pensar que la mencionada prueba no sirve, y menos, declarar que se hará una prueba en marzo próximo para saber cómo andamos, o sea, para justificar un mes antes la falta de aplicación y conocimientos.
Si usted va a alguna de las muchas primarias de la entidad, verá que en un buen número del planteles se encuentran cobrando muchos émulos de dirigente sindical: esos individuos que se ostentan dentro del magisterio y que no son más que un grupo de personas que buscan la manera de vivir decorosamente a cambio de no trabajar.
El sindicato de maestros, y de todos es sabido, es una guarida de holgazanes y vividores que, en una muy importante mayoría solamente hacen por sus “derechos” y su lucha en el escalafón, lejos de propiciar lo que muchos maestros de antaño tenían como premisa: la calidad en los muchachos y su forma de aprender.
Dice el funcionario entrevistado que no comparte nuestro punto de vista, quizá porque no tiene hijos en edad escolar en escuelas oficiales, donde tenemos muchas veces que padecer los mil y un permisos que por derecho tienen los profesores, gracias a una “lucha” sindical que ha provocado que decenas de éstos no cuenten con la responsabilidad necesaria para un trabajo tan importante como es la docencia.
No somos de la idea de los que están en los escritorios planeando, cuando no tienen idea de lo que significa llegar a la escuela, con el calor del mediodía, el tráfico insoportable y encima de todo, tener que aguantar los mil pretextos de profesores que no enseñan.
Los que laboramos en el nivel superior –universidades y tecnológicos- sabemos lo que es: nos dicen que los muchachos egresan con deficiencias atribuibles a nosotros, cuando somos quizá los menos culpables: la verdad es que muchos jóvenes llegan sin siquiera saber cómo es escribe “Tamaulipas”: si es con o sin “hache”, o si “Vaca” se escribe con B o con V.
Esos son problemas que se traen desde la educación inicial, y que vienen a rebotar en las universidades.
No podemos culpar a los profesores universitarios porque los jóvenes no tienen habilidades para estudiar o investigar, porque no saben escribir ni sumar. Ahora resulta que nosotros somos los responsables.
Entonces, la pregunta sería: ¿Qué carambas hicieron durante doce años de educación formal? ¿Dónde estaban sus maestros?
Y nos dice don Mario que la prueba ENLACE no vale, que no supone el tener o no calidad, que ahora resulta que es una pérdida de tiempo (palabras más, palabras menos). Nos dice el funcionario que harán una prueba preliminar un mes antes para saber de antemano los resultados, ¿o sea, 30 días antes podrán buscar justificante a las malas calificaciones?
No concebimos la misma opinión que el profesor Vargas, porque hemos estado en los niveles donde la formación es clave: nuestros hijos han sido víctimas de algunos profesores o profesoras faltos de responsabilidad, y gracias al esfuerzo de muchos padres de familia, los muchachos tienen calidad, porque hay aún hoy en día padres que se preocupan por enseñar a sus hijos.
No todos somos irresponsables, como piensa el maestro Vargas.
Es tiempo de no echar culpas ajenas, de tomar el toro por los cuernos y enfrentar la realidad: el sistema magisterial está mal, los profesores, un gran número, son un cúmulo de holgazanes vividores que solamente buscan privilegios sindicales, y con eso hay que terminar.
A nadie le gusta escuchar una verdad seca, fuerte y directa, pero los que tenemos hijos sabemos que es la verdad.
El SNTE, lo peor que puede haber en el sistema educativo, y una mala planeación nos tienen así. El gobierno estatal tiene muy buena intención, solo es cuestión de dejarles hacer lo que se debe, y evitar con asuntos sindicales opacar los proyectos que se tienen.
Por favor, ayudemos a las autoridades: padres, alumnos y maestros, enfrentemos nuestra parte de responsabilidad, ya baste de culpar al de al lado, ¿no cree usted?
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Entre Nos/Carlos Santamaría Ochoa *Los “profes”
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