SALVO la natural esperanza que produce el hecho de observar un ligero avance de obra como es el traslado de sulfato de calcio al tramo de avenida en reparación, los vecinos de la calle Tercera entre Solernou y Hernán Cortes están que trinan en contra de la autoridad municipal.
El residente afectado, ya sea en su actividad cotidiana o bien en el ámbito comercial o empresarial, no entiende o no le interesa comprender si tal o cual obra, se ejecuta con tal o cual presupuesto o bien de tal o cual instancia de gobierno.
Al vecino, el que sufre las de Caín, como los todos los residentes en ese populoso sector, lo único que le importa es que los trabajos terminen de una vez por todas para volver a la relativa tranquilidad en que vivían apenas a inicios de este año.
Que si se trata de trabajos ejecutados con recursos del Programa Integral de Agua Potable y Alcantarillado o del FONDEN, que si eso depende de la Junta de Aguas y Drenaje, que si el alcalde ERICK SILVA SANTOS tiene o no responsabilidad como Primera Autoridad, que si el ingeniero MANUEL POLANCO MARTINEZ, secretario de Desarrollo Urbano, es el directamente responsable, o algunos otros argumentos más, en nada, absolutamente en nada benefician a los ciudadanos perjudicados por una obra mal planeada presupuestal y técnicamente.
Vale la pena recordar que, en una segunda etapa, se reactivaron los trabajos tendientes a reponer las redes subterráneas y pavimento en la calle Tercera en el tramo antes mencionado.
El objetivo final es convertir esa importante y prolongada calle que corre paralela de norte a sur y viceversa con la Sexta Avenida en un par vial que descargue el tráfico de vehículos en la tradicional arteria matamorense.
Es conocido que el crecimiento citadino a la par con el padrón vehicular, provocan un verdadero caos en la temporada de lluvias, toda vez que se convierte en la única vía segura de tráfico para los automovilistas.
Asimismo, es innegable que la calle Tercera es la única arteria que desemboca en la avenida Pedro Cárdenas, al sur de la ciudad, por lo que el proyecto urbano es viable y necesario.
Sin embargo, la mala planeación de obra tanto en lo referente a pesos y centavos, ejecución técnica por fallas del subsuelo o, incluso, en todo lo que tiene que ver con las condiciones climatológicas son factores que ahora están incidiendo en un grave problema social.
Lo peor del asunto es que la burocracia gubernamental también ha aportado su granito de arena en esa calamidad que tiene al borde de la desesperación a los residentes en ambos lados de esa rúa.
El caso es que, como se trata de una obra ejecutada con recursos federales, ninguna otra instancia de gobierno puede meter mano en esos trabajos urbanísticos.
Al menos ese es el argumento oficial que esgrime la autoridad municipal ante los inconformes quienes, además, han sido enterados que por el resto del año es muy difícil que la obra se reanude por falta de presupuesto.
Así es como se las gastan esos “genios de escritorio” que desde la comodidad de una oficina, planos, presupuesto y expectativa de licitación sobre el escritorio planifican el desarrollo urbano de una ciudad.
Lo único que verdaderamente les interesa es la tajada económica que se embolsarán con la asignación de la obra y, el ejecutor, retirar de inmediato su utilidad de la partida presupuestaria, ejercer el resto hasta que se agote y esperar la autorización de nuevos recursos.
Eso es exactamente lo que está sucediendo con la paralización de obra en ese tramo de la calle Tercera.
La empresa ganadora del contrato invirtió lo asignado e importándole un rábano las penurias de los vecinos, abandonó la obra hasta en tanto el programa federal reactive el presupuesto.
Justo ahí es donde la autoridad gubernamental que asigne tal o cual obra debiera contratar empresas constructoras con suficiente solvencia económica para estar en condiciones de financiar los trabajos en determinado momento y no estar supeditados a la insensible burocracia oficial.
Pero no, tal parece que al funcionario sólo le interesa el diezmo y al constructor ganar, como es lo lógico en cualquier empresa, pero sin invertir un solo centavo en apoyo financiero.
Desafortunadamente, para llegar a la meta trazada respecto al pretendido par vial todavía están por venir nuevas penurias para los habitantes a lo largo de ese sector.
Tomando en cuenta el avance de obra durante la administración de BALTAZAR HINOJOSA OCHOA y el que registra el actual trienio presidido por ERICK SILVA SANTOS, no es aventurado predecir que habrán de pasar al menos un par de alcaldes más por el ayuntamiento de este puerto fronterizo antes de que se concluya ese proyecto.
La diferencia entre el primero y el segundo es la inversión municipal en la primera etapa, desde la avenida Cavazos Lerma a Solernou, y la asignación de recursos federales para el tramo de Solernou a Hernán Cortes.
Durante la gestión de HINOJOSA OCHOA tales trabajos tuvieron una duración aproximada de 18 meses en un tramo tentativo de un kilómetro. En el período de SILVA SANTOS, más no bajo su responsabilidad en lo que se refiere a la planeación y presupuesto, la reposición de redes subterráneas y pavimento en tan sólo 300 metros se ha extendido a seis meses, más lo que se acumule por la falta de recursos económicos.
¿Cómo la ve?
Y hasta la próxima.
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