Entre Nos/Carlos Santamaría Ochoa *Las barbas a remojar

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El hecho de que haya desaparecido la Compañía de Luz y Fuerza del Centro ha despertado una serie de comentarios, buenos y malos. Hay quien piensa que es la tendencia del gobierno federal ante una lucha contra los sindicatos, y quien considera que era justo, porque la verdad, los líderes sindicales son personas muy “sui géneris”: se quejan de los excesos de la administración federal, pero no escatiman en gastos superfluos, lujos y desvío de recursos.
Recuerde el lector lo que sucedió, por ejemplo, con el otrora sindicato petrolero cuando un individuo de mote “La Quina” era prácticamente el dueño de la paraestatal: disponía de recursos, personal y de la dignidad de todos.
No se olvida que llegaba Joaquín Hernández Galicia a Victoria rodeado de un grupo de pistoleros que le cuidaban las espaldas, pero de una manera insultantemente grosera para todos. Tampoco se olvidan los excesos del “campeón de la lealtad” Salvador Barragán Camacho y muchos otros más.
Claro, la memoria se va con los dineros, y muchos que adoraban como si fuera sagrado a “Don Joaquín” hoy reniegan de su existencia, cuando el ex cacique petrolero perdió prácticamente toda su fuerza.
Eran tiempos en que los gángsters temblaban al lado de los líderes sindicales, y hoy, no ha cambiado mucho la cosa: cheque el lector a la Gordillo, a Romero Deschamps y otros más, como el señor Francisco Hernández Juárez, quien desde sus posiciones políticas sigue criticando al sistema, pero sin salir de él.
En la entidad hay uno que otro lidercillo que tiene miedo de que el presidente Calderón haga algo similar y pueda acabar por decreto de uno que otro vividor que está millonario gracias al esfuerzo de los trabajadres.
Hay sindicatos locales que tienen su dosis de cacicazgo y siguen creciendo en vicios y malversación de fondos. Es increíble lo que se ha hecho con una agrupación que fue concebida para defender los derechos de los que trabajan y se ha convertido en botín de unos cuantos, y eso lo sabe el mundo entero.
Cierto, la medida no es nada popular, pero mucha gente espera que haya más acciones similares, no contra la vida sindical sino contra los vividores de los sindicatos, que no es igual.
No es posible que los líderes duren tantos años; no es saludable por donde quiera que se le vea, y las autoridades deben considerar un mecanismo que permita que no haya excesos ni en el gasto de recursos ni en los tiempos para dirigir, porque, insistimos, no es nada sano saber que siguen, siguen y siguen sin importar las aspiraciones de otros grupos o personajes.
Los líderes siguen cada vez más ricos, cada ocasión tienen mayores recursos que desvían en francachelas y cosas particulares, pero no participan de los beneficios a la base sindical, a la que se deben.
En ese sentido, la dirigente de la FSTSE Martha Guevara De la Rosa se queja de los métodos del presidente Calderón, y es interesante su postura, sin embargo, no conocemos a un dirigente que haya vivido en forma modesta: el liderazgo constituya un negocio, y quien no quera verlo de esa manera está equivocado. No es nada nuevo, pues.
¿Qué va a suceder? La verdad, no sabemos, pero este martes la ciudad de México, con el pretexto de los aguaceros nocturnos, amaneció en muchos sectores sin energía eléctrica.
Hay que meter orden, eso lo tenemos muy claro, pero no se puede jugar con las necesidades de los trabajadores, y menos, con las de los usuarios que, en este caso, tiene ya problemas de energía eléctrica y de orden en la ciudad más contaminada del mundo.
Ya causó problemas en una charla la opinión que tenemos acerca de los sindicatos: son grupos de cómplices que se juntan para vivir holgadamente a costillas de los demás, de los que mayor nivel de ignorancia tienen y que se dejan manipular por actitudes populistas que no dejan nada bueno ni representan beneficio alguno para los agremiados.
Honestamente, la vida sindical es difícil en una nación como la nuestra, y más por la complacencia existente en la autoridad competente.
Sería muy saludable el saber que los sindicatos realmente defienden al trabajador, pero al que trabaja y que no tiene derechos justos, no al haragán que vive de fiesta en fiesta, de halago en halago y que piensa que esta vida es la adecuada, sin importar el pisotear los derechos de sus compañeros.
Lo que ha hecho Felipe Calderón es para ponerse a pensar en las consecuencias que podría traer el seguir considerando a los sindicatos como botines personales o familiares, que ya no se crea que un líder sindical es eterno, y que se haga algo por lograr que el sindicalismo recupere el protagónico papel que le corresponde.
Somos de la idea de que, si no sirven, deben desaparecer y dejar de ser botín de unos cuantos: el líder y su camarilla.
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