PALACIO/Mario A. Díaz Vargas *¿Dos varas para medir?

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BUENO sería que, efectivamente, el presidente FELIPE CALDERON HINOJOSA hubiera decidido desaparecer por decreto la paraestatal Luz y Fuerza del Centro y borrar de un plumazo al Sindicato Mexicano de Electricistas pensando y actuando con sentido social.

Malo, que el objetivo real esté encaminado a combatir un reducto político opositor al régimen, aunque, eso sí, bastante bien cubierto con el camuflaje de la Ley y el estado de derecho.

Como era lógico, la polarización de opiniones no se hizo esperar lo mismo en ambas cámaras del Congreso de la Unión que entre dirigentes de partidos políticos, líderes sindicales, usuarios de ese servicio e iniciativa privada.

Lo menos que le resulta en contra al presidente CALDERON es aquello de que no hagas cosas buenas que parezcan malas.

Cierto es que la impunidad con que se manejan la mayoría de las organizaciones sindicales en el país ha generado, en algunos casos, la aparición de una casta divina que vive, lucra y se mantiene de las cuotas de sus agremiados.

También, que en ocasiones la fuerza sindical se convierte en un impedimento para el desarrollo económico al adoptar posturas intransigentes a la hora de las negociaciones obrero-patronales.

Las prebendas y conquistas de los obreros afiliados al Sindicato Mexicano de Electricistas, a las que no tienen acceso millones y millones de mexicanos, es la punta de lanza del argumento del gobierno calderonista.

Desde luego que existe razón plena cuando con números en mano se comprueban los extravagantes beneficios de que gozaban lo mismo sindicalizados en activo que los ya jubilados.

Sin embargo, surge el primer lógico cuestionamiento ¿qué acaso sólo en ese organismo sindical se registra ese tipo de actividad?

Por supuesto que no se trata de realizar una defensa a ultranza a favor de los electricistas de Luz y Fuerza del Centro, sino simple y sencillamente subrayar que la impunidad sindical no es exclusiva de esa organización.

Justo ahí es donde una acción gubernamental que podría calificarse como de alto sentido social se ve enrarecida por una eventual parcialidad oficial.

Si la extirpación de ese cáncer que representan los cotos de poder en muchos organismos sindicales fuera una acción de Gobierno en donde se utilizara una misma vara para medir el rasero, otra cosa sería.

En el caso que nos ocupa, al menos hasta el momento, es evidente que el decreto presidencial sólo fue diseñado para impactar de lleno en el Sindicato Mexicano de Electricistas, considerado como un bastión perredista y, concretamente, de ANDRES MANUEL LOPEZ OBRADOR.

Cierto, no faltará quien o quienes piensen, crean, opinen o den por hecho que se trata del inicio de una batida generalizada en contra de los sindicatos y su impunidad.

Sin embargo, nadie en su sano juicio podría tan sólo imaginar una embestida calderonista en contra del organismo más poderoso y numeroso de América Latina, como lo representa el Sindicato Nacional de los Trabajadores de la Educación (SNTE).

O bien, una acción similar enfocada hacia la organización sindical que agrupa a los trabajadores petroleros, a quienes tampoco les caracteriza vivir en condiciones similares a millones de obreros.

Resulta poco menos que imposible que el presidente FELIPE CALDERON HINOJOSA se atreviera a levantar la mano en contra de esos poderosos liderazgos sindicales que representan ELBA ESTHER GORDILLO MORALES y CARLOS ROMERO DESCHAMPS.

Lo anterior, por supuesto, no enfocado desde un punto de vista de medición de fuerzas, eventualidad en la que, obviamente, llevaría las de ganar el orden constitucional.

Al respecto, basta recordar la brutal arremetida del entonces presidente de la República CARLOS SALINAS DE GORTARI en contra del otrora poderoso líder sindical JOAQUIN HERNANDEZ y la amenaza velada a quien en aquel tiempo llevaba las riendas del sindicato magisterial, CARLOS JONGITUD BARRIOS.

Es decir, ninguna organización sindical puede estar por encima del poder que brinda la Constitución Mexicana, aun y cuando éste sea empleado para satisfacer otros intereses, como en el “quinazo”.

Dicho de otra forma, está sucediendo exactamente lo mismo hoy en día con la alternancia que durante la época del priato. El fantasma de la venganza política se hizo presente lo mismo en el pasado que en el presente.

La controversia constitucional, la valentía gubernamental, el enojo sindical, la algarabía empresarial y la supuesta o real extirpación de un cáncer social son posturas que, ni juntas, podrá convencer a los mexicanos que realmente el decreto presidencial surgió de una demanda social.

DESDE EL BALCON:

Atendiendo la amable invitación del gobernador del estado EUGENIO HERNANDEZ FLORES, vía Distrito Federal estaremos en ciudad Victoria para acompañarlo en la comida campirana ofrecida en su honor con motivo de su cumpleaños, a partir de las dos de la tarde.

Por la mañana, si la agenda no cambia, el Jefe del Ejecutivo Estatal conviviría durante un almuerzo con autoridades municipales y grupos representativos, en la ciudad de Valle Hermoso.

Felicidades y gracias al mandatario estatal.

Y hasta la próxima.

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