Entre Nos/Carlos Santamaría Ochoa *Preparación, necesaria

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Dijo el diputado Felipe Garza Narváez, según información consignada en algunos medios, que no se requiere preparación para ser diputado, sin embargo, es muy probable que el juego de palabras haya propiciado una confusión al respecto.
El líder del Congreso tamaulipeco es universitario, tiene preparación académica y mucha experiencia política, y pensamos que a lo que se refirió es a que no existe en universidad alguna la licenciatura en diputaciones o algo por el estilo, que no hay un estudio específico que avale a un ciudadano a ser diputado, senador, gobernador o alcalde.
En ese sentido, la historia registra que hemos tenido gobernadores, como es el caso de Tamaulipas, de diversos gremios profesionales: Enrique Cárdenas González no tenía profesión, y el doctor Emilio Martínez Manautou era médico; Cavazos Lerma y Yarrington Ruvalcaba abrazaron la profesión de economistas, y Américo Villarreal Guerra era ingeniero en aspectos hidráulicos. Eugenio Hernández Flores es ingeniero civil, y todos han tenido una administración competente que ha sido objeto de calificaciones positivas por parte del mejor de los jueces: la ciudadanía.
Los enemigos de Felipe Garza Narváez han criticado su formación profesional, sin embargo, el que sea odontólogo de formación no ha sido impedimento para que en tres ocasiones distintas llegue al Congreso local por la vía del voto de la ciudadanía, es decir, avalado por quien necesita tener sus representantes: el pueblo mismo.
No hay mejor juez que el mismo pueblo: la ciudadanía es la encargada de premiar o castigar a quien tenga aptitudes para llegar o no, y una clara muestra es que gracias al pésimo trabajo que realizó el señor Vicente Fox Quesada, el PAN ha tenido únicamente descalabros desde entonces, prueba irrefutable de que el juicio popular no se equivoca.
En ese sentido, no se puede negar la trascendencia de la opinión ciudadana, porque somos los que llegamos con nuestra credencial de elector los que finalmente decidimos quien será el que gobierne o nos represente.
Felipe Garza Narváez comentó que en el Congreso tamaulipeco están los representantes que nosotros elegimos, y por eso es la voz del pueblo, la voz que juzga, la que decide.
Y mire usted que en la Constitución Política del estado de Tamaulipas, en la fracción IV del artículo 29 se especifica que para ser diputado se requiere suficiente instrucción, aunque podríamos interpretar que para llegar a ese puesto sería necesario que la persona sea políticamente apta, capaz y preparada para ocupar dicho cargo, es decir, que tenga aptitudes tales como capacidad de debate, inteligencia, raciocinio, lo que algunos “pluris” no demostraron y prueba de ello es que siguen en problemas legales, como el señor Cabeza de Vaca, quien aún a estas alturas piensa que el fuero legislativo le permite delinquir e inclusive robar propiedades con patente de corso.
Ese nombre es bueno para poner el ejemplo de lo que debe evitarse en una elección respecto a los candidatos.
El diputado Felipe Garza Narváez explica con una ampliación a sus palabras, que el hecho de pedir una profesión para ser diputado podría interpretarse como un acto discriminatorio, ya que existen algunos sectores donde la escuela y la universidad están tan lejanas como nosotros de salir de la crisis. Si eso fuera necesario, más del 70 por ciento de los mexicanos estaría impedido para ser electo en un cargo de elección popular.
¿Quién determina la capacidad o aptitud? En principio, el partido político, y luego, la gente que vota y elige.
Somos nosotros mismos los que determinamos si “Juan” o “Pedro” tiene la suficiente capacidad para ser legislador, por ejemplo, y nosotros decidimos si la instrucción que tiene es la necesaria para tener una buena gestión.
Claro, los partidos a veces se equivocan, y como ejemplos de lo anterior tenemos al mismo Cabeza de Vaca, a la señorita Chavira y otros más, quienes se han dedicado a vivir del presupuesto legislativo, entorpecer y enlodar todo lo que les llega y renegar de todo, como magistralmente lo hace el señor López Obrador a nivel nacional.
En base a lo anterior, concluimos que es el ciudadano común y corriente quien determina la capacidad y trayectoria necesarias, y es quien avala su llegada –o no- al Congreso, local o federal.
Hemos tenido gente muy brillante en los últimos años; igual, gente que no tiene un ápice de inteligencia. Ha habido de todo. El pueblo también se equivoca y a veces elige a quienes no debe, pero cuando se da cuenta, la enmienda es muy drástica y tiene consecuencias dolorosas, por lo que quien aspire a un cargo, lejos de tener una profesión, debe tener valores, valor, honorabilidad y una capacidad enorme para hacer política, y no buscar defenderse con el fuero de sus problemas generados en otros cargos políticos.
El buen político, con carrera profesional o sin ella, puede llegar muy lejos. El título es secundario cuando se tiene una gran capacidad, y si no, hay muchos ejemplos latentes en la comunidad.
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Atentamente: Mtro. Carlos David Santamaría Ochoa ¡Ten un buen día!

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