Le decían La Chiquis. Ella se metía a bañar y pasaban y pasaban las horas y se seguía restregando con el zacate su cuerpo.
Y por más que le decían que ya estaba limpia, que ya no se tallara, que se iba a sacar sangre, ella seguía tallándose con mucha fuerza y gritaba que se quería borrar “todo lo que esos viejos cochinos le habían hecho”.
La Chiquis es una de las niñas rescatadas por la Coalición contra el Tráfico de Mujeres y Niñas en América Latina y el Caribe (CATWLAC, por sus siglas en inglés), en febrero pasado, de un burdel en Coatzacoalcos, Veracruz, junto con otras 40 niñas entre 8 y 12 años de edad.
De acuerdo con la Organización de las Naciones Unidas, en 21 de las 32 entidades federativas existe turismo sexual y anualmente 85 mil niñas y niños son utilizados en actos de pornografía en México y con fines de prostitución.
Dichas estadísticas han llevado a que México esté en vías de convertirse en la Tailandia de América Latina, afirmó Teresa Ulloa, directora regional de la CATWLAC, conformada por cerca de 300 organizaciones no gubernamentales en 25 países de América Latina y el Caribe.
Susana Sottoli, representante del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), afirmó que mientras existan niños excluidos de la visión de las políticas públicas y mientras existan niños que no gozan de los derechos que tienen hacia una vida saludable al derecho a la educación, derecho a vivir con su familia, “entonces van a emerger con cada vez más fuerza estos fenómenos”.
En entrevista reconoció que México es un lugar proclive para que se dé el fenómeno de trata y explotación sexual infantil debido a la situación geográfica del país, porque es destino, origen y paso para flujos migratorios.
LA CHIQUIS, GRIS Y OTRAS 39 NIÑAS. Una de las pequeñas rescatadas del burdel de Coatzacoalcos, llamada Gris, de 10 años de edad, narró que permanecía con otras 40 niñas en un burdel, donde les daban una droga llamada piedra.
“Ahí llegaban señores, algunos de traje, otros con overol o camisas beige y un escudito y nos obligaban a sentarnos en sus piernas y nos hacían cosas (…) como no queríamos y nos dolía, nos obligaban a inhalar piedra”, dijo.
Gris recordó que “la dueña nos arreglaba y cada vez que llegaban uno o varios clientes, nos despertaban, nos hacían inhalar y nos sacaban a la sala para que los señores escogieran. Pagaban 500 pesos a cada uno. Teníamos que atender como a 10 señores cada una al día”.
Gris, quien fue rescatada junto con las otras niñas por agentes policiacos y protegidas por CATWLAC, agregó que cada semana traían a niñas nuevas, “a las niñas que ya no pensaban y que se les escurría la baba, las echaban a la calle como basura”.
“Un día llegó la policía y nos rescató. Nos llevaron a un hotel y ahí nos estaba esperando personal de la Coalición, nos ayudaron mucho. Buscaron a nuestras familias, y a muchas se las llevaron a un hospital”, recordó Gris.
“Recuerdo a La Chiquis que se metía horas y horas a bañar, a muchas nos llevaron a un albergue especial para que pudiéramos aguantarnos cuando necesitábamos la piedra. Muchas de mis compañeras ya no se pudieron recuperar ni regresar con sus familias. Otras aquí seguimos, tratando de recuperar nuestra infancia”, dijo la pequeña.
Comentó que una de las psicólogas “nos dice que tenemos que tener un proyecto de vida. Pero es bien difícil olvidar lo que nos hicieron. Ya voy a la escuela, pero me cuesta mucho que me toquen… hoy tengo 16 años y muy pocas esperanzas y sueños…”
UNO DE CADA CINCO. Actualmente de cada cinco seres humanos víctimas de trata uno es menor de edad, apunta un estudio realizado por la Organización de las Naciones Unidas contra la Droga y el Crimen Organizado (UNDOC).
De acuerdo con el reporte de la ONU, más del 80 por ciento de las víctimas de trata —en el mundo— son niñas y mujeres, “lo más preocupante” es que son niñas y niños abusados y explotados sexualmente, víctimas de la pedofilia o la pornografía”.
En 2007, el relator especial de Naciones Unidas contra la Venta de Niños, la Explotación Sexual y la Pornografía Infantil, Juan Miguel Petit, señaló que en México cerca de 80 mil niñas y niños son víctimas del abuso con fines de pornografía y prostitución.
En México, un país que por su cercanía con Estados Unidos lo convierte en zona que expulsa, atrae y es paso de migrantes, no hay datos oficiales sobre la dimensión de la trata de personas. No obstante, existen denuncias de organismos internacionales que han dado cuenta de su existencia, agregó Teresa Ulloa.
En este sentido, Susana Sottoli dijo que existen estadísticas, pero también existen muchos desafíos en términos de ser realmente confiables, actualizadas y en calidad de los datos.
La representante del organismo internacional aseveró que todo lo que pueda estar sucediéndole a los niños y adolescentes tiene que hacerse visible y tiene que hacerse conocido por la sociedad en todos los aspectos de violencia, explotación sexual o exclusión escolar.
Sostuvo que el fenómeno de explotación sexual infantil o la violencia se presenta de manera tal que el primer desafío es conocer exactamente la magnitud del problema, “para eso es necesario tener buenos sistemas de información porque en la medida que no se sepa la magnitud y las características de lo que está pasando es muy difícil tener políticas adecuadas”.
Sottoli apuntó que se necesita tener más información y “por supuesto esa información tiene que ver con los sistemas oficiales de información, pero también la posición alerta y de la sociedad que denuncie y que saquen a la luz todo este fenómeno”.
