Entre Nos/Carlos Santamaría Ochoa *Las Gaviotas

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Muchas cosas hay acerca de estas aves: se ha escrito, como suele suceder, a favor y en contra de su forma de vida. Hay quienes les ubican como verdaderas aves de rapiña, y quien considera que son valiosas, hermosas y además, insustituibles en el paisaje marino.
Llama la atención en las playas españolas ver a las gaviotas volar y buscar su alimento, tanto en el mar como en los altos pinos, propios en nuestro país de regiones muy frías que nada tienen que ver con la playa y sus encantos.
Allá, las playas son muy frías, y están junto a grandes bosques de abetos, pinos y variedades de coníferas muy conocidas por nosotros, pero en las heladas sierras.
El caso es que la gaviota ha sido objeto de innumerables historias. Ya hasta mexicanizamos una al ubicar al gobernador del estado de México con “su Gaviota”, por el nombre del personaje que interpretó su prometida en aquella telenovela que hizo época.
Richard Bach escribió un libro titulado “Juan Salvador Gaviota”, en el que narra las historias de una gaviota en especial, cuya intención era la de trascender, sin embargo se enfrenta a la tradición de las gaviotas y sufre castigos, destierros y accidentes en pos de ser única, de alcanzar niveles nunca antes vistos.
Juan Salvador Gaviota sufre mucho pero llega a lo más alto del mundo, pese a que los tradicionalistas no le permitían, tal y como sucede en un mundo como el nuestro, donde el que está en un cargo no permite que quien tiene capacidad pueda llegar lejos, por temor a que le supere.
Recordamos aquel chiste de los seres humanos en un cesto, y que los americanos se quejaban con Dios del por qué no estaban los mexicanos con una tapa en el cesto, a lo que el Creador contestó: “no necesitan, nunca se van a salir, porque cuando uno sobresale, los demás se encargan de jalarle los pies y derribarlo”.
Así sucede con las gaviotas del libro de Bach: no permiten que Juan Salvador llegue a sobresalir, lo que mucho tiene que ver en política y en cualquier institución oficial donde se debe buscar siempre la excelencia.
Hay uno que otro “gaviota” que no deja que volemos alto, porque el éxito de los demás estorba sobremanera.
De esos hay en cualquier gobierno y administración, gubernamental, académica, comercial o intelectual: siempre hay uno que se encarga de poner la mayor cantidad de piedras en el camino para que los demás no suban.
Y esas piedras se ponen, muchas veces, a través de esa gentuza que trabaja para los perversos que estén en el cargo, y son esos pequeños seres los que ponen las trabas necesarias a través de chismes, intrigas, inventando comentarios, enviando correos electrónicos a uno y otro país para poner en mal a alguien, y lo más grave es que uno que otro encumbrado o destacado –por el cargo, no por su calidad moral- hace caso de todo lo que dicen los envidiosos, chismosos y mediocres seres que sobreviven en toda nómina oficial.
Algunos se escudan en su sonrisa o en su género, en su habilidad para organizar fiestas o en la forma en que saben entretejer intrigas, a manera de querer lograr que los altos mandos se forjen la idea de que los atacados son gente conflictiva.
Entiéndase el término “conflictivo” que se aplica a aquel que quiere hacer las cosas bien y se resiste a aceptar los mediocres procedimientos que se llevan a cabo, que no entiende que la academia y el basquetbol sean lo mismo, que tampoco entiende cuando busca a un funcionario y vive en reuniones, en juntas, en todo, menos en su puesto.
Esos son los que hacen daño, los que llevan mensajes de intriga y no dejan a las instituciones crecer, que evitan que lo bueno sobresalga porque no tienen la capacidad para entenderlo.
Esos, pequeños enanos intelectuales, son los que seguramente saldrán sacudidos como tórtolas en una parvada de gaviotas, porque no tendrán cabida dada su pequeñez humana y su falta de inteligencia.
Han subsistido años en el presupuesto oficial porque nadie se ha percatado del daño que hacen, hasta que alguien que quiere hacer las cosas les ubica en su exacta dimensión.
Ahora, habrá que ver los resultados de las intrigas contra las verdaderas quejas de falta de honestidad, falta de trabajo y de consistencia y resultados.
Esos pequeños tendrán que hacerse a un lado, sin lugar a dudas, y estorban en cualquier administración oficial, sea del tipo que sea: gubernamental, académica, institucional o social.
Esos deberán dejar el barco antes que todos –como las ratas- y dejarán las bodegas limpias para que quien llegue o vuelva a llegar pueda limpiar los cuartos y estar cierto que un barco limpio, libre de enanos y ratas podrá llegar, por cuatro años más, a un muy buen y excelente puerto, arropado por la capacidad de cada uno de sus marinos y maestres.
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Atentamente: Mtro. Carlos David Santamaría Ochoa ¡Ten un buen día!

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