Policías mexicanos, ¡a hacer dieta!

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Afuera de una estación del Metro de ciudad de México, dos policías comen pan relleno con masa de maíz frita en aceite, platillo que en la capital mexicana se conoce como “torta guajolota”.

Uno de ellos, con evidente sobrepeso, asegura que no tiene nada malo consumir ese alimento.

“Nunca me ha hecho daño, además en el servicio comemos lo que se puede”, le dice a BBC Mundo el policía Luis Garay.

Tal vez a él no, pero según estadísticas de la Secretaría de Seguridad Pública (SSP) de la capital, el 68% de los 35.000 policías uniformados padecen sobrepeso, y de éstos cerca de la mitad son considerados obesos.

Es un problema serio no sólo por el riesgo a la salud de los policías sino porque afecta su trabajo, sobre todo para atrapar delincuentes.

“Perseguían a alguien y sufrían un esguince, o no podían respirar ni seguir corriendo”, le dice a BBC Mundo Nora Frías, subsecretaria de Protección Ciudadana de la SSP.

Así, para combatir la obesidad, desde la semana pasada la policía capitalina aplica un programa voluntario de dieta y actividad física entre sus elementos, en el que participan, hasta ahora, sólo 1.325: el 3,7% del total.

Infartos

Durante mucho tiempo se descuidó la salud de los policías, reconoce Nora Frías.

Así, a diferencia de otras corporaciones del mundo, en la capital mexicana los elementos no están obligados a hacer ejercicio, e incluso algunos tenían 20 años sin someterse a un examen físico, indispensable para conseguir un ascenso.

A esto se suma la dieta de los policías. En los comedores de la corporación las raciones contenían hasta 4.000 calorías, y durante los rondines en las calles los elementos comen lo que pueden comprar con su sueldo, unos US$700 al mes en promedio.

La consecuencia es obesidad y en el caso de 354 policías, la combinación de hipertensión y diabetes. Son los casos más graves, aunque quienes padecen sobrepeso tienen un riesgo permanente.

“Hay problemas serios en la calle como caídas al caminar, que se les doble un pie o lo más grave, un infarto por no tener ni la condición física ni el cuerpo adecuado para esto”, dice la funcionaria de SSP.

¿Nuevos hábitos?

Cero, media, una y dos. La clave de la dieta que la secretaría de Seguridad aplica a sus policías.

Es decir, cero comida chatarra, media ración de alimentos con grasa o carbohidratos, una hora de ejercicio y dos litros de agua al día.

La SSP también redujo a la mitad las calorías en las raciones que distribuye en sus comedores, de tal manera que en lugar de pastas se ofrecen frutas y vegetales, por ejemplo.

El objetivo es que los policías y sus familias acepten los nuevos hábitos alimenticios, y en seis meses habrá resultados positivos, afirma Nora Frías.

Pero concretar los planes no será fácil, sobre todo porque el ingreso de los elementos limita el acceso a comida saludable, dice el policía Garay.

“Casi no hay verduras (vegetales), y cuando las venden son caras. Además los tacos son muy sabrosos”, remata.

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