COMO LA aprobación del presupuesto federal para el año próximo requerirá inevitablemente del sacrificio de los contribuyentes, sobre todo los ya cautivos en la Secretaría de Hacienda y Crédito Público, la obligada nueva apretada de cinturón, también, indudablemente, repercutirá en los procesos electorales venideros.
La renovación de poderes y alcaldías en varias entidades federativas, en el cada vez más cercano 2,010, traerá consigo la inconformidad ciudadana con manifestación en las urnas electorales.
Justo cuando apenas acaba de concluir el relevo de legislatura en la Cámara Baja del Congreso de la Unión, cuyos integrantes, antes candidatos, se rasgaron las vestiduras jurando y perjurando que defenderían las causas populares y se negarían a cualquier incremento en las tasas impositivas, ahora resulta que, prácticamente, se están tragando sus propias palabras.
Como es natural, el descontento ciudadano es tal que no respeta colores ni ideologías partidistas, por lo que la crítica es por igual a las tres corrientes políticas de mayor presencia en el territorio mexicano.
La tradicional porra de la afición lo mismo va dirigida para los diputados federales del Partido Revolucionario Institucional, el del Sol Azteca y Acción Nacional.
Independientemente de razonamientos de tipo económico que justifiquen alzas en los impuestos ya establecidos o la creación de otras tributaciones, lo cierto es que, apenas antes del 5 de julio del año en curso, los solicitantes del voto popular para la Cámara de Diputados apuntalaban su proselitismo en decir no a cualquier intento por aumentar los impuestos.
Luego de cambiar su estatus de electos a constitucionales, apenas tomaron protesta, los flamantes diputados federales traicionaron a quienes los llevaron a la máxima tribuna de la Nación.
Que si es justo y necesario, que no hay otra manera de soportar el gasto corriente, que están en riesgo la gobernabilidad y programas sociales y varios etcéteras más, eso es simple y sencillamente otro cantar.
Lo cierto, lo que no tiene ninguna duda, es que los ahora legisladores federales de todas las fracciones partidistas prometieron a sabiendas de que no iban a cumplir.
Nada extraño, por cierto, en la tradicional política a la mexicana, que los candidatos a puestos de elección popular sean unos durante sus campañas de convencimiento ciudadano y otros, muy distintos, en cuanto logran su objetivo.
Asimismo, elemento adicional que coloca al parlamento azteca en su justa dimensión, es el hecho de que, antes, los representantes populares-los del PRI, con mayoría- en ambas Cámaras, recibían instrucciones directas del Presidente de la República.
Actualmente, a partir de la alternancia política, ocurre lo mismo, aunque ahora la directriz es marcada desde Los Pinos a través del PAN-Gobierno. Dicho de otra manera es la misma gata pero revolcada, como se diría por ahí.
Pero, ¿qué pasa en los nuevos tiempos políticos con los diputados y senadores de la República?
La tónica es que la mayoritaria fracción priísta en la Cámara Federal de Diputados, por ejemplo, levanta la mano en aprobación o desaprobación de tal o cual iniciativa atendiendo la indicación de su respectivo jefe político en la entidad.
Negociaciones entre los Ejecutivos Federal y Estatales marcan la pauta en las decisiones más importantes en la vida política, económica y social de los mexicanos.
Luego entonces y a manera de juzgar objetivamente ¿será responsabilidad plena de diputados y senadores la pretendida nueva embestida a los ciudadanos aztecas para dar forma a la Ley de Ingresos 2,010?
Por supuesto, sin pasar por alto que ningún gobernador estaría dispuesto a sacrificar presupuesto, programas federales de apoyo, o bien, exponerse al escrutinio de la auditoría federal al llevarle la contra a quien, bien o mal, tiene la sartén constitucional por el mango.
Así de sencillo.
Otro factor que también en el presente caso está incidiendo directamente en el análisis de la minuta es de corte meramente político, enfocado al relevo del presidente FELIPE CALDERON HINOJOSA.
Las aspiraciones presidenciales de ENRIQUE PEÑA NIETO, gobernador del estado de México, y del senador MANLIO FABIO BELTRONES también tienen que ver con el zarpazo que se gesta en el legislativo.
La dividida tendencia de los mandatarios estatales en ambos proyectos políticos ha hecho crisis en las dos Cámaras del Congreso de la Unión, no tanto por la defensa de los intereses de los ciudadanos sino por el añorado regreso a Los Pinos.
Esa es la triste realidad que vive en el terreno político, social y económico nuestro país, sin contar, por desgracia, el impacto negativo que ha generado esa mala estrategia del gobierno calderonista para combatir, según dice, al crimen organizado.
Por lo pronto, quienes seguramente se verán frente a frente con sus representados son los flamantes diputados federales, quienes mucho tendrán que explicar acerca del brusco sesgo que significa pasar de defensor a verdugo.
¿Cómo la ve?
Y hasta la próxima.
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