Mal, muy mal se ha visto el dirigente sindical de los maestros en Tamaulipas, Arnulfo Rodríguez, al culpar a la Secretaría de Salud por el fallecimiento de una profesora a causa de Influenza A H1N1. El profesor ni idea tiene que es lo que sucedió en este caso, sin embargo, ya está presto a destruir, antes que construir.
Qué bueno fuera que con esa vehemencia atacara a los miles de profesionistas del magisterio comisionados en el país que lucran y roban al erario con supuestas “comisiones” sindicales, de esas que pomposamente dicen haberse ganado a pulso, para entrar en la galería de honor de los más haraganes.
Qué bueno fuera, también, que el profesor Rodríguez supiera siquiera qué parámetros se revisan para la famosa prueba Enlace, de la que nuestros niños salen muy bajos pero su sindicato no tiene que ver.
Como si los niños aprendieran por ósmosis, por inercia o arte de magia y no tuvieran maestros. Una cosa es no tener maestros responsables, pero de que tienen a alguien al frente de grupo, lo tienen, aunque su responsabilidad esté en tela de duda.
Los que leemos periódicos y portales también tenemos límites. Nos cansa, nos molesta leer solamente aspectos negativos: que si fulano se robó tal cosa, que si la institución tal ha hecho tal fraude y así, todos los días.
Cierto es que la corrupción ha alcanzado niveles insospechados en la administración pública, y que el gobierno federal está tan embarrado de lodo, suciedad y materia fecal como tantos y tantos que han pasado por ahí y salen millonarios.
El dirigente magisterial echa culpa a Salud, como si no supiera que la mayoría de los infectados por este virus han llegado ya en estado crítico, y de ahí las complicaciones.
No se vale que el maestro Arnulfo, quien ha vivido los últimos años de su vida dentro del privilegio de las comisiones sindicales al igual que una parvada de vividores que se dicen miembros de un Comité Ejecutivo Estatal ahora ataque a una dependencia que hace hasta lo imposible por evitar muertes.
El hecho de que haya fallecido una maestra es circunstancial: igual hubiera sido ingeniero, arquitecto, doctora o enfermera: para nosotros es una lamentable pérdida de una vida humana.
No se puede criticar por criticar, maestro Arnulfo; recordemos que México ha tenido niveles muy decentes en cuanto a mortalidad sobre la Influenza AH1N1, gracias a muchas medidas que se han tomado y aplicado.
Recordemos que el gobierno federal, en uno de esos ratos de lucidez decidió poner un alto a los problemas de esta pandemia y sacrificó inclusive los recursos que por medio del turismo llegan a México.
Fuimos de los países con mayor seriedad en este sentido, y no se vale ensuciar la labor de la Secretaría de Salud cuando pueden ser infinidad de causas las del fallecimiento de la mentora.
Muchas veces llegamos al hospital demasiado tarde, y los que deben salvarnos la vida ya no pueden hacer nada, lo que nos enfrenta a familiares y amigos, propiciando distanciamientos insuperables.
Los profesores del SNTE son muy buenos para reclamar, para salir a las calles a bloquear arterias, para insultar, pero… ¿qué tan buenos son para dar clases?
¿No es el nivel de la prueba Enlace mejor muestra de que la educación y quienes la importen están mal?
Habría que analizar, y en este caso, reunir al comité ejecutivo para determinar qué se puede hacer a manera de obtener calidad en la educación.
Y luego sale con que eso es responsabilidad de la SEP, sin embargo, no puede uno decir nada porque los gloriosos sindicalistas se ofenden y salen a gritar consignas contra quien osó dudar de la integridad de uno de ellos.
Sabemos, históricamente, que el SNTE está conformado por una camarilla de vagos, buenos para pocas cosas y gente que vive “comisionada” y no trabaja.
En este sentido, el profesor Arnulfo debiera considerar la prudencia como herramienta personal, y procurar establecer una adecuada relación entre la manera de pensar, las ideas que llegan y lo que nos dicen los demás.
Ya sabe usted, los rumores son los que acaban con cualquier relación, y este es un claro caso de ello.
Si en nuestras manos estuviera, pediríamos al profesor Arnulfo cuidar el fétido aroma de la cola de zorro, antes de tildar de ineficientes a otros.
Hay que corregir errores, primero, los que cometemos, para luego insistir en mejorar y finalmente, exigir que los demás hagan lo propio.
Si no iniciamos con nuestra actitud, difícilmente haremos algo bueno.
Y el colmo, piden “mano” para las vacunas contra la Influenza, porque argumentan ser prioritarios. Se olvidan de médicos y otros profesionistas que sí trabajan.
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Atentamente: Mtro. Carlos David Santamaría Ochoa ¡Ten un buen día!