APROVECHANDO esa arma letal producto de la tecnología cibernética, a través del Internet ha iniciado la guerra sucia entre grupos políticos que se preparan para las elecciones locales de 2,010.
En el anonimato y a través de correos electrónicos, detractores hacen trizas-o por lo menos pretenden hacerlo-a sus rivales, sin que esa malsana actividad se circunscriba necesariamente al ámbito político.
Otros tipos de diferencias, desafortunadamente, también son exhibidos en el ciber espacio sin que haya autoridad alguna que regule esa situación que deja en estado de indefensión a cualquier ciudadano ante la imposibilidad de identificar a su agresor cibernético.
Un caso concreto de lo anterior se vive en el puerto de Tampico en donde el alcalde OSCAR PEREZ INGUANZO y el diputado federal de extracción priísta JAVIER GIL ORTIZ son objeto de una campaña difamatoria a través de la red.
A ambos se les acusa de sostener relaciones extramaritales soportadas económicamente con recursos provenientes del erario, aunque, claro está, sin que se aporten las pruebas contundentes de los señalamientos.
El asunto, en opinión de JORGE PEREZ GONZALEZ, delegado estatal del Partido Revolucionario Institucional en el puerto de Tampico, y del presidente de la Comisión de Justicia del Congreso Local, GUADALUPE GONZALEZ GALVAN, tiene que ver con diferencias políticas surgidas al calor del proceso electoral que se avecina.
PEREZ GONZALEZ califica de “fuego amigo de la guerra sucia” a los señalamientos anónimos en contra de los dos servidores públicos, pero sin proporcionar ninguna evidencia que precise la identidad y bando político al que pertenecen sus detractores.
GONZALEZ GALVAN, por su parte, mantiene su hipótesis en el sentido de que las agresiones a través del Internet arreciarán a medida que se acorten los tiempos para la selección de los candidatos a alcaldías y diputaciones locales.
Por supuesto que el escándalo cibernético mantiene preocupada y atenta a la sociedad en el llamado sólido sur, dada la posición política, económica y social del Jefe de la Comuna tampiqueño, y la del legislador federal.
Tiene razón el presidente de la Comisión de Justicia en la actual Legislatura local al lamentarse que en nada ayuda a los practicantes de la política constitucional que el Código Electoral prohíba y sancione la llamada guerra sucia, si no existen los medios y la autoridad competente para evitarla y que, finalmente, se imponga la impunidad.
En la actualidad, es común leer en la red cibernética insultos, denuncias, calumnias, difamación, etc., etc., lo mismo de asuntos que tienen que ver con política como puntos de vista opuestos en tal o cual tema o postura.
Mentes enfermizas o entes cobardes aprovechan la tecnología para dar rienda a sus instintos, amparados en una dirección electrónica para manifestar lo que cara a cara no tienen la valentía de hacerlo y dirimir así las diferencias.
La perversidad también se da, incluso, entre activistas de organizaciones gremiales como las de periodistas y comunicadores ante la imposibilidad de hacer uso de la razón.
Hace poco más de dos años, por ejemplo, un grupúsculo disidente de la Federación de Asociaciones de Periodistas Mexicanos (FAPERMEX) intentó cimbrar la estructura de esa sólida organización con representación nacional.
A través de correos electrónicos, bajo una estrategia maquiavélica, se intentó desacreditarla al igual que a varios de los integrantes del Consejo Directivo, asociándolos con actividades ligadas al narcotráfico.
Por supuesto que, una vez pasada la tempestad surgida al calor de un proceso eleccionario, finalmente la razón se impuso, y tras algunos ajustes relacionados con la membresía, la FAPERMEX salió avante viento en popa con mayor fortalecimiento gremial.
Atrás quedaron las difamaciones y calumnias surgidas de mentes ávidas de poder que, haciendo uso de las ventajas actuales de la tecnología, vía Internet, saciaron sus instintos aunque de manera infructuosa.
Como es evidente, nadie escapa a los efectos nocivos que trae consigo el avance tecnológico de punta, cuando esas ventajas son utilizadas con fines malsanos.
En consecuencia, una vez que el caldero político en Tamaulipas comience a entrar en ebullición, seguramente una vez pasado el Quinto Informe de Gobierno, los ataques cibernéticos estarán a la orden del día entre los integrantes de diferentes grupos que arropan determinados proyectos.
Por lo menos hasta el momento de la selección de los candidatos a diferentes cargos de elección popular, le red cibernética seguirá siendo el arma preferida de los detractores, como en su oportunidad tuvieron auge los panfletos impresos que surgían al calor de las campañas electorales.
Tal y como ya ocurrió en el puerto de Tampico, es probable que ese tipo de manifestaciones maquiavélicas y cobardes empiecen a invadir en mayor proporción el ciber espacio.
A juzgar por el resultado de reciente áspero conciliábulo es muy posible que una asociación civil y sus directivos comiencen a sufrir ese tipo de embates ante la ausencia del raciocinio y sentido común.
Ni hablar, serán gajes del oficio.
Y hasta la próxima.
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