Trabajadoras sexuales denuncian que son atacadas debido a que defienden su independencia
Mujeres y travestis que ejercen el sexoservicio en la colonia Buenavista señalan sobre los recientes operativos policiacos en la zona: “ojalá fuera un intento de impedir la explotación de niñas y niños, pero lo que hace el gobierno capitalino es servir al juego de un vecino que desde hace años pretende controlarnos y cobrar cuotas por nuestro trabajo”
Trabajadoras sexuales independientes resolvieron levantar cabeza, dejar de ser víctimas, buscar su dignidad en las calles donde laboran y defender sus
derechos
“Ya no permitimos que las cuotas para las mafias, las mordidas para los patrulleros y las multas para los jueces salgan de nuestro cuerpo”, sostienen trabajadoras sexuales que se oponen a ser explotadas
Blanche Petrich /I
Periódico La Jornada
Sábado 7 de noviembre de 2009, p. 36
Son irredentas y su organización no tiene nombre. “Deberíamos llamarnos Revolucionarias. Por el Metro, claro”, dice La Jarocha. Siempre hace reír a las demás. Todas ríen mucho. Parecen mujeres de la vida alegre, aunque las biografías de estas trabajadoras sexuales independientes son más que difíciles, con frecuencia trágicas. En la manta con que marcan su territorio en la plazoleta sin nombre que se ubica en Puente de Alvarado y Buenavista advierten al transeúnte: “No somos delincuentes, somos mujeres”. Otra dice: “Prostituirse es una necesidad económica”.
Todas cargan con el estigma. “Para el mundo somos putas, sin más”, asevera Montse. En su mayoría llevan una vida doble y no sobra aclarar que en este reportaje ninguna usa su nombre real, sino sus alias.
De la violencia que habita su mundo hablan las hojas de papel que recordaron a sus muertas en la ofrenda que levantaron el domingo de Fieles Difuntos: Selena murió atropellada por una patrulla cuando intentaba escapar de un operativo policiaco; María Magdalena fue asesinada por un cliente en un cuarto de hotel; Mary Chuy La Piquitos murió por enfermedad, tal vez sida. Así, varias docenas: Galilea, Lesly el gay, Norma, Tania-Roberto, Abeja, La Sexy, Ana Sabrosita, Jiovana, La Barby –asesinada por su pareja–, Raúl López Madam Sushe… muertas este año, el anterior, hace tres, cinco, 15 años. Crímenes y accidentes que nunca se investigaron porque para aclarar esos decesos violentos “ahí sí, nadie nos pela”.
“Las independientes somos diferentes”
Asamblea relámpago de trabajadoras sexuales independientes en las jardineras del Metro Revolución, miércoles 28 de octubre en la tarde. Las mujeres y los travestis que laboran en la colonia Buenavista intentan poner orden al desconcierto inicial, cinco días después del operativo de la policía judicial del Distrito Federal en cinco hoteles de paso, donde fueron detenidas 14 personas, presuntas explotadoras de menores. La policía afirma que rescató a cuatro adolescentes de las redes de prostitución.
A muchas voces, esta organización autónoma se pronuncia: “Ojalá fuera un intento de impedir la explotación de niñas y niños. Pero lo que está haciendo el gobierno capitalino es servir al juego de David Mondragón, un vecino de por acá, que desde hace años pretende controlarnos y cobrar cuotas por nuestro trabajo. Las mafias que explotan a las niñas y niños están en La Merced. La policía sabe quiénes son. Pero ahí no se atreve”.
En la zona donde colindan las colonias Tabacalera y Buenavista se ubican “las independientes”, organización sin líderes, sólo con un grupo de voceras encargadas de convocar a reuniones y talleres, una asesora que coordina el movimiento y una abogada, Margarita García, que lleva sus asuntos legales. Son muy pocas las jóvenes. En su mayoría son maduras.
Ellas han ido conquistando sus “puntos” y explican que ejercen su oficio de manera diferente, evitando las clásicas peleas territoriales de las redes que extorsionan a otras trabajadoras y, de ser posible, suscribiendo convenios con los establecimientos y vecinos de las aceras donde se instalan. Se esfuerzan por vestir con discreción, asisten a talleres sobre leyes vecinales y estudian sus derechos.
En la reunión se analiza el arresto y la acusación por lenocinio a algunos de los hoteleros de la zona, a quienes conocen desde hace años. Algunos sólo eran recepcionistas o arreglaban las habitaciones.
Proponen escribir cartas personales para salir en defensa de algunos de los detenidos. En el mundo hostil que habitan no son frecuentes los gestos generosos. En poco menos de media hora la vocera que coordina la reunión tiene en sus manos más de 20 breves mensajes manuscritos que serán presentados a la Comisión de Derechos Humanos del Distrito Federal (CDHDF).
Ellas no olvidan los pocos gestos generosos que reciben en un medio nefasto, aunque no dejan de reconocer que los dueños de los hoteles de paso viven de ellas y son parte de la cadena de explotación. “Cuando me veía muy mal, bien drogada y con hambre, don Manuel me decía: ya párale, métete a darte un baño y duerme un rato en este cuarto que se acaba de desocupar”, dice Kenny.
Mónica agrega: “Y a mí, cuando el embarazo de mis gemelos, me regañaba: te vas a hacer daño. Deja el trajín y métete a descansar”. Los defienden, sobre todo, las mayores, las que han vivido de la prostitución durante 20, 25 años.
“Puedo testificar sin temor a equivocarme que durante los 30 años que lo conozco ha sido un hombre de bien”, dice la carta de una señora muy mayor, que ya no ejerce, pero de pronto se aparece en la reunión relámpago.
Una queja ciudadana “perversa”
El proceso que derivó en el operativo del sábado y en la averiguación previa que se abrió contra los 14 arraigados se origina en una queja ciudadana presentada por David Mondragón, con domicilio en la calle Bernal Díaz del Castillo, quien se identifica como representante vecinal de las colonias Buenavista, Santa María La Ribera, Tabacalera y Guerrero. Mondragón acusa a algunos travestis –conocidos como La Winni y La Tosca– y a varias mujeres de cometer lenocinio contra menores y adultos. La averiguación previa sólo señala por nombre y apellidos a la abogada Margarita García Arteaga, representante legal de las trabajadoras independientes.
El conflicto viene de años atrás. Ante las diversas quejas vecinales de Mondragón, la CDHDF emitió en julio de este año una recomendación en la que la abogada y otras trabajadoras independientes son señaladas como extorsionadoras. El texto derivó en una larga etapa de redadas en las que, desde agosto hasta octubre, entre 30 y 50 trabajadoras sexuales eran remitidas en los juzgados de la delegación Cuauhtémoc cada noche.
Margarita García forma parte de la Coordinadora Feminista de Defensoras Populares y ha explicado que asesora jurídicamente a las trabajadoras, cuyo prestigio en las calles se ha convertido ya en un estorbo para las redes de lenones.
Ante las denuncias de abusos, la CDHDF rectificó parcialmente y elaboró otra acta en la que aclara que reconocía el desempeño de García Arteaga, condenando “el uso indebido y perverso” de la recomendación.
Por otra parte, la CDHDF emitió el viernes 30 de octubre un acta circunstanciada donde consta la queja que interpuso “un grupo extenso de trabajadoras sexuales”. Éstas denuncian que Mondragón suele amenazar a las mujeres que trabajan en el área, les exige tener relaciones con él en forma gratuita, las extorsiona y a varias las ha denunciado penalmente por delitos que no cometieron. A causa de estas acusaciones sin pruebas, al menos dos, una que usa el alias Issis y otra no identificada, están presas y procesadas en el penal de Santa Marta Acatitla, por presunto robo de cartera. Por el mismo cargo también fueron recluidas Magali Carrillo y Patricia Galicia, que hoy siguen su juicio en libertad.
En su queja las trabajadoras también denuncian la colusión de Mondragón con las autoridades de la coordinación territorial de la Secretaría de Seguridad Pública. En los casos en que el citado vecino imputó falsos delitos a las mujeres las autoridades no investigaron debidamente y le dieron pleno valor probatorio a sus dichos.
“Nos cayó el veinte”
Hace ya alrededor de una década, a un grupo de estas mujeres les “empezó a caer el veinte”, como dicen. Resolvieron levantar cabeza y dejar de ser víctimas, buscar su dignidad en las calles donde laboran y defender sus derechos. Sobre todo resolvieron no permitir que nunca más nadie –ni madrotas o padrotes, ni las redes de lenocinio, ni policías o jueces– siguiera ganando dinero a costa de sus cuerpos y sus servicios.
“Sólo mis hijos son los dueños de mis talones”, afirma Montse. Blanca lo expresa de otro modo: “Ya no permitimos que las cuotas para las mafias, las mordidas para los patrulleros y las multas para los jueces salgan de nuestro cuerpo”. Y Vero, travesti que combina lo delicado con lo rudo, lo dice así: “Si somos nosotros las que nos desgastamos en el trabajo, en el frío, en la calle, pues que lo que ganamos sea para nosotras, de nadie más”.
Estas frases resumen, en realidad, una idea libertaria que dio pie a esta organización que no se ha dejado atrapar por ninguna de las instituciones y agrupaciones –varias de ellas meras fachadas de otras formas de explotación– que se relacionan con el universo del comercio sexual en la ciudad de México.
Ese fue el nada despreciable fruto del Centro de Asistencia e Integración Social (CAIS) que creó la CDHDF en tiempos de Luis de la Barrera, clausurado en la gestión posterior, por presiones, justamente, de organizaciones que controlan el mercado del trabajo sexual con cuotas y extorsiones.
Mujeres que se beneficiaron en el CAIS al entrar en contacto con talleres de autoestima, con feministas y sicólogas que les enseñaron la ruta hacia una vida con dignidad, que se zafaron de la esclavitud de los lenones a un alto costo, son las pioneras del movimiento de “las independientes”.