POR LA ESPIRAL/Claudia Luna Palencia

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-Remember the other wall
-Alemania: reconciliación
-Mirar hacia el presente

Hoy que Alemania está de júbilo guiada de la mano de Angela Merkel, canciller recientemente reelecta, no puede borrar todavía la huella de la división en un país cuya capital es visible la división entre Oriente y Occidente en edificios, museos, construcciones y calles con bloques de viviendas, un dilema entre presente y pasado.
A dos décadas de distancia, los alemanes tienen que trabajar arduamente para darle a Berlín esa cara de modernidad, de gran urbe propia de un país con tesón para levantarse de las ruinas: dos veces vencido en una gran conflagración mundial y devastado en todos los sentidos en el ocaso de la Segunda Guerra Mundial.
Aún así gracias a la fortaleza interna y el apoyo económico de los países vencedores ha logrado levantar su poderío industrial, al tiempo que atiende una reconciliación sin dejar de lado la memoria histórica. Es imposible no dejarse seducir por la historia germana.
Hasta hace un par de meses, propiamente en el verano, logré realizar mi primer viaje a Berlín cargada de muchas expectativas, estigmas ganados a pulso y otros añadidos por la múltiple filmografía hollywoodense.
En lo personal lamento no haber conocido Berlín antes de la caída del muro, para enriquecer la comparación y referencia, empero no tuve la oportunidad económica de hacerlo, sino hasta hace poco.
Para mí Berlín huele a pasado y tengo la impresión que los alemanes, en especial los berlineses intentan sacudírselo, hablar lo menos posible y si por ellos fuera borrar todos los monumentos y memoriales en honor de las víctimas del exterminio.
Aunque desde luego para la industria turística son sitios de gran interés para ofrecer al visitante que con guía en mano busca el bunker de Hitler, se sumerge en el laberinto de lápidas simuladas en honor a los judíos cuya presencia rompe con la escenografía urbana.
Por no pasar de largo el famoso check point Charlie donde por 10 euros el turista puede tomarse una foto con una persona disfrazada de soldado americano con tamaña bandera estadounidense.
O bien a unos pasos de la histórica puerta de Brandenburgo admirar las embajadas de Estados Unidos, Rusia, Francia, Reino Unido, por supuesto los vencedores de la guerra y muy cerquita de allí a un lado del starbucks está el museo Kennedy para recordar la permanente presencia americana.
Berlín es ante todo una mezcla de sentimientos reprimidos, capital de una economía principal potencia de la Unión Europea y una de las tres más grandes del mundo, aliada económica de Estados Unidos y Japón, que insisto en calles y edificios lleva impresa la huella de lo que hasta hace poco dividía no sólo a los alemanes sino también al mundo en capitalistas y comunistas, en buenos y malos o viceversa.
Todavía, por lo que es la zona de los museos que seguramente quedará imponente en unos años más cuando terminen las reconstrucciones y remodelaciones, se observan edificios abandonados utilizados como viviendas comunales del estilo del comunismo impuesto por el eje de la URSS, algunas conservan en sus exteriores tiros de metralla que despiertan la imaginación de quien las mira.
A COLACIÓN
De acuerdo con el periódico Welt am Sonntag cerca de 1.3 billones de euros han sido transferidos anualmente a Alemania desde la caída del muro de Berlín para coadyuvar a la unificación de las dos urbes, el remozamiento de edificios y mejorar la planificación urbana.
Dos décadas han pasado y los contrastes entre pasado y presente en Berlín son notorios, al igual que la mentalidad del alemán que vivió en carne propia la rendición de Alemania y la división de Berlín en comparación con la del joven berlinés que no quiere saber de vencedores, vencidos, exterminios ni judíos; él nada más quiere un espacio, empleo seguro y que el salario mínimo de tres mil euros mensuales le rinda para el pago del alquiler dentro de una de las economías europeas en la que la vivienda es todavía accesible tanto para compra y alquiler, lo mismo que el pago de alimentos y el turismo.
Hay quienes ven con zozobra si podrá emparejarse el ritmo de la ciudad en materia de empleo, si la modernización llegará pronto para todos y es que el Estado Alemán tiene que destinar e invertir mucho dinero del que momentáneamente carece por la misma crisis mundial para ponerlo todo a un mismo tono y evitar que sin el muro surjan otros muros virtuales a costa de dividir a la población.
SERPIENTES Y ESCALERAS
El mundo está de júbilo por el aniversario de la caída del Muro de Berlín, aunque Vladimir Putin, primer ministro de Rusia, recuerde con “nostalgia” sus años de vivir en Alemania del Este como agente de la KGB.
El muro cayó y su significado trasciende las fronteras, no es nada más que dos Alemanias su junten, es el significado del triunfo del capitalismo más allá del fin de la guerra fría, que si lo vemos muy a fondo ésta continúa a pesar de los intentos de desarme mundial de evitar la constante proliferación de armas nucleares y aunque la URSS se desintegró, Rusia y China juegan cuando quieren al contrapeso versus Estados Unidos.
De lo que se trata es también de decirle a la gente que se vive mejor en un sistema de libertad, democracia y capitalismo de mercado que en otro con las condiciones contrarias, que el individuo logra maximizar su capacidad, si encuentra las oportunidades adecuadas.
En los últimos veinte años el capitalismo tomó un auge globalizador impulsado por la necesidad de derribar barreras para el libre paso del capital, aunque por supuesto exista la excepción de China demostrando que para sus propias características, hasta el momento, le funciona su modelo ideológico, aparato político y economía de mercado.
Tampoco podemos soslayar que lo que cayó hace veinte años fue un muro ideológico que cimbró a la izquierda del mundo atrapándola en una crisis de la que todavía no sabe como resucitar porque no ha logrado construir un modelo económico alternativo al capitalismo sin recurrir a los excesos del pasado.
Empero, lo que no ha terminado de caer son los otros muros, los que dividen a pobres y ricos; los de la violencia y la xenofobia; también están lo más visibles cargados de odio como el muro de Israel para aislar a los palestinos o el muro sobre la franja fronteriza de Estados Unidos con México vigilado por los minuteman dedicados a “cazar mexicanos ilegales”. Son los otros muros que también algún día caerán.
*Economista y columnista especializada. Con estudios de doctorado por la Universidad de Alcalá, tiene dos libros publicados y participa en distintos foros de radio y televisión con
opiniones sobre educación financiera, economía y finanzas personales. Puede contactarla en: [email protected]

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