Un grupo de amantes de los animales de Tianjin (norte de China) secuestró a 800 gatos y negoció con el propietario y la policía para evitar que los felinos fueran destinados a la alimentación, informó hoy el diario “China Daily”.
Durante 24 horas, una treintena de habitantes de la ciudad de Tianjin retuvieron a los gatos mientras intentaban convencer a su dueño de que no los llevara a Cantón (sur), donde iban a ser sacrificados para vender la carne a los restaurantes, añadió el diario.
El grupo se organizó tras difundirse en internet las fotos de los animales encerrados en jaulas con el anuncio de que se iba a vender cada uno a 10 yuanes (1.5 dólares, 1 euro).
Según el relato de Li Na, un miembro del grupo que montó guardia durante todo un día alrededor de las jaulas, los animales fueron recogidos de las calles o robados a sus legítimos dueños.
Li explicó que el propietario de la pajarería donde estaban las jaulas comercia desde hace tiempo ilegalmente con gatos.
La ecologista Asociación del Bienestar de los Animales de la Capital, con sede en Pekín, denunció que la policía respaldaba al dueño de la tienda aunque no pudo presentar facturas que probaran la compra legal de los gatos que pretendía vender al matadero.
Tras un día de negociaciones, el grupo logró convencer a la policía y al dueño de la tienda para liberarlos, a cambio de dinero, y trasladados a un centro.
Miles de gatos son enviados a diario desde toda China a Cantón, donde acaban en los menús de restaurantes locales, famosos por una gastronomía que incluye todo tipo de animales.
China es objetivo de los defensores de los derechos de los animales por el consumo de todo tipo de animales, incluso los que se están en peligro de extinción, tanto como alimento como en la medicina tradicional china.
El lunes, en la estación de autobuses de larga distancia de Pekín (Zhao gong kou) un ciudadano de origen cantonés fue detenido cuando transportaba dos plantas de pie de oso y tres tortugas protegidas en una caja aislante afirmando que llevaba marisco.
El viajero, de apellido Liang y de 30 años, llegó a la capital china desde Shanghái y a la policía le extrañó su declaración ya que el marisco llega por carretera a Pekín desde Hebei o Tianjin, no desde Shanghái que es mucha distancia.
Liang dijo haber comprado las plantas del oso y las tortugas por internet con la intención de venderlos a restaurantes de Pekín.
En el registro de sus documentos tras ser detenido se encontró una lista de precios de otras especies como serpiente, ciervo o el pez bebé de gran cabeza “bbyu” (protegido y muy apreciado en China porque emite un ruido como el llanto de un bebé).
La ley china establece penas de hasta cinco años por este tipo de delitos.
adm