Entre Nos/Carlos Santamaría Ochoa *Los tramposos

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Trampa, chapatuza, fraude… es lo mismo. Todos sabemos a qué se refiere el término, y permita el lector que iniciemos con un ejemplo digno de la sección deportiva y que se refiere a Joel Huiqui, aquel moreno jugador del equipo de fútbol Cruz Azul que metió la mano en forma descarada y como siempre, no pasó nada.
Claro, el señor Aaron Padilla, una vieja gloria de nuestro balompié le llamó por su nombre, como se estilaba antes hacerlo: las cosas como son, sin embargo, el señor “ojitos” Meza ya brincó y dijo que no era justo, que su jugador no era ningún tramposo.
Hemos padecido esto durante meses. El columnista es un verdadero aficionado al fútbol: le gusta mucho disfrutar partidos de la liga mexicana, española e inglesa principalmente, porque el deporte en mención es su gran preferencia, sin embargo, hemos sufrido lo que muchos verdaderos aficionados padecemos: la trampa, la mentira y la corrupción, ahora, llevada al deporte y que es grave porque debemos considerar que nuestra juventud les tiene como ídolos.
Ahí tiene a Rafa Márquez y sus patadas fuera de tono, lugar y mesura que nos han tenido a la selección en problemas, y todos los días vemos la manera en que uno y otro fingen la falta para que amonesten al de al lado, pero lo más grave es que los comentaristas, que debieran tener licencia de locutor para garantizar su preparación, dicen: “era el último recurso”.
¿Desde cuándo es último recurso hacer fraude, engañar o robar?
Y usted que nos hace favor de leer la colaboración no nos dejará mentir: en todo partido se finge una falta, una agresión, pero son tan especiales los futbolistas que, cuando los jalas para atrás, caen para adelante, o cuando los empujas caen para atrás, demostrando por qué no tuvieron en términos generales una educación formal aprobada, es decir, muchos solo estudian lo elemental y listo.
El caso de los futbolistas nos alarma, más porque Meza ya dijo que no le falten el respeto a sus tramposos –perdón, jugadores-, que no son más que jóvenes atletas, con salarios extraordinariamente altos, y que se alquilan para dar espectáculo pero, ahora, se empeñan en hacer faltas.
El fenómeno lo vemos en todo el mundo, no crea que es único de México, y esto nos pone en otro nivel: la corrupción es mundial, no es mexicana, de forma tal que, los criterios aplican en cualquier nación.
Y bajo esa premisa, debieran enojarse miembros de Acción Nacional cuando se cuestiona la honorabilidad de un diputado local, ex alcalde de Reynosa, cuyas cuentas no han sido aprobadas, y seguramente dirán: “si todos lo hacen, ¿qué de malo tiene?”, porque así se las gastan.
O por ejemplo, la señorita Chavira dirá que lo que hizo Bejarano no es malo, y que si todos roban, qué de malo tiene el señor de las ligas, ahora metido de nuevo en la política con un cinismo tal que no le preocupa todo el escándalo que tiene en una angustia mayúscula a Carlos Ahumada, ex socio del delincuente metido a político.
Y así, podríamos ejemplificar: si un médico en lugar de recetar lo que requerimos nos manda a hacer estudios y nos saca dinero en consulta privada, hay que perdonarlo, porque todos lo hacen.
Si un agente de tránsito nos pide “mordida”, también, con la idea de que todos lo hacen, hay que disculparlo.
Si un comerciante roba con mercancía de mala calidad, también hay que perdonar, porque “todos lo hacen”.
No es disculpa la de Meza, Huiqui y demás ejemplares del balompié mexicano, y debieran tener la mínima vergüenza para portarse como verdaderos hombres, con honorabilidad, término que se ha perdido en el deporte, la política, el comercio y la administración pública.
El honorable ya no existe; hoy, baste tener una buena cantidad de dinero para comprar acciones en clubes exclusivos y alquilar reputación, aunque a nuestras espaldas todo mundo hable mal: lo importante es lo que se aparenta.
Así que, señor Meza, con esa mentalidad, me declaro detractor del Cruz Azul y todo lo que representan, por sus engaños a la afición, porque son un club que siempre recibe ayudas y no protestan, pero cuando por alguna rara situación les afectan, quieren hacer cambios en la misma Federación.
Recuérdese que su estrella estuvo fuera en el partido de vuelta de la semifinal.
Lo grave de todo esto es que, su hijo o mi hijo, un joven cercano o una chica muy jovencita pueden tomar como ídolos a estos tramposos, y obviamente, cuando jueguen, se revolcarán sin haber sentido la falta, pondrán cara de muertos para que la marquen y si se puede, para que amonesten o expulsen.
Eso, aquí y en China se llama trampa, que, aunque solapada por los cronistas deportivos, constituye un delito en otras profesiones. ¿Por qué no en el fútbol?
O de plano, ¿son distintos a nosotros y tienen distintas reglas? Porque si es así, que perdonen a JC Chávez Jr. Porque, finalmente, la mayoría de los boxeadores se dopan, ¿no cree usted?
O todos coludos y honrados, o todos rabones y con fuero.
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Atentamente: Mtro. Carlos David Santamaría Ochoa ¡Ten un buen día!

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