POR LA ESPIRAL/Claudia Luna Palencia

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-Senado: decisión toral caso Carstens
-¿Cambios en la política económica?
-Decisión intuida por el mercado

Es vieja costumbre: en México el presidente de la República en turno ejerce su voluntad a plenitud, a contracorriente, si los participantes del mercado dicen que no, Presidencia actúa al revés; si la gente, los gobernados, no están de acuerdo, ni siquiera se toma en cuenta su sentir lo mismo acontece con los analistas y especialistas independientes y del sector privado. De nada sirven sus advertencias o recomendaciones.
Se veía venir el cambio en la Secretaría de Hacienda y la propuesta del presidente Felipe Calderón de nombrar un nuevo gobernador al frente del Banco de México.
Lo comentamos columnas atrás, al igual que sucedió en distintos foros de radio, televisión y debates académicos, lo mismo hicieron los empresarios, líderes de opinión en el tenor de señalar que no es momento en México (por el tamaño del golpe de la crisis y su magnitud) de alterar algo que, hasta el momento, le ha funcionado bien a la economía mexicana: la conducción de la política monetaria.
No obstante, todos los bemoles contra el doctor Guillermo Ortiz Martínez, tanto empresarios, analistas, inversionistas, diversos participantes del sector privado, la vox populi aceptaban el sano juicio de Ortiz Martínez como gobernador del instituto central.
Sobre todo permanecía una claridad en la conducción de la política monetaria que proporcionaba certidumbre a los participantes del mercado.
Y es que la certidumbre y las expectativas juegan un papel primordial para la toma de decisiones de quienes mueven al mercado; de quienes deciden ingresar al país para invertir su dinero directamente creando o comprando infraestructura o de quienes lo hacen para rentabilizar su dinero en distintas opciones de inversión de cartera.
Entonces poco se entienden tales movimientos entre Hacienda y Banco de México precisamente en el peor año en la historia económica de México, sin temor a equivocarme el que más daño ha provocado a la clase media que tardará varios años en reponerse.
Bastaba con dejar a Ortiz Martínez en su cargo a partir de enero otros seis años más como gobernador y cambiar a Agustín Carstens y Carstens de la titularidad de la Secretaría de Hacienda, personaje que se ha ganado a pulso su impopularidad por encima de su sapiencia técnica.
A COLACIÓN
Lo cuestionable es que el presidente quiera meter mano directa en la economía del país, poniendo a dos alfiles que únicamente hacen lo que el presidente manda y pretenda disponer así en dos áreas medulares para la economía mexicana: Hacienda, la encargada de la política fiscal y Banco de México, precisamente el órgano de control de la política monetaria. Los dos brazos eje de una economía.
En muchas ocasiones desdibujamos la actitud de presión que recaía sobre de Carstens emanada precisamente desde la Presidencia, me pregunto si esa misma presión será ejercida sobre de él en caso de ser ratificado por el Senado.
De lo que se trata también es de que el presidente envía una señal de que además de inmiscuirse directamente en la economía abre la brecha de enorme incertidumbre acerca de si, a partir de enero de 2010, comenzará un cambio en la política económica de México.
Un cambio presumiblemente basado en la privatización del sector energético, ya el presidente Calderón ha dejado entrever que no pasará a la Historia de México “como un presidente más y habrá que tomar decisiones muy sensibles con altos riesgos”.
Ya el recién nombrado nuevo secretario de Hacienda, Ernesto Cordero, habló del tema del petróleo inmediatamente y sabemos bien que el petróleo coadyuva a la acumulación de reservas internacionales mismas que están en manos del Banco de México.
¿Qué hay verdaderamente detrás de estos cambios? A diferencia de otros sectores económicos y estratégicos como la Banca, la participación de la iniciativa privada nacional sobre todo extranjera es tibia, no son nimias las presiones que en las últimas dos décadas llegan desde afuera para que México abra definitivamente su participación al capital extranjero en materia energética. Intuyo hay mucho de fondo.
GALIMATÍAS
De los movimientos realizados por Presidencia, el Senado de la República tiene en sus manos una decisión que puede cambiar el curso o no de la política monetaria del país: ratificar o dar su negativa a la propuesta de Carstens para ser gobernador del Banco de México.
Me preocupa que los senadores estén casi con las maletas en la puerta, pensando en su aguinaldo, en el viaje que harán de fin de año, ocupados más bien en banalidades, unos ausentes, otros desinteresados, otros más dispuestos a respaldar o no dependiendo de cuanto puedan obtener de provecho de Presidencia.
Me inquieta que pocos de ellos entiendan la relevancia de la política monetaria, de dejarla como hasta ahora, no alterarla para facilitar la recuperación económica.
La cartera de Banco de México es una responsabilidad muy alta, no basta con ser el mejor técnico ni econometrista, además hay que tener carácter para defender a capa y espada la autonomía de gestión del instituto central evitando contaminarla con las necesidades del presidente.
Es además como lo indica su naturaleza “el banco central del Estado Mexicano constituido con autonomía en sus funciones, para proveer a la economía del país de una moneda nacional. En el desempeño de esta encomienda tiene como objetivo prioritario la estabilidad del poder adquisitivo de dicha moneda. Le corresponde promover el sano desarrollo del sistema financiero y propiciar el buen funcionamiento del sistema de pagos”.
Un error en Banco de México puede conducir a una fuga masiva de capitales. Una mala decisión en política monetaria puede dar al traste con los 81 mil 645.9 millones de dólares en reservas internacionales acumulados en el Banco de México hasta el 4 de diciembre pasado.
La más mínima manipulación del mercado puede traer un descontrol que derive en una mayor pérdida de poder adquisitivo de nuestra moneda o bien una intervención equivocada para tratar de engañar a la gente creándole una economía ficticia de recuperación basada en darle un falso poder de compra al peso derivaría también en otra catástrofe inmediata.
El Senado tiene ahora la responsabilidad en sus manos.
*Economista y columnista especializada. Con estudios de doctorado por la Universidad de Alcalá, tiene dos libros publicados y participa en distintos foros de radio y televisión con opiniones sobre educación financiera, economía y finanzas personales. Puede contactarla en: [email protected]

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