LOS INFORMES PRESIDENCIALES, SU UTILIDAD Y DESTINO/Mario Andrés Aquino López

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En Diciembre nos han atestado de informes en Tamaulipas, el del Gobernador y los de los 43 Presidentes Municipales, por eso decidimos repasar de dónde viene esa costumbre.

La Constitución de Cádiz obligaba al rey a pronunciar un discurso propositivo durante la instalación de la Cortes, en 1824 la Constitución de México mencionaba un discurso no precisamente informativo sino “relativo al acto”.

En 1857 la Constitución en el artículo 63 ordena que el Presidente rinda un informe del “estado que guarda la nación”, y la Constitución de 1917 en el artículo 69 retoma el concepto, ese informe de las Constituciones de 57 y de 17 están inspirados en el informe norteamericano: The State of the Union.

Desde entonces y con el crecimiento de los medios de comunicación masiva se convirtió en un instrumento de propaganda y para enviar mensajes específicos sobre ciertos acontecimientos o aspectos de la política.

Pero al mismo tiempo el Informe presidencial constituía y constituye aún, el ritual político de mayor relevancia por diversos motivos.

Al margen de lo estipulado por ley como obligación del Ejecutivo federal, rendir cuentas de su gestión de gobierno al país, el Informe revestía, y en algunos casos reviste, un homenaje al poder omnímodo de los Presidentes de la República, Gobernadores y Presidentes Municipales, tiene un halo de vida republicana: en apariencia, pero era y en algunos casos aún es, sólo un gesto benévolo del presidente que desciende de su trono y acepta rendir cuentas a los representantes del pueblo.

En ese pasado aún no muy remoto en la República, y definitivamente actual en algunos Estados y Municipios, el Congreso de la Unión era una parte dócil de un sistema político que encabezaba el presidente mismo, por tanto, el Congreso abría las puertas de su recinto al verdadero dueño de sus instalaciones, era, y en algunos lugares sigue siendo: Una ceremonia política llamada republicana, pero ajena a la realidad republicana.

La ceremonia del Informe presidencial era como la de algunos Gobernadores aún es, una escenografía que celebra la fiesta del poder, dicho de otro modo, es una fiesta con que el poder se celebraba a sí mismo en un escenario público.

Como un semidiós clarividente o un oráculo capaz de leer los mensajes de los dioses, revela los destinos del país, el Estado o el municipio.

Pero el informe no estaba ni está dirigido al pueblo sino a las propias élites del poder a los sectores políticos beneficiados o no, a la oposición velada o franca, a los partidos políticos contrarios, a las organizaciones sociales clientelares o independientes, a los opositores ideológicos, a los capitalistas financieros útiles o que podrían ser enemigos; más que informar demostraba la unidad a su derredor de todos los sectores y su control sobre ellos.

Ese “informe presidencial” fue trasplantado a las constituciones locales y se extendió a los municipios, donde el Gobernador y el Presidente Municipal emulaban el informe del Presidente de la República.

En Estados priístas como Tamaulipas, el Gobernador sigue exactamente el sentido y la forma del antiguo Informe Presidencial, y lo siguen los Presidentes de todas las corrientes ideológicas.

Parecen ignorar que su utilidad como instrumento de propaganda ya ha sido superado por un pueblo mejor informado, ya no va a escucharlo con reverencia, le cambian al radiorreceptor o a la televisión para no escucharlo, porque sencillamente no les interesa.

El pueblo está mejor informado y no cree en lo que le dicen, algunos hacen correr por la red mensajes que desmienten lo dicho en los informes, pero los más los ignoran, lo que convierte en absurdo el hecho de hacer un enorme gasto en medios de comunicación que no escuchará el pueblo, las inserciones pagadas, los gastos en invitados y la movilización de algunos acarreados que van no para escucharlo sino por una despensa o una dádiva, son gastos superfluos e innecesarios.

Estas erogaciones en tiempos de crisis, cuando nos dicen que estamos muy mal económicamente, son vistas por el pueblo como un insulto a su pobreza que si es real, los costosos vestidos, la caravana de autos y camionetas de lujo, son una bofetada para los 70 millones de pobres que habitamos México.

Sería conveniente que el próximo Gobernador y el próximo Presidente Municipal se alejen de ese acto protocolario inútil, costoso e insultante, y se limiten a enviar su informe (mientras no se reforme la Constitución).

En cuanto el mensaje a la nación, sería conveniente que convencieran al pueblo con más y mejores obras, elevando su calidad de vida y su capacidad económica, mejorando el sistema educativo y de salud, porque cuando hablan los hechos, las palabras salen sobrando.

FIN

Cfr. LOS INFORMES PRESIDENCIALES EN MÉXICO: 1877-1976 ¿RUPTURA O CONTINUIDAD?
Carrillo Blouin, Elsa. INSTITUTO DE INVESTIGACIONES JURÍDICAS. Serie E: VARIOS, Núm. 75. Impreso y hecho en México. ISBN 968-36-5430-4 DR © 1996. Universidad Nacional Autónoma de México.


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Mario

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