Son las tradicionales fiestas decembrinas que muchos esperamos con gusto, otros, con algo de melancolía; el caso es que no pueden faltar en ninguna parte.
Sirven en algunos casos para que quienes tienen alguna responsabilidad en determinado lugar, oficial o privado, puedan convivir con sus compañeros, algunos de los cuales nunca pueden ver por asuntos de horario, turnos u otras razones.
Las posadas son fiestas populares en las que se recuerda el trayecto de José y la Virgen María cuando buscaban donde naciera Jesús. La idea era llegar a Belén, sin embargo, en el trayecto tienen necesidad de pernoctar en algunos sitios. Las celebraciones de las posadas se llevan a cabo del 16 al 24 de diciembre, principalmente en nuestro país y algunos vecinos de América Latina.
Son parte de nuestras tradiciones decembrinas; ahí, se estila cantar los versos donde un grupo por lo general pide la posada y otro, en principio, se las niega, aunque termina cantando: “entren santos peregrinos….”
Algunas personas más conservadoras se han inconformado con las posadas del nuevo milenio, aunque tienen ya algunas décadas de haberse convertido en lo que ahora vemos y tenemos.
Bien, primero comentemos que en las anteriores, aparte de los cánticos que se hacían con los peregrinos que portaban una velita, se quebraban piñatas con dulces y frutas, además de que se disfrutaba el delicioso ponche navideño, buñuelos, romeritos y otros platillos exquisitos, sin faltar, claro está, los tamales que aún hoy siguen siendo la delicia de muchos.
La idea era recordar el trayecto de José y María, sin embargo, le dimos el tique mexicanísimo poco a poco y le hemos hecho una parte de la tradición muy especial, muy mexicana, muy nuestra.
Hoy, las posadas se resumen en fiestas de diciembre donde a veces se adornan las mesas con nochebuenas y otras, los salones lucen vistosas piñatas. No más.
Decíamos que todo mundo aprovecha este tiempo para reunirse con sus empleados y ofrece una emotiva cena, acompañada, por lo general, por rifa de regalos, y de pocos años a la fecha, se incluía en los premios un automóvil, aunado a las televisiones, aparatos de aire acondicionado, vajillas, hornos y demás cosas.
La verdad sea dicha con toda honestidad: mucha gente va a la posada por su regalito, para ver qué sacó en la rifa y listo. Lo demás lo dejan a un lado, aunque los jefes insisten en que todos convivieron o convivimos de una manera única y emotiva.
Y como buenos mexicanos, amantes de la pachanga y todo lo que se le parezca, inventamos las pre-posadas, es decir, las fiestas que se hacen antes de las fiestas, con objeto de tener más oportunidad de estar en esas reuniones.
Somos fiesteros, sin lugar a dudas, y además, es un buen motivo para reunirnos con los colegas, los amigos o los compañeros.
En Victoria, como en todo México, hace ya unos días que se celebran las posadas y ya hay afortunados y sonrientes victorenses que presumen bonitos premios, aunque otros lo único que presumen es la intensa “resaca” que les dejó la velada.
Pero habría que procurar recobrar un poco el sentido de la posada: la generosidad de la gente hacia José y María se puso de manifiesto en varios días hasta que llegaron a Belén y nació Jesucristo.
Procuremos en estos días recobrar el espíritu de la navidad que se ha perdido con el paso del tiempo y que nosotros mismos nos hemos encargado de enterrar, de desaparecer de todo comentario cotidiano. Nos hemos hecho un poco más materialistas cada año y nos preocupamos más por el regalito que nos ganaremos que por la reunión con todos los seres con quienes decidimos hacerlo.
Hemos perdido mucho de ese sentido y valor humano, y la idea debiera ser recuperarlo para poder enfrentar los retos cotidianos con otra visión: con una mayor dosis de generosidad y amor hacia lo que hacemos, lo que tenemos y lo que queremos compartir.
Seguramente, si no ha sido, en esta semana tendrá la fiesta de su empleo o escuela, y entonces sabrá de nueva cuenta que la generosidad navideña se pone de manifiesto.
Procure recuperar los valores de la verdadera navidad, y sobre todo, vívalos con esa gente que tiene el corazón grande, amplio y generoso para compartir y repartir.
Procuremos entregar un poco de lo que hemos sido, y en señal de agradecimiento al Ser Supremo, entreguemos un poco de eso que nos ha dado oportunidad de tener por mucho tiempo, aprovechando sus virtudes y beneficios, pero que ahora bien puede ser útil para alguien más.
La crisis, la recesión… todo vale menos que una buena posada.
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Atentamente: Mtro. Carlos David Santamaría Ochoa ¡Ten un buen día!