Adiós a la Zona Rosa de Reynosa

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Hugo Reyna/EnlíneaDIRECTA

Reynosa, Tamaulipas.- Durante muchos años la Zona Rosa de Reynosa era un sector en donde la diversión bullía y seguramente los abuelos se conocieron allí en una noche de baile, en los suntuosos salones de aquel entonces como: “Imperial”, “La Cucaracha” “Molino Rojo” o “Kumbala”, eran centros nocturnos que formaban parte del elenco atractivo que cada fin de semana atraía a parejas y jóvenes de ambos lados de la frontera.

Sus bares eran motivo de respeto y veneración para los amantes de los placeres que otorga una amena charla acompañada de una copa: “El Dorado”, “Casa Blanca” son algunos estandartes de aquella época que hoy tan solo es recuerdo, actualmente la Zona Rosa no es más que una añoranza y hoy todos esos establecimientos han desaparecido, no solamente como negocios, sino también todo vestigio de que alguna vez físicamente existieron.

La zona ha sido sujeta a demoliciones intermitentes en los alrededores, en la esquina de la calle Ocampo y Allende ya no luce el “Dragón Rojo” de la familia González Nassar que era obligado a visitar en las correrías de fin de semana; contiguo se ubicaba el “Moulino Rojo”, ya no están y solamente luce un predio en espera de construir una plaza comercial de locales.

Por el lado poniente de la Zona Rosa se encontraban los billares “Gato Negro” de legendaria popularidad y una hilera de cantinas diseminadas que daban hasta la calle Aldama, hoy todos ellos ya no están.

Actualmente en ese mismo crucero domina la vista el restaurante “Sam’s” con casi medio siglo de historia y frente a él se yergue el local que ocupara “El Fiesta Mexicana” y que hoy es una disco. Hace pocos años se revivió el “Alaskan” pero sus buenos años han quedado en el pasado.

Uno de los pocos inquilinos que sobreviven en la Zona Rosa son las “Curiosidades Campos” de don José de Jesús Campos, que se resiste a dejar un sitio preferido por varias generaciones que era característico de las estampas de Reynosa junto con la Plaza Principal y su Kiosco, pero que hoy necesariamente el progreso y desarrollo comercial los han confinado al baúl de los recuerdos de aquellos reynosenses que disfrutaron noches de baile, música y alegría incomparable y que cada fin de semana acudían como peregrinos a rendir culto a la diversión.

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