Por lo general, diciembre es un mes de reflexión, y los días previos a la Navidad son el preludio de una avalancha de buenos deseos, de promesas, de juramentos, de proyectos, y en muchos casos, de tristeza y de frustración, debido a que se sabe bien que no todo en la vida son buenos deseos, porque estos se pulverizan si no se tiene un buen padrino que nos consiga un buen empleo con un buen salario, que nos permita tener buena ropa, buen auto y buenos viajes.
Es una temporada en que los niños, aquellos que aún creen que ese viejo barbudo los colmará de regalos en las primeras horas de la Navidad, se regocijan muy a pesar de que el Santa del tío Sam, en vez de la costosa bicicleta ‘Made in USA’, les mande un triciclo reciclado en China, un ‘Patín del Diablo’ manufacturado en Tai-Wan, o una muñeca de trapo elaborada en Tapachula, en vez de la costosa ‘Barbie’ que ya escasea en algunos estados del país, debido a que Santa no sabe en donde encontrarla..
Son días en que quisiéramos más que dar a los demás, recibir más de todos, y más de aquellos que nunca nos han dado nada, pero como todo son buenos deseos, me permití describir al Santa Clós político, ese personaje que creemos que se encuentra en el Polo Norte, pero que en verdad habita en la ciudad de México, en un lugar conocido como La Pinotepa, en donde guarda un moderno carruaje, una camioneta blindada tirada no por 8 renos, sino por 350 caballos de fuerza.
El viejo traje rojo que solía vestir, fue sustituido por un traje sastre de color negro y elaborado en casimir inglés, las botas de charol negro las cambió por un par de costosos zapatos negros marca Florsheim, e hizo a un lado la molesta gorra de algodón, para dejar ver la avanzada calvicie de donde surgen las ideas que habrá de materializar un ejército de pequeños hombrecillos verdes, y otro de gnomos vestidos de negro, para que no sean vistos por las noches, cuando rondan la casas para ver si en ellas habitan niños buenos o niños malos.
Por ser muy molestos para hacer ademanes, Santa desechó los guantes blancos de algodón, por unos negros de piel exótica, y en vez del telescopio estelar que utiliza para mirar desde su palacio a quienes se portan mal, utiliza unos pequeños lentes mágicos que le hacen ver solo a los niños malos, a quienes no regalará nada esta Navidad, por ser berrinchudos y por salirse de las normas navideñas impuestas por él.
Lo más peculiar de este Santa Clós, es que su tradicional risa que por años lo hizo famoso, la hizo a un lado para sustituirla por una horrible mueca que en ocasiones asusta a los niños.
A los niños buenos, aquellos de buena familia que nacieron en las colonias más ricas de la ciudad y del país, son los que más visita para colmarlos de regalos durante todo el año, siempre los mima, porque de alguna manera sus papás contribuyen con él para la fabricación de los juguetes. Por eso es que no pagan el impuesto estelar que Santa utiliza como pago por el servicio que recibe de unos magos conocidos como ‘Shreks’, holgazanes como pocos pero muy mandones y corajudos, sobre todo cuando un premio nobel los contradice.
Cuando Santa se enoja con ellos, estos ‘Shreks’ se desquitan con los niños pobres y sus familias, a quienes además de no regalarles nada en la Navidad, los amenaza y les elevan el costo por derecho de piso (predial), por trabajar (ISR), por tener un negocio familiar para malcomer (IETU), y por comprar lo que más necesitan (IVA). Por si fuera poco, si no entienden el mensaje, les envía a los duendecillos verdes y negros, a manera de presión.
A los niños pobres Santa casi no los visita, y si acaso, cuando enferman los inscribe en un programa de salud popular que solo les quita la gripe, pero no la pulmonía. Si no tienen dinero, les da Oportunidades para tenerlo, al fin y al cabo que los 200 pesos bimestrales, a ellos les alcanzará para comer, vestir, pagar la escuela, la renta y los servicios, además de ir al cine y tomarse unas merecidas vacaciones. Ellos son para Santa, algo así como la Bartola de Pedro Infante.
Como suele suceder cada fin de año, este Santa Clós tiene ideas tan descabelladas, como permitir y hacer que no sabe, que los ‘Shreks’, sin consultarlo, hayan aumentado el costo del preciado líquido que permite mover a la industria juguetera y a las empresas sus aliados ricos.
Así es el Santa Clós político que vislumbro en esta Navidad, pero recuerde que todo esto es una simple metáfora que no hace alusión a nadie, es solo una invención de mi calenturienta mente, y de mi espíritu navideño.
Que tengan ustedes una muy pero muy Feliz Navidad
Hasta mañana
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