Hugo Reyna/EnLíneaDIRECTA
Reynosa, Tamaulipas.- Conforme las sombras de la Noche Vieja caen en la ciudad (31 de diciembre) la metamorfosis del ambiente urbano es evidente, en las calles apenas transitan personas, a diferencia de los autos que van y vienen en perpetua lucha contra el asfalto.
Las marquesinas de los negocios lanzan sus destellos de luces multicolores, como deseando atraer a clientes que se aventuren con ellos a iniciar el 2010, en la soledad de: un bar, disco, hotel, restaurante, etc., brindar y compartir abrazos con perfectos desconocidos, como un escenario montado para una sola noche sin repetición.
Como suele ocurrir, en las casas ricas, pobres y medianamente agraciadas, pero en general, en donde haya un techo que compartir, habrá también una cena, aunque eso si, los platillos y menú serán diferentes, en algunos las viandas exóticas y manjares disímbolos, en las otras: pollo, tamales, carne asada, para no desentonar la región norteña.
A la medianoche el éxtasis de la celebración: en los ancianos las lágrimas de melancolía por los ausentes al festejo, aquellos con quienes en pasadas Noches Viejas se chocaron copas y brindaron y cenaron; entre los adultos mayores, vestigios de pena por los que tampoco están y entre los niños la incertidumbre de empezar a “tronar” los cuetes y asomarse a los patios a escuchar el concierto musical de las armas de fuego, que pese a las campañas de prevención, inevitable el gusto de muchos de halar un gatillo y lanzar disparos para herir mortalmente los cielos.
Con evidentes secuelas de los sopores del alcohol, unos más, en increíble sobriedad, salen de las casas de los abuelos paternas, amigos, familias o cualquier punto en que se hayan congregado a celebrar. De la cena solamente quedan recuerdos, las bebidas espirituosas en alianza con la música “guapachosa” se adueñaron de la madrugada.
De vuelta a la realidad se zambullen en las calles y avenidas de Reynosa que en la madrugada lucen desiertas, los accidentes viales son inevitables, algunos no concluyeron con mucha suerte la Noche Vieja, pero los que sí, regresan a la comodidad de sus hogares, a encender nuevamente la alegría y la esperanza, duermen hasta bien entrado el primero de enero, después, despiertan con la “cruda” y achaques de la noche anterior, es el pago por los excesos cometidos, pero a final de cuentas todos admiten entregar el tributo, pues se ha “brincado” en una noche de un año a otro.