Entre Nos/Carlos Santamaría Ochoa *El mejor día

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¡Quien iría a pensar que se daría tan lejos!
Sin lugar a dudas, cuando podemos establecer una buena comunicación con los seres que amamos, atesoramos momentos y recuerdos que seguramente, dentro de varios años, permanecerán en nuestros corazones.
Y sucede que, en familia, a veces no tenemos el tiempo suficiente para encontrar esos maravillosos momentos que nos da un ser querido: los hijos constituyen, sin lugar a dudas, la mayor responsabilidad y amorosa preocupación para todos.
En estos días de asueto, la oportunidad de convivir con los hermanos que viven lejos, los padres que tienen su residencia en otro sitio del país y los sobrinos, producto del amor de nuestros hermanos y quienes han decidido conformar una familia, son momentos que realmente vale la pena vivir y revivir cuantas veces sea posible.
En estos días, la ciudad de Aguascalientes se convirtió en el fiel testigo de uno de esos maravillosos momentos.
Caminar por las calles del centro de esta bonita y tranquila ciudad, abrazados por el sol invernal que, al aire libre, como que quema la piel y nos hace sentir en un sitio veraniego, pero en la sombra nos lleva a un frío que cala hasta los huesos –como popularmente se dice- y que nos provoca temblor en las extremidades, nos ubica en un tranquilo y amoroso momento que hemos vivido gracias a muchas cosas, pero sobre todo, al sentimiento solidario de dos individuos.
Aguascalientes se abrió en el cielo y dio paso al sol quemante invernal para hacer un paseo inolvidable: ver aquel grabado que recuerda la reunión constituyente o la legendaria construcción de la catedral, hasta el hermosísimo y tranquilo jardín de San Marcos fueron los testigos de esta convivencia que debemos propiciar todos con los nuestros, aunque sea de vez en cuando.
Caminamos mucho. La recomendación fue ir en automóvil de alquiler por aquello del tráfico, sin embargo, los dos decidimos acudir en vehículo hasta un estacionamiento para, de ahí, comenzar el recorrido que durante horas hicimos a esos sitios que tienen un toque especial.
La arquitectura colonial de Aguascalientes nos regaló la oportunidad de conocer y comentar: que si el edificio es tal o cual cosa, y que si los detalles ornamentales constituyen algo importante… tantas cosas que fueron un muy buen “pretexto” para poder comentar cualquier cosa, cualquier concepto: el encanto se presentó por la convivencia, no por lo que vimos ahí.
No puede una persona dejar estos momentos como algo superficial: sin duda alguna, fue uno de los mejores episodios en la existencia de quien ha procurado ser padre para sus hijos con quien se ha constituido como el hijo y compañero, el amigo y camarada: el compañero de viaje y turista.
La estampa típica de dos personas con acento distinto, forma de andar peculiar, y el tono de voz que nos ubica como norteños, fueron parte de todas esas características que nos ubicaron como turistas; la cámara fotográfica en la mano de cada quien tuvo su parte en todo este episodio: por una parte, fue el instrumento donde captamos esos sitios tan especiales que la historia ha colocado en la ciudad de Aguascalientes, y por otra, era también el “distintivo” del turista que llega a “robar” las imágenes de esas estampas que pudimos traer para compartir más tarde.
Aquella mañana comenzó el mejor día de nuestras vidas quizá. No podemos olvidar, claro, la manera en que, hace años, él tuvo la oportunidad de iniciar una aventura en la Secundaria que culminó con el nacimiento de la tradición del basquetbol en el colegio Surval, o el hecho de haber podido gritar y gozar un campeonato nacional.
Tampoco podemos dejar a un lado el hecho de haber convivido muchos partidos de fútbol en televisión o la película de moda. El poder estrenar un pantalón o un par de tenis o disfrutar de un plato hecho en casa para ellos.
Han sido muchas cosas las que hemos podido vivir y que forman parte de esa historia del hombre y su hijo.
¡Cómo dejar de pensar en los momentos en que las hermanitas llegaron al mundo!
Hay muchas cosas que vienen a la mente, pero lo más fresco, lo más reciente, sin lugar a dudas que el habernos convertido en turistas allá por Aguascalientes, comer juntos, platicar mucho y disfrutar de las calles de esos lugares.
Es cuando volteamos la mirada al cielo y, en busca de ese Ser Supremo que nos permite vivir y disfrutar de todo lo que hay en la vida, agradecemos la maravillosa oportunidad de experimentar la paternidad, pero más importante aún, el poder convertirnos en compañeros de jornada, y disfrutar quizá, uno de los mejores días de nuestras vidas.
Yo lo pienso así, y probablemente él también. David me ha regalado uno de los mejores días de mi existencia, y la verdad, no quise que pasara desapercibida tan significativa ocasión. Gracias a la vida por poder vivir esto, pero sobre todo, gracias, a ti, por ser mi hijo.
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Atentamente: Mtro. Carlos David Santamaría Ochoa ¡Ten un buen día!

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