– Miguel Morales fue uno de ellos
Hugo Reyna/EnLíneaDIRECTA
Reynosa, Tamaulipas.- Como en todo oficio y profesión de la vida, existen espacios privilegiados para aquellos que con su empeño, esfuerzo y capacidad de amistad ingresan a una especie de Olimpo, en donde pasan a la posteridad del recuerdo de aquellos con quienes compartieron en vida, a pesar del olvido derivado del discurso y compromiso de preservación que no se cumple, Miguel Morales López (qepd) prevalece en la memoria de todos aquellos que en él tuvieron no solamente a un compañero en la labor de la comunicación, si no también manjar de amigo.
Tres años ha pasado desde que su sonrisa y animado caminar por entre la gente y las calles se apagó, más sin embargo, aun resuenan en los sectores proletarios y polvorientos caminos sus pasos que con micrófono en mano y seguido de un camarógrafo hizo escuchar la voz de los desprotegidos, aquellos que no son atendidos en las oficinas de gobierno o de alguna dependencia, aquellos a quienes la cámara ofreció testimonio de que existían y necesitan de respuesta de los gobiernos, aquellos a los cuales las promesas de las bondades sociales no llegaban y que tras ser entrevistados y sacados del anonimato por Miguelito, dejaron de ser población ausente del cobijo del presupuesto.
Su pérdida física cala y duele entre sus amigos y compañeros, pues Miguel Morales supo apreciar la oportunidad de su vida y momento y su trabajo que era su pasión no fueron más que el pretexto para ayudar a quienes más lo necesitaban.
Anécdotas de su carisma y su humanismo son prolíficas, desde aquel regalo que lo impactó y sorprendió gratamente, cuando a su oficina de Televisa llegó una piñata elaborada con imagen a semejanza de él y que era motivo de gastar bromas a sus sobrinos a quienes pretendía engañar sobre quien era el verdadero Miguel Morales, pues se ponían a un lado de la piñata serio para confundirlos.
Otra más que demuestra el alto concepto solidario que tenía como reportero fue aquel lance para el recuerdo, cuando ingresó a las oficinas comerciales de la Comisión Federal de Electricidad, en donde sabedores de su influencia y arraigo popular era evitado y hubo orden de no permitirle entrar, pero Miguel se las ingenió y llegó hasta el despacho del Gerente a quien encaró y pidió una explicación por los altos cobros tarifarios a una humilde familia a quien incluso se había amenazado de embargar por el adeudo, Miguelito no solamente logró que se renegociara la deuda, si no que hizo posible una Navidad con luz a aquella familia que en pago a su respaldo lo invitaron a cenar con ellos.
Tanta pena le daba las atenciones a su persona que era incapaz de tomar la decisión por cuenta propia no sin antes consultar con amigos sobre la viabilidad de acudir a esos encuentros, en donde la gente buscaba agradecerle a su manera.
Y era devoto como el que más, apreciaba mucho un cuadro del Papa Juan Pablo II que tenía en la cabecera de su escritorio, en donde daba forma a sus notas periodistas y en las cuales dibujaba son exactitud- como radiografía- lo que acontecía en una colonia, alguna carencia en la ciudad que ameritaba respuesta o bien para apoyar alguna de las muchas cruzadas de ayuda entre la comunidad que apoyó de manera entusiasta.
Una mancuerna memorable hizo con otro hombre admirable como él, Francisco Miguel Gutiérrez (qepd) a quien Miguelito protegió y apoyo, alentando su servicio social en beneficio de los migrantes que al ser deportados eran objeto de abusos y malos tratos, Morales López también hizo por ellos sin esperar nunca ni reconocimientos ni nada a cambio.
Aquella infortunada noche del 24 de Diciembre de 2006 con el accidente automovilístico, Miguel Morales toco las fibras sensibles de muchos quienes al verlo postrado en una cama no daban crédito a observar a un joven e intrépido reportero inquieto que mantenía a raya a los funcionarios y políticos y era venerado como un protector entre las gentes de la barriada.
Triste repetirse una vez y otra más, ¿como tener en reposo a alguien tan alegre?, imposible de permitirse descansos y encasillarse como reportero, como muchos que –lamentablemente- en la comodidad de los teléfonos y correos electrónicos se han convertido más bien en agentes publicitarios de funcionarios, plegados a su voluntad.
Ese no era Miguel Morales, reportero forjada en la brega diaria en la lucha y esfuerzo que le permitió tener un carisma que nadie jamás ha vuelto a tener y ser poseedor de un don especial que hoy es extrañado y echado de menos.
Su agonía triste y penosa (13 días) detonó un movimiento de oraciones y espontánea solidaridad como lamentablemente no se ha vuelto a observar, miles de personas, particularmente aquellas de origen humilde y de las colonias y comunidades rurales, se trasladaron a los funerales para rendir respeto y renacimiento a quien hizo mucho por ellos, apenas instantes en las pantallas de televisión, pero suficientes para acabar con su marginación y olvido de los gobernantes.
Nada es ni será igual, hoy luce todo diferente: ¿Cuántos abusos y excesos no se han cometido en ausencia de Miguel y no está allí para defender a los agraviados?, cuantas historias se han quedado truncas desde su partido y en donde encontrar a otro talento como el suyo.
Por eso en la inmensidad del cielo y sus estrellas, desde algún punto del universo, Miguel Morales se ha integrado y logrado cohesionar en la historia y la caja de recuerdos que prevalecerá en la mente de quienes tuvimos la fortuna de conocerlo, tratarlo y ser destinatarios del regalo de su amistad.