Entre Nos/Carlos Santamaría Ochoa *Colaboradores eficientes

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Para los que nos gusta el fútbol, sabemos que un entrenador no podrá ser triunfador si no tiene buenos jugadores, con cualidades individuales, condición física y la inteligencia necesaria, así como la disciplina para acatar las disposiciones que el director técnico ha establecido como estrategia para aspirar al triunfo.

Esto aplica en todo. En un grupo escolar, los muchachos tienen cada uno una misión que realizar, y en esa medida pueden ser un equipo que aspire a la calificación de excelencia.

La política cuenta con los mismos atributos que se convierten en requisitos cuando uno quiere formar parte de ese privilegiado grupo, y que tiene que comenzar con una vocación de servicio que habrá de anteponer ante todo, aunque sabemos que todos los que se dedican a la política también tienen ambiciones –en buen sentido- personales y materiales.

Mentiría alguien si dijera que no le interesa el salario del cargo o puesto que ostenta, que busca o que quiere lograr. Todos necesitamos satisfacer necesidades materiales, y por lo general, se requiere dinero para lograrlo, y si somos honestos, todos buscamos un sueldo decoroso.

Y lo anterior ha aplicado en muchas administraciones, municipales, estatales y federales: los colaboradores son los que sacan el trabajo a flote, bien coordinados por la cabeza política y administrativa, y entonces, se convierten en un gobierno que pasa a la historia con un balance positivo. Suele suceder, aunque haya algunos que, de plano, no den una y sean el “prietito en el arroz” de las administraciones públicas.

Es cuando un titular de determinada área suele entregar buenas cuentas: el secretario de tal actividad ha dejado una importante huella. Detrás de él, sin lugar a dudas, se encuentra un equipo de gente trabajando.

Cuando al gobernador se le ofrece una reunión y dicta tareas, los secretarios cumplen, bajando la instrucción a sus subordinados, y así, todo el engranaje administrativo se pone a trabajar para que, entonces, el mandatario pueda dar buenas cuentas a sus conciudadanos y gobernados.

Es la historia de siempre: el “gober” pasa a la historia por su capacidad, y pocas veces se reconoce al equipo de trabajo.

Sin lugar a dudas, éstos últimos son los “responsables” del éxito en el trabajo. En algunas ocasiones, los que tienen que ejecutar las acciones fallan “un poquito”, y entonces, la gente, es decir, nosotros, a veces somos injustos diciendo que el secretario, el alcalde, el gobernador o el presidente no hicieron lo que debieran.

Hay por ahí un proyecto que es una maravilla para quienes hemos tenido la oportunidad de conocerlo y que tiene, como todo, su aspecto humano que a veces repercute en inexactitudes: la Incubadora de Genios.

En este sentido, la Secretaría de Educación en la entidad ha dispuesto que algunos niños y niñas de primaria se integren a la Universidad Politécnica durante algunos meses, para que éstos, previamente seleccionados por su capacidad individual, puedan aprender algo más, sirviendo de base para que los futuros egresados de la misma sean esos individuos de calidad que necesita el estado y el país.

El gobernador estuvo recorriendo la universidad de referencia y saludó a los chiquillos; a los padres, nos dijeron que a partir de enero estarían nuestros hijos acudiendo a clases, previo acuerdo de formalidad en nosotros, porque el lugar de los hijos era privilegiado, y teníamos que apoyarlos, no faltar, no dejar de llevarlos, porque no se vale que el gobierno invierta en este tipo de programas y la sociedad no los aproveche.

Todo bien, ¡pero…!

Nos avisaron que durante los primeros días de enero nos dirían a partir de qué día llevaríamos a los hijos. Termina enero y no hay noticias, aunque nos hemos enterado apenas el viernes pasado que ya iniciaron clases.

¿Y nuestros hijos? Pensarán los del programa de incubadora de genios que no nos interesó la oportunidad que el gobierno de Geño les ha dado a los sobresalientes.

A alguien se le pasó dar la indicación y simplemente, los hijos nuestros nunca recibieron la notificación, ni sus profesores ni sus directores.

Como dijera aquel cómico famoso de apellidos Gómez Bolaños: a alguien “se le chispoteó” y no dio la indicación adecuada. Los hijos ya perdieron clases, que esperamos se las recuperen.

No podemos juzgar una administración o secretaría por la negligente actitud de alguna persona, pero sí es importante poner atención, para que en lo futuro o sucedan estas cosas.

Qué bueno que hay programas que motivan el crecimiento intelectual de los hijos, los niños del futuro, pero más bueno será si todos hacemos lo que nos corresponde.

La Incubadora de Genios, tardará unos días más en dejar sus frutos, pero eso no será motivo para que los niños seleccionados hagan su mejor esfuerzo, o al menos, eso esperamos.

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