Apuntes para náufragos/Luis Sergio Miranda *¡Hipócrita, inútil, farsante¡

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A Felipe, El Pequeño, no le aprecian en muchos lugares. Por ejemplo, no le quieren los deudos de los niños calcinados en la insegura guardería subrogada ABC de Hermosillo, Sonora, ni lo estiman los parientes y amigos de los jóvenes recientemente asesinados en una casa de interés social de Ciudad Juárez, Chihuahua. Pero mientras goce de la costosa cobertura amigable de los grandes medios de comunicación, él seguirá adelante, despreocupado, sin que le importen los daños colaterales que causan sus omisiones, sus ocurrencias, sus caprichos.

Dicen los que de eso saben que Felipe, El Pequeño, calculador, astuto, como sólo él es, se cobija con la última máxima develada por el ex presidente Miguel De la Madrid: La impunidad es necesaria para que el sistema político mexicano funcione bien. En consecuencia, Felipe, El Pequeño sabe que nunca rendirá cuentas y que el siguiente huésped de Los Pinos, priísta o panista, le protegerá como él hace ahora con Vicente Fox.

Mire, al tiempo que el atribulado e incompetente gobernador de Chihuahua, Jesús Reyes Baeza anunciaba el traslado de la sede de los poderes del estado a Ciudad Juárez; familiares de los jóvenes ultimados el 31 de enero, acompañados por decenas de personas exigieron en esa ciudad que se indague a fondo la matanza y no se calumnie a las víctimas, como hizo Felipe, El Pequeño, diciendo que murieron en una riña de pandillas.

Siempre de acuerdo con el periodista Rubén Villalpando, “Calderón, hipócrita, inútil y farsante”, rezaba una de las pancartas desplegadas por la multitud que repudió los “malos resultados, la ineptitud y falaces declaraciones de las autoridades”, al marchar por la colonia Villas de Salvárcar, donde se perpetró la matanza. Los manifestantes exigieron la renuncia de Felipe, El Pequeño, una instrucción que solo le está permitida a los líderes del duopolio más poderosos de México.

Al tiempo, un panista de alcurnia, el señor Mauricio Fernández, Alcalde de San Pedro, el municipio más rico de Nuevo León y del País, declaró que Felipe, El Pequeño, y la dirigencia de Acción Nacional no entienden que hay que cambiar de rumbo, que no entienden que los panistas tienen que salir del modelo centralista impuesto desde Los Pinos, que no entienden que al PAN lo están empinando en vez de levantarlo. Este pintoresco personaje, protegido de la poderosa oligarquía regiomontana, no se descartó para participar en la elecciones presidenciales del 2012. Una aspiración que resulta atractiva para los sectores más duros del blanquiazul trastornados por las pretensiones de personas de escaso talento como Santiago Creel, Josefina Vázquez, Javier Lozano, Ernesto Cordero y Alfonso Lujambio.

Dice el filósofo español Fernando Savater que la democracia es laica o no es, porque lo otro es teocracia. Aquí conviene recuperar las declaraciones hechas al diario La Jornada por el diputado federal perredista y ministro en retiro de la Suprema Corte de Justicia de la Nación Juventino Castro y Castro sobre Felipe, El Pequeño: “Ahora pide que los mexicanos nos unamos pero la tarea de gobernar se la encomendaron a él, y ha fallado”. Para este notable magistrado, el señor de Los Pinos y sus aliados políticos, económicos y religiosos, no nos llevan a la restauración del viejo régimen priísta sino a un escenario peor, a la época del Virreinato, con Inquisición y todo, debo agregar.

El peligro es mayor pues Felipe, El Pequeño y sus secuaces disfrazándose de demócratas pretenden que las libertades ciudadanas, que los derechos de las mujeres sean, además de pecados, delitos. En fin.

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