Cierto es que la inflación ha alcanzado niveles de afectación general, y que no hay un sector en donde se haya sentido más o menos; la verdad es que todo ha impactado en forma tal que ahora se debe pensar dos veces lo que se puede hacer con el salario.
Un jamón de determinada marca, que costaba en diciembre 114 pesos el kilogramo, por ser de los mejores: pavo y especial, hoy cuesta en promedio 135 pesos, y si sumamos, es más del 20 por ciento de incremento. La papa, vegetal tan nuestro, se encuentra con aumentos que oscilan alrededor del 37 por ciento, y cheque usted los refrescos, productos chatarra –papas fritas y demás-, cigarrillos, ropa y todo, que se ha ido hacia las nubes.
A todos nos afecta, aunque a unos más que otros. Obviamente, a quien tiene una situación precaria le duele porque dejará de comprar algunas cosas; en contra, quien disfruta de una mejor posición económica, tiene posibilidad de seguir comprando todo lo que compraba antes, aunque le impacta en el bolsillo.
Dicen algunos que a los ricos –así se explican- no les hace mella la crisis. Claro que sí, a todos nos afecta, y todos pagamos más por cualquier cosa.
Ya ve, hasta los derechos fiscales y pagos de trámites ante el gobierno federal han aumentado considerablemente. Todo cuesta más del 15 por ciento más. Mienten esos que dicen que no hay inflación o que era un catarrito nada más.
Hay que ver la neumonía económica que nos dejó Agustín antes de irse al Banco de México a mentir sobre la realidad del México que usted y yo vivimos, sin chofer ni otros privilegios que tiene el mentado Agustín, un claro ejemplo de que no hay crisis ni recesión.
Y para variar, todo mundo aumenta sus precios en bienes y servicios. Los que ofrecen el transporte urbano colectivo, llamados malamente “peseros” han puesto el dedo en la llaga, y en una forma arbitraria e ilegal subieron las tarifas, en un caso que se registró en Tampico, donde el oportunista pseudo dirigente Ausencio Eng encabezó a los inconformes y logró finalmente que se aprobara un aumento de 50 centavos en las tarifas.
Hoy, las “peseras” están más caras… y más malas. Les decían así porque cobraban precisamente un pesito por viaje; hoy, a pesar de los usuarios, han tenido que subir sus precios, ya que el costo de mantenimiento y demás se ha incrementado, pero la cosa no ha sido pareja, para ser honestos: tenemos un servicio deficiente, malo, pésimo, pues, donde por una parte contamos con unidades vetustas, que se caen en pedazos de lo viejas y maltratadas, y por otro lado con un grupo de inconscientes que las manejan haciendo de cada viaje un sorteo al panteón, donde uno se juega la vida cada día.
Los peseros cobran más, y exigen todavía un aumento mayor. Se han olvidado quizá que tienen hijos e hijas en edad escolar –una gran mayoría- y que tienen que pagar muchas cosas, entre ellas, el transporte a la escuela, así como útiles y uniformes, por mencionar algunas cosas.
Se les ha autorizado un aumento de precios pero parece que no están conformes. Si de eso se trata, no creemos que haya algún conforme con el ridículo aumento salarial de 2010, que apenas alcanza unos centavitos.
Para darnos cuenta de lo fuerte que está la situación, recordamos que el rector de la UAT ha dicho que el aumento a trabajadores de la máxima casa de estudios tamaulipeca no será mayor al 4.5 por ciento, lo que nos dice que hay crisis real en todas partes.
Y estos “cuates” quieren duplicar el precio del pasaje. ¡Qué vergüenza! No se tientan para exigir cuando no nos han cumplido: sigue habiendo los mismos cafres y desobligados operadores, los que con la música a todo lo que dan los aparatos nos echan a perder el viaje, o que son sus modales nos recuerdan lo que es vivir casi en una fabela brasileña.
Son los conductores y propietarios los causantes de una crisis de transporte que ahora quieren solucionar con un aumento en los precios de las rutas. Nada hay más injusto que lo anterior.
Y luego, encabezados por un vividor del sur de la entidad, hacen paros y exigen, suben por sus pistolas los pasajes, y cuando la autoridad comienza a regular los costos para el usuario, salen con que acatan, pero amenazan con uno más dentro de unos meses.
Ojalá tuvieran un poco de conciencia para poner las unidades en un estado aceptable, que también se pongan exigentes para seleccionar a quienes serán operadores, pero sobre todo, que tengan conciencia y responsabilidad, porque cuando van jugando carreras no les importa nada en el mundo.
Esos son los peseros que nos ha tocado tener, y además, completamente insaciables, porque quieren más, como las hienas.
No es posible que todos tengamos lo que merecemos o creemos merecer, tenemos que entender que la crisis está en nosotros, y nos guste o no, hay que sortearla con mucho ingenio.
Nosotros tenemos la palabra, y la autoridad, por favor, que no deje crecer al monstruo de Tampico que amenaza con ser uno de los más influyentes vividores, perdón, líderes sociales.
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Atentamente: Mtro. Carlos David Santamaría Ochoa ¡Ten un buen día!