Entre Nos/Carlos Santamaría Ochoa *Los chapulines

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Dice el diccionario de la Real Academia Española de estos “bichos” que es una palabra de origen náhuatl –chapolín-, y nos remite a la definición de langosta, que reza así: “ Insecto ortópero de la familia de los acrídidos, de color gris amarillento, de cuatro a seis centímetros de largo, cabeza gruesa, ojos prominentes, antenas finas y alas membranosas; el tercer par de patas es muy robusto y a propósito para saltar, es fitófago, y en ciertas circunstancias se multiplica extraordinariamente, formando espesas nubes que arrasan comarcas enteras”.
También lo define “como cosa o persona que consume o destruye otra”.
Vaya la definición de los chapulines por el hecho de que andan, con sus patas traseras, saltando de un lado a otro, apoyados en el vuelo de sus alas.
En este caso, el término se emplea para ciertos especímenes que se desenvuelven, como dice la RAE, en nubes que arrasan comarcas enteras, es decir, que llegan a los municipios queriendo llevarse todo de todo para su causa. Son los que gustan de buscar un puesto clave sin esforzarse, sin tener que esperar su turno o sin gestionar las oportunidades de la política propias de quienes trabajan. Son esos personajes que, al no conseguir la nominación por su causa, buscan alguna otra, cualquiera que sea su ideología, para tratar de llegar.
Se les conoce como candidatos –o precandidatos, hoy en día- y por lo regular, asisten durante años a un partido político tratando de llegar a un cargo de elección popular. Juran lealtad y sinceridad en sus palabras: los postulados de sus partidos los toman y adoptan como propios y defienden la causa.
Un ejemplo es esos individuos que, cobijados en el partido del “sol azteca”, buscan siempre la diatriba, la mentira, la difamación por lo general, contra el PRI o contra quien gobierna en México. Son parte insalvable en cualquier proceso electoral, pero finalmente, buscan su beneficio personal. Mienten siempre al decir que tienen principios, honorabilidad y una justa forma de pensar.
Hoy, los chapulines han “brincado” de un partido a otro sin importar que sean totalmente ajenos a sus postulados iniciales. No puede uno imaginarse que alguien que ha navegado toda su vida con la bandera de la izquierda pueda, por ejemplo, afiliarse al PAN, partido derechista mexicano. No concebimos el hecho de que se junten el agua con el aceite para combatir algo que les hace más daño del que suponen.
El hecho de que el PRI esté ganando simpatías en el país no les es nada grato. Comprensible es lo anterior si consideramos que son la oposición, la fuerza contraria, pues.
Y otros, que buscan dentro del Revolucionario Institucional la nominación, pero a la hora del proceso se afilian en una coalición curiosamente formada, con la idea única de derrotar al PRI.
No les interesa, sinceramente, ganar para tener un gobierno de izquierda o derecha, solamente llegar, ganar, triunfar y ya ahí, en el cargo, en caso de que la ciudadanía se cegara y votara por ellos, hacer de las suyas y llevar a cabo lo que mejor les sale: la traición.
Decimos el término anterior porque no es posible que uno de nosotros piense que la forma de gobierno tal es la adecuada y a la hora de la elección estemos defendiendo otra causa y otra ideología. Eso no es honesto, no es justo, no es leal.
Durante años, personajes ligados al partido en el poder a nivel nacional se han encaminado a buscar la candidatura argumentando ser amigos del Presidente, relacionados con lo mejor de sus institutos, y hoy por hoy, navegan con otra bandera: anuncian que buscarán la gubernatura por otro partido que no es el blanco y azul, mismo que, a fuerza de ser sinceros, cada día tiene menos oportunidades gracias a la negligencia manifiesta que hemos palpado en el país entero.
Ya se presentó en Durango un caso de esta naturaleza: el chapulín dio el salto a otros partidos, y en Tamaulipas, uno de ellos también ha anunciado que buscará la candidatura por otro partido: ex ave azul, el hoy diputado buscará por parte de Convergencia la nominación.
Cierto es que a veces no llegan a la candidatura los que merecen pero, vale la pregunta: ¿Por qué se meten si no saben respetar las reglas?
Claro, no es nada agradable vivir expuestos a un desaire político, pero cuando se está en esa actividad, hay que acostumbrarse a este tipo de medidas, que en ocasiones, y como dicen algunos, se buscan por estrategia política.
En Tamaulipas, el PRI ha registrado una alianza, que no es lo mismo que brincar de un lado a otro; el PAN, seguramente buscará tener una fuerza representativa que le ha arrancado la voz popular; el PRD, por su parte, seguramente buscará mantener el registro, porque a fuerza de ser sinceros, no tiene presencia estatal.
Y de los otros, los “chiquillos” o “alternativos” como dice un dirigente de ellos, solamente estarán en la “pepena” de quien haya sido desechado, para que, como un buen chapulín, brinque para su causa.
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Atentamente: Mtro. Carlos David Santamaría Ochoa ¡Ten un buen día!

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