Matrimonios homosexuales: el precio de la diferencia

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– Ley de convivencia, un reclamo de la sociedad gay

Benny Cruz Zapata/EnLíneaDIRECTA

Victoria, Tamaulipas.- Ellos y ellas que viven en el filo de la marginación y la exclusión social e incluso familiar, a pesar de los avances que se han tenido en cuanto a aceptación comunitaria de manera general, en lo particular la mayoría sufre en carne propia el costo de ser diferente.

Por ello están haciendo votos y organizándose para que más temprano que tarde, en Tamaulipas tome vigencia la Ley de Sociedades de Convivencia y se les empiece a aceptar como parte de una realidad.

Oscar Medina es un personaje emblemático en la lucha por el respeto a los homosexuales; ex candidato a diputado, impulsor de luchas sociales de los más vulnerables, desde su experiencia afirma que ha llegado el tiempo del reconocimiento:

“Hoy en día los homosexuales no somos seres extraños, sino gente común con derechos y obligaciones, con virtudes, unos profesionistas, unos artistas, otros estilistas, otras reinas de belleza, figuras de carnaval, somos seres humanos que tenemos familia, amigos, vecinos, incluso hijos”.

Hace un llamado a la sociedad victorense a la que, desde su parecer, le falta mucho por abrir los ojos:

“A ellos yo les digo que se pongan a trabajar y atender a los suyos en lugar de señalarnos con índice de fuego, de hacer escarnio, burla, estigmatizarnos y asociarnos con lo pervertido, con lo sucio, porque esto solo cabe en las personas con telarañas en la cabeza”.

Apunta que no se puede seguir cerrando los ojos, pues en el día a día las relaciones homosexuales cobran vigencia con o sin ley de convivencia, con o sin autorización para adoptar, con o sin aprobación legal:

“En mi caso llevo ya 20 años con mi pareja, pero a consecuencia de esta cerrazón que persiste, opto por guardar su identidad ya que tiene un cargo público y lo último que quiero es hacerle daño, pues el estigma social pesa mucho, la aceptación de este tipo de uniones en ciudades como Victoria va muy lento, por eso, en lo que a mi compete, no bajo la guardia y como luchador social junto con otros vamos a dar la batalla”.

En este aspecto da a conocer que están trabajando en que en Tamaulipas aterrice la Ley de Convivencia:

-Y no lo quiero solo yo, sino muchas parejas que tienen toda una vida juntas y otros no tanto, pero necesitan que se les reconozca formalmente como cualquier matrimonio, vienen cambios en todos los sentidos y estamos preparándonos para hacernos escuchar.

Por su parte, Carlos o Mariana Mendoza; Miss Gay en la ciudad, comparte que sigue pagando en el terreno personal el costo de ser diferente, le han costado lágrimas la valentía de reconocer ante todos su homosexualidad:

“Es una responsabilidad muy grande salir a la sociedad ya como homosexual, te enfrentas a demasiadas cosas, principiando por tu casa, el rechazo porque aún cuando unos corren con suerte y se da la aceptación, en mi caso mi mamÁ aún no se resigna a mi condición, no entiende, no asimila que no está en mis manos cambiar, ni mucho menos curar como se llega a pensar al verla como una enfermedad, es una condición de vida que no se hace, sino que la traemos.”

Opina que el respeto a la diversidad no está en leyes, pero estas mucho ayudan para impulsar mejores condiciones de vida.

Sustenta que como homosexuales han ido ganando terreno, luchado contra viento y marea para que la sociedad poco a poco vayan aceptándolos como integrantes de la misma.

Desde su punto de vista esto se debe a la falta de tolerancia de las personas que no aceptan la homosexualidad, como parte de la diversidad:

“Es parte de la educación machista que persiste hasta ahora, no llegan a admitir que somos seres humanos con los mismos derechos, seres que no por tener preferencias sexuales diferentes, implicamos un daño a la sociedad.

Además muchas personas ven a la homosexualidad como perversión y cosas peores, cuando esto se ve en hombres, mujeres, en todos por igual. Por ejemplo, ahorita tenemos la iglesia encima por los matrimonios entre nosotros, pero con qué moral, si muchas veces los sacerdotes son violadores de menores.

En este mismo sentido, Paulo y Lolo han sufrido en carne propia lo anterior; con diez años de unión, admiten no saber mucho de leyes ni reglamentos, lo que sí tienen en claro es la necesidad de aprobación del matrimonio entre dos iguales, el reconocimiento jurídico a la relación porque en ellos les van cuestiones tan vitales como el servicio médico:

-Yo y quienes me conocen saben de mis preferencias y de mi vida en pareja, como trabajador de una oficina de gobierno, tengo derecho a atención médica que no puedo compartir a pesar de necesitarlo, pues en diez años de unión soy el único proveedor de la casa; cuando mi pareja se ha enfermado hemos tenido que recurrir a atención privada, no hay decreto alguno que autorice compartir el servicio médico en una institución de salud, incluso hace tiempo me compré un seguro de gastos médicos, pero aquí tampoco se puede hacer nada.

Expresa Paulo, quien bajo la reserva de su verdadera identidad accede a compartir la historia de marginación social y oficial hacia las parejas de preferencias homosexuales:

-La verdad que no es fácil salir del closet, primero hay que enfrentar a la familia y a una sociedad que en el caso de Victoria sigue siendo muy puritana, nosotros tenemos ya diez años de unión, mucho más tiempo que parejas que a los dos o tres años llegan al divorcio, sin embargo Dios nos libre de agarrarnos de la mano en público, lo bueno que hay dos que tres bares para nosotros, en donde nos desinhibimos, pero en lo general los matrimonios gay viven en la marginación, en la clandestinidad.

Igual pasa con Isael y Alberto; son pareja desde hace cinco años, en este tiempo más de una ocasión han dormido en celdas policíacas por sus conflictos amorosos exteriorizados, pero fuera de estos contratiempos, Isael asegura que son felices:

Sin fotos, por aquello de la burla que le pueden hacer a sus familias, acceden al diálogo, es Isael quien toma primero la palabra:

-La mera verdad que Victoria ya está cambiando en este aspecto, hay más tolerancia hacia gente como nosotros, aunque todavía no se llega a la aceptación. Hace tiempo fuimos a México y hay lugares en donde las parejas homosexuales pueden transitar abiertamente tomados de la mano, incluso besándose y ya nadie se asusta, pero aquí, nos siguen viendo como raros, como desadaptados.

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En el caso de nosotros a pesar de los escándalos que nos ha llevado a la preventiva varias veces, se puede decir que llevamos una vida normal; a mi me toca atender la casa y Alberto es el que trabaja, todos los amigos que nos conocen ya no solo nos identifican como pareja sino como un matrimonio que respetan, si hay una fiesta nos invitan a los dos, si una amiga nos quiere de compadres -o de comadres –ríe- a los dos nos toma en cuenta, somos un matrimonio como lo es el de un hombre y una mujer, así nos quieren y así nos identifican.

Afirma que no son los único:
-En mundo gay es como un submundo, somos un grupo en donde todos nos conocemos, nos identificamos y sabemos que con quién, y quién con cual; hay muchos que ya tienen años juntos, hay uniones que duran más que la de una pareja heterosexual.

Explica:
-Aquí no hay lugar para máscaras, es como un tipo de comunión, de unión; si cualquiera de nosotros habláramos de los nombres y los “hombres” que conocemos como parte de nosotros, quedaría al dedillo aquello que dice la Biblia: “el que esté libre de pecado, que arroje la primera piedra”.

Sin embargo, Isael apunta, que este panorama de las parejas homosexuales solo es externo, porque en el seno familiar y a nivel social sigue dándose el rechazo:

-En lo que a mi familia se refiere en cuanto se hizo público mi matrimonio con Alberto el rechazo fue total, lo mismo le sucedió a él, y a la mayoría de quienes conocemos y están en la misma situación.

¿En el terreno cotidiano?- Se le pregunta:
-No les pedimos nada a las parejas “normales”, llevo todo lo refrende a la casa y Alberto como cualquier esposo, trabaja en el taller y se encarga de todos los gastos, no es por vacilada que cuando me preguntan a qué me dedico y yo respondo que a labores del hogar, porque desde que nos juntamos es todo lo que hago: barrer, trapear, hacer la comida, lavar y planchar ropa, lo malo de la situación es que jurídicamente no tenemos ningún reconocimiento para compartir propiedades o dejar herencias, esto nos afecta, pues sé de una pareja similar en donde uno de los dos tiene servicio médico oficial y su compañero presenta el VIH con todo y que necesitan de la atención médica, tienen que pagar particular, pues no hay manera de que se le registre para ser beneficiado con el servicio.

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