Los Burrón, una familia muy mexicana

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Borola Tacuche siempre quiso abandonar el vecindario pobre donde vivía, en Callejón del Cuajo número chorrocientos, y volver “a la jai”, su forma de decir high society a la que decía pertenecer. Pero su marido, Regino Burrón, dueño de la peluquería “El Rizo de Oro”, nunca pudo pagar sus sueños.

BBC Mundo/EnLíneaDIRECTA

Así, para salir de la pobreza Borola hizo de todo: construir una nave espacial a partir de una licuadora y un tanque doméstico de agua; inaugurar una línea de “taxis flotantes” para aprovechar las frecuentes inundaciones en Ciudad de México y hasta promoverse como “encueratriz”, excéntrica versión mexicana de bailarina nudista.

La historia siempre tuvo el mismo final: la atareada mujer que se resigna feliz a su destino al lado de su familia, compuesta por dos hijos adolescentes y un menor, adoptado.

Es un apretado resumen de La Familia Burrón, cómic clásico en México que según especialistas reflejó la vida cotidiana de los habitantes pobres de la capital, durante la mayor parte del siglo pasado.

“Representa a los mexicanos en el siglo 20, atados a las tradiciones pero en busca de la modernidad”, le dijo a BBC Mundo Luis Gantus, investigador independiente de historietas.

La crítica social de La Familia Burrón ha cautivado audiencias internacionales. Una muestra del cómic, que se publicó durante 61 años consecutivos hasta agosto de 2009, se exhibe ahora en el Museo Tambo Quirquincho, de La Paz, Bolivia.
Espejo social

La Familia Burrón fue creada por Gabriel Vargas en 1948, a partir de la observación de personas reales en los barrios pobres de Ciudad de México.

Era la llamada “Edad de Oro” de la historieta mexicana, según han definido especialistas como el escritor Carlos Monsiváis.

Vargas fue un protagonista fundamental en ese período, pues fue autor de varios cómics exitosos que reflejaban el cambio social que vivía el país en ese entonces, cuando apenas superaba la Guerra Cristera que dejó miles de muertos.

Es el tiempo en que la sociedad mexicana empieza a cambiar su perfil de rural a urbana, y con ello se genera una fuerte expectativa de movilidad social, sobre todo en las familias de escasos recursos como los Burrón, señalan investigadores.

“Reflejó mucho las fases de la pobreza en México”, insistió Gantus.

Además, las historietas cumplieron una tarea adicional al entretenimiento, pues fueron un vehículo eficaz de alfabetización según el investigador.
Los personajes

Una muestra del reflejo social de La Familia Burrón son algunos de sus protagonistas, y que según Gantus explican la vida cotidiana de los capitalinos en esos tiempos:

Ruperto Tacuche, hermano de Borola y ladrón regenerado que sufre por alejarse de su pasado.

Titino Tinoco, ex funcionario público quien se hizo millonario con su empleo en el gobierno.

Doña Gamucita viuda de Pilongano, anciana que lava ropa ajena durante largas jornadas para mantener a su hijo Avelino, que se cree poeta y escritor.

Susano Cantarranas y La Divina Chuy, enfermos alcohólicos que abandonaron a su hijo Foforito, adoptado por Los Burrón.

Y por supuesto, la familia central: Borola y Regino, así como sus hijos Macuca, Regino chico, Foforito y Wilson, un perro de raza indefinida.
Fuera de época

¿Se parecen Los Burrón a las familias mexicanas del siglo 21?

El escritor Carlos Monsiváis ha dicho que la historieta sigue vigente porque los problemas sociales y políticos que denuncia aún permanecen.

Pero Luis Gantus opina distinto. “Es difícil que un joven de 16, 17 años pueda entender la historia. No refleja la sociedad actual”.

Y es que una de las claves del éxito del cómic fue la crítica velada a la corrupción política, una costumbre añeja en México y que ahora se practica de manera abierta.

“Decir que un político es trinquetero (corrupto) no es nuevo. La tradición tiene muchos años”.

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